Marcel Proust por Maria Bosom




Marcel Proust (1871-1922) fue uno de los novelistas, ensayistas y críticos franceses más relevantes de todos los tiempos. Su obra capital, En busca del tiempo perdido , una de las composiciones literarias más monumentales del siglo XX, tuvo una influencia enorme en autores posteriores tan reconocidos como lo es Virginia Woolf. Pocos autores han establecido un vínculo tan grande entre su obra y su vida. Por un lado, Proust se dedicó en cuerpo y alma durante toda la vida a la elaboración de su obra maestra, por la otra, esta obra maestra nace de la recuperación de sus recuerdos vitales a través de los abismos de la memoria.
Marcel Proust nació el 10 de julio de 1871 a Auteuil, una de las zonas más ricas de París, en el seno de una familia acomodada. Era una época de gran agitación social: se acababa de suprimir la Comuna de París y, a lo largo de su infancia, Proust asistió a la consolidación de la Tercera República, hechos que plasmó en su obra. Ya de pequeño, empezó a sufrir ataques de asma, que tendría que soportar durante toda la vida. A su carácter reservado y sensible, se añadieron los conflictos internos que tuvo desde adolescente debido a su homosexualidad. Su madre, con quien siempre estuvo muy unido, le legó su pasión por la literatura. Sin embargo, de joven se dedicó más a la vida social de los salones parisinos que a su carrera como escritor, que quedó reducida a colaboraciones en periódicos y revistas. Tras estudiar ciencias políticas y filosofía en la Sorbona, consiguió un trabajo en la Bibliothèque Mazarine 1896, aunque pronto tuvo que estar la baja por enfermedad, que le duró varios años. Cuando sus padres murieron, recibió una herencia que le permitió vivir con todas las comodidades y dedicarse plenamente a la escritura. Su salud continuó deteriorándose hasta 1922, año en que murió en París.
A pesar de haber colaborado asiduamente en la prensa y haber publicado varias obras ( Contra Sainte-Beuve, Jean Santeuil o Los placeres y los días ), sin duda Marcel Proust ha pasado a la posteridad por su obra más destacable, À la recherche du tiempo perdu ( En busca del tiempo perdido), Novela en siete volúmenes que tiene 3.200 páginas y más de 2.000 personajes. Desde 1909 hasta el fin de sus días, el escritor se dedicó plenamente a la redacción de esta obra. La novela es una muestra brillante de la noción de memoria involuntaria: nos narra la infancia, adolescencia y juventud del protagonista a partir de los recuerdos que le vienen a la memoria, provocados involuntariamente por una imagen, un olor, un sonido, que hacen que su subconsciente recupere momentos de un tiempo que ya ha perdido. Con esta novela, Proust nos deja bien claro que nosotros somos nuestros recuerdos. En busca del tiempo perdidoes, sin duda, una de las obras más importantes del siglo XX, así como una de las que más influencia ha tenido en las generaciones posteriores de escritores. Muchos la consideran la obra maestra del siglo pasado. Y es que, junto con la de Joyce, la obra de Proust fue la verdadera inspiradora de las tendencias más vanguardistas.
La primera traducción de Proust al catalán la debemos a Jaume Bofill y Hierro, que en 1932 tradujo Un amor de Swan uno de los volúmenes de En busca del tiempo perdido . Sin embargo, debido a la represión lingüística que sufrió la lengua durante la dictadura franquista, la obra completa del autor no se tradujo al catalán hasta las décadas de los años ochenta y noventa. Fue en esa época que una nueva generación de traductores comenzó a trabajar encarnizadamente para llenar el vacío que tantos años de represión habían dejado en las letras catalanas. Es el caso de quienes tradujeron la obra de Proust, traductores tan reputados como lo son Maria Aurèlia Capmany, Jaume Vidal Alcover o Joan Casas Fuster.


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