Sophia Loren

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Sophia Loren
Buscando información en internet para el blog, nos topamos con un artículo de Manuel Vicent sobre Sophia Loren publicado en El País (6 de febrero de 2011) y titulado “Una milagrosa explosión de hormonas” que nos ha gustado mucho. Aunque el cine musical es un género que apenas tiene relevancia en la larga carrera de la gran actriz italiana –o mejor, como se encarga ella de aclarar, napolitana–, lo cierto es que Sophia Loren también canta y baila mostrándonos su lado más sensual, que no es poco. Eso es lo que vamos a ver hoy.
De las casi cien películas en que ha intervenido, las musicales protagonizados por ella prácticamente se reducen a Aida (1953) y Man of La Mancha (1972, El hombre de La Mancha), de Arthur Hiller, con Peter O’Toole. Y, siendo más precisos, a esta última, pues en Aida, donde encarnó a Aida, fue doblada por la excepcional soprano Renata Tebaldi. Empezamos, así, con una secuencia de El hombre de La Mancha, en la que encarna el papel de Dulcinea, interpretando el tema de Mitch Leigh y Joe Darion “It’s All The Same”.
“Aunque había nacido en Roma, en 1934, Sofía Villani Scicolone venía del ambiente pastoso de Pozzuoli, de cerca de Nápoles, donde se crió de niña –leemos en el artículo de Vicent–. Primero fue el terror a la oscuridad que precedía al sonido de las bombas; luego, terminada la guerra, el fantasma del hambre y la miseria que se estableció entre los gritos de las mammas por los patios de luces y de los vendedores en el mercado, el estruendo de escapes de motocicleta, la música de tarantelas, funiculí funiculá, el milagro de la sangre de san Jenaro que se licuaba cada año y el celo de los machos que desde la acera con la espalda en la pared seguían con la mirada pegajosa el culo de las chicas hasta que doblaban la esquina.
Sophia Loren a principios de la década de 1950
Sophia Loren a principios de la década de 1950
Los marines recién desembarcados repartían chocolatinas a los niños desde lo alto de los carros de combate y algunas madres ofrecían a sus hijas adolescentes a los soldados norteamericanos a cambio de un kilo de pan. Sofía Villani había crecido bajo el bombardeo en un tiempo canalla de héroes y escombros, pero las banderas más patrióticas del sur de Italia, recién liberado, seguían siendo los calzoncillos, bragas, sostenes, pañales, pantalones y camisas que colgaban de la trama de cuerdas tendidas entre los balcones del laberinto de calles napolitanas a cuya sombra esta criatura desgarbada y de piernas largas abrió los ojos desvalidos al resto de los sentidos. Solo había una salida. Su tía la llevaba al cine desde la primera sesión hasta la última, donde Rita Hayworth e Yvonne de Carlo, Charlot y Cary Grant, a falta de pan, alimentaron sus sueños, de los que ya nunca se recuperó.
Sophia Loren en 1955 durante el rodaje de “Pane, amore e...”
Sophia Loren en 1955 durante el rodaje de “Pane, amore e…”
De pronto, a los trece años sus hormonas hicieron explosión y le fabricaron un cuerpo poderoso de mujer con un alma igual de fuerte, debido a las tragedias que había vivido de cerca. Esta experiencia generó el rasgo fundamental de su carácter. Desde entonces fue esa chica que en el cine a ningún productor, policía malo, detective costroso, gánster o mafioso se le ocurriría nunca llamarla muñeca o nena, como sucedía con otras estrellas del tamaño de Marilyn Monroe o Lauren Bacall, sin exponerse a que le arrojara el plato de espaguetis a la cara.
(…)
Ante todo, ser artista consistía en ganarse el pan, pasando por todas la humillaciones consabidas. Comenzó entonces a ser Sofía Loren, al principio una actriz un poco caballona, sin desbravar, toda exterior, la boca grande, los pechos desbridados, con aire arrabalero de cantarle las cuarenta al más pintado, pero en el fondo nadie sabía, ni siquiera Carlo Ponti, si no se trataba todavía de una chica italiana que prefería hacerle una buena pasta a su marido para tenerle trincado por el estómago a la antigua usanza más que triunfar en la pantalla hasta convertirse en una diva. En aquel tiempo, recién terminado el neorrealismo con todas las lacras de posguerra que retrataron Vittorio de Sica y Roberto Rossellini, el soplo de humor y sarcasmo de la comedia italiana inundó todas las pantallas. Renato Carosone cantaba Tu vuo’ fa’ l’americano, Domenico Modugno y Claudio Villa ganaban siempre el Festival de San Remo, por todas las radios se oían las canciones Volare o Come prima, y Gina Lollobrigida era el icono erótico de Italia, pero en mitad de los años cincuenta Sofía Loren comenzó a disputarle el primer puesto en el inconsciente  masculino, de modo que los espectadores se dividieron en dos, los que estaban decididos a ir al fin del mundo con la Gina y los que no dudaban en ir con la Loren hasta el mismo infierno, que suele estar más allá. No era tan trágica y racial como Ana Magnani, pero era más intensa que las bellezas oficiales del momento, Claudia Cardinale, la Pampanini o Silvana Mangano, y parecía oler a pan de pueblo recién horneado.”
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Sophia Loren en “La millonaria” (1960)
Sophia Loren en “Ayer, hoy y mañana” (1964)
Sophia Loren en “Ayer, hoy y mañana” (1964)
Dejamos a Manuel Vicent de momento para ver los resultados de esta primera explosión de hormonas a través, como decíamos, de diversas secuencias de películas (no musicales) en las que canta y baila con la misma naturalidad con que respira. El que sigue pertenece al filme La donna del fiume (1954, La chica del río), de Mario Soldati. La sensual Sophia baila un mambo, Mambo Bacan, un tema de Vatro y Giordano.
Bailando otro mambo, con Vittorio De Sica, la vemos en  Pane, amore e… (1955, Pan, amor y…), que dirigió Dino Risi. Hablamos del conocido Mambo italiano, canción estadounidense compuesta por Bob Merrill en 1954. La versión original la grabó por primera vez Rosemary Clooney.
Tras esta genial escena, llega el turno de añadir su voz a la voluptuosidad de sus movimientos. Lo hacemos a través de dos secuencias de la película Capri (1960), de Melville Shavelson, que protagonizó junto a Clark Gable y Vittorio De Sica. En la primera interpreta Tu vuò fà l’americano (1956), canción de Renato Carosone y Nicola Salerno. En la segunda, Carina, otro éxito, este de 1959, de A. Testa y R. Poes.
La cara de estupefacción de Marcello Mastroianni cuando ella interrumpe el striptease, tras lo que parecía que iba a tener otro final, es la misma que se nos quedó a nosotros cuando vimos la siguiente secuencia por primera vez. ¡Y a quién no!, dirán, si es que les gustan las mujeres, claro. Mientras suena en el tocadiscos la canción de Henry Weight Abat-jour, Sophia da una clase maestra de erotismo con este striptease. Pertenece la secuencia a la película de Giorgio Capitani La pupa del gangster (1975, Pupa, Charlie y su gorila).
Sophia Loren en el Festival de Cannes de 2014
Sophia Loren en el Festival de Cannes de 2014
Finalizamos la entrada con una muestra de esta segunda explosión de efecto retardado que comentaba Vicent y que dura hasta hoy con una secuencia de la película Nine (2009), musical de Rob Marsahll en el que hace el papel de Mamma (la madre del protagonista) e interpreta el tema “Guarda La Luna”, de Maury Yeston.

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