Capital del Renacimiento
Urbino, ciudad de historia milenaria, con 14.200 habitantes, en la provincia de Pésaro, a 260 kilómetros Roma, en el noreste, ha sido elegida por el diario «The New York Times» entre los destinos que hay que visitar . Es un idílico municipio montañoso, un lugar mágico donde sus casas, palacios e iglesias se extienden entre calles estrechas y empinadas. Durante los siglos XV y XVI fue una de las capitales culturales del Renacimiento, cuyo halo se respira todavía en esta ciudad universitaria, con un ambiente joven y relajado. El centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998. Sus calles alojarán a lo largo de todo el año eventos y exposiciones dedicados a su hijo más ilustre.
El maravilloso Palacio Ducal, que alberga la Galería de las Marcas, una de las colecciones de pintura más importantes del mundo que cuenta con obras de Rafael, Piero della Francesca, Tiziano, Ucello y Barocci. Entre mayo y octubre, acogerá la exposición «Rafael y Baldassarre Castiglione».
El edificio fue definido como «un palacio en forma de ciudad» por Baldassarre Castiglione, humanista, diplomático, militar y escritor, autor del célebre tratado «Il Cortegiano» («El Cortesano», 1528), donde describe el ideal de vida del Renacimiento, una guía práctica del caballero perfecto, que debía ser experto en las armas y en las letras. En esa especie de manual, que durante siglos fue leído en Europa por quienes aspiraban a una vida de poder y distinción, Baldassarre Castiglione teoriza sobre el arte de conversar y, para ello, se inspiró en este Palacio Ducal.
Legendarias reuniones
Allí, en marzo de 1507, en una de sus habitaciones con altas ventanas se reunieron durante cuatro noches seguidas un grupo de poetas, artistas, eruditos y nobles alrededor de una mesa para conversar sobre el amor, la moral, la ley, los modales, la belleza, el sexo, el arte y todo lo que estaba en la mente de los hombres y mujeres del Renacimiento. «Aquí, entonces, se escucharon gentiles discusiones y bromas inocentes», escribió Castiglione sobre el encantador ambiente fomentado por Elisabetta Gonzaga, la duquesa de Urbino, renombrada por su cultura, que presidió esas legendarias reuniones. La pluma de Castillone, con una prosa considerada como una de las más altas expresiones del Renacimiento italiano, convirtió a Urbino en sinónimo de refinamiento y cortesía, donde el arte y el dinero formaban un matrimonio perfecto.
A pocos pasos del Palacio Ducal se encuentra el imponente Duomo y el Museo Diocesano Albani. La catedral, de formas románico-góticas, fue reconstruida en los años 1474-1488. Conserva algunas telas de gran valor histórico-artístico. A su derecha, el museo con doce salas en las que se encuentran dos antiguas sacristías del Duomo.
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