"EL VIEJO Y EL MAR", DE ERNEST HEMINGWAY, ES UNA DE LAS MAYORES METÁFORAS DE LA EXISTENCIA (Libro completo)


 

Era abril de 1936 y una larga contribución de Ernest Hemingway titulada “Sobre el agua azul. A Gulf Stream Letter” (“Sobre el agua azul. Una carta desde la Corriente del Golfo”) .El artículo habla de pesca y, en cierto momento, el autor comienza a contar un episodio de un viejo pescador cubano. El hombre, mientras pescaba solo en un barco frente a la costa de Cabañas, en Cuba, había enganchado un gran marlín, que para escapar de la captura, se había retorcido arrastrando el barco hacia alta mar. “Después de dos días, otros pescadores recogieron al anciano sesenta millas más al este, con la cabeza y el frente del pez atados al costado del bote. Lo que les quedó a los tiburones pesaba tres quintales”. El anciano había estado luchando con el marlin durante dos días y dos noches; luego, había logrado acercarse y arponearlo, matándolo. “Una vez enganchados al barco, los tiburones cargaron contra el marlin y el anciano luchó contra ellos solo en su endeble pequeño barco en la Corriente del Golfo. tratando de atravesarlos con el arpón, manteniéndolos a raya, o al menos golpeándolos con un remo, hasta que se desplomó de cansancio. En aquel entonces, los tiburones se habían comido la mayor cantidad de pescado que podían. Cuando los otros pescadores lo recogieron, el anciano lloró, casi sin palabras por lo que había perdido: y los tiburones todavía daban vueltas a su alrededor. 

Cualquiera, incluso quien no lo haya leído, reconocerá en este extracto la síntesis sustancial de la trama de El viejo y el mar . Dieciséis años antes de su publicación en un número de la revista Life , Hemingway se burló de los lectores sobre la historia que le valió el Premio Pulitzer y le ayudaría a conseguir el Premio Nobel de Literatura de 1954. Tres años después del artículo de Esquire, en 1939, habría revelado a Maxwell Perkins - director editorial de su editorial, Scribner - su intención de contar la historia de aquel pescador, una novela tramada durante años y escrita de una sola vez, compuesta en sólo dos meses y publicada en 1952, a raíz de una operación editorial que pretendía relanzar al escritor estadounidense tras la acogida no especialmente positiva por parte de la crítica de Al otro lado del río y entre los árboles . La sensacional campaña publicitaria que abrió el camino a la publicación del texto fue la antesala de un gran éxito: aquel número de Life alcanzó más de 5 millones y medio de ejemplares vendidos gracias a lo que pronto se consagró como una obra maestra de la literatura contemporánea. Números dignos de la gran complejidad de una obra que sólo en apariencia presenta una trama sencilla, lineal y concreta.

Ernest Hemingway en Cuba, julio de 1940
Hemingway con Fidel Castro, 1959

La situación ya está reseñada en las primeras líneas: hace ochenta y cuatro días que Santiago, un viejo pescador cubano, no consigue pescar nada. La pesca es tan lamentable que los padres de Manolìn, el niño que le sigue desde hace años, le impiden seguir subiendo al barco con él. Así, Santiago se ve obligado a embarcarse solo y con pocas esperanzas de un día más de pesca. Hemingway comienza así a contar la historia de que en "Sobre el agua azul"acababa de mencionar. “Siempre trato de escribir según el principio del iceberg”, dijo en una entrevista con George Plimpton, “las siete octavas partes de cada parte visible siempre están sumergidas. Lo único que conozco es material que puedo eliminar, dejar bajo el agua, así mi iceberg siempre será más sólido”. En Plimpton, Hemingway había contado que El viejo y el marPodría haber sido mil páginas más, pero su elección había sido eliminar todo lo que impidiera la experiencia directa para el lector. Por eso, Santiago no es sólo un viejo marino asediado por la desgracia, sino una representación universal de la existencia humana, que parte de una concentración de relatos de pescadores, cuentos de pesca, vida cubana, vivencias en el Golfo y de aventuras en su histórico barco Pilar. .

Manolin (Felipe Pazos), El viejo y el mar de John Sturges (1958)

Santiago es un viejo pescador que tiene suerte, pero su decepción nunca se convierte en autocompasión. “La vida de las aves es más dura que la nuestra”, piensa mientras se adentra en el mar y observa a los charranes volar en busca del alimento del que el océano les sigue privando. Los seres vivos se encuentran todos en la misma condición, lo que les impone una vida de pura resistencia. La gran amiga y traductora de Hemingway, Fernanda Pivano, en la introducción a la edición Mondadori de 1972, subrayó que no había nada más malo que leer en el cuento de El viejo y el mar la referencia simbólica a un choque entre el protagonista y la maldad de naturaleza. Santiago nunca sale al océano, que en realidad define como la mar,en femenino, “como lo llaman en español cuando lo aman”. De hecho, al entrar en una conexión profunda con el entorno que lo rodea, observar el vuelo de los pájaros y registrar los movimientos de las corrientes, el hombre logra identificar la estrategia adecuada para que la suerte finalmente pueda ayudarlo. Es el momento en que un marlin muerde el anzuelo.

Hemingway y Fernanda Pivano

El pez se mueve rápido, Santiago espera que se trague pronto el anzuelo, pero “no [lo dice] en voz alta porque [sabe] que cuando lo dices no pasan cosas buenas”, piensa con esa pizca de superstición de quien se encuentra a un paso de la meta anhelada. Es el comienzo de una agotadora batalla. El marlín lo arrastra mar adentro, hasta el punto de que unas horas más tarde el hombre mirará a su alrededor sin poder ver más tierra firme. Está en medio del mar abierto, solo. Manolín no está con él, y eso es lo que más le pesa: una sensación de profunda soledad flota durante la larga batalla que lo enfrenta contra el marlín. Santiago siente una profunda curiosidad hacia esa criatura, que aún no ha salido a la superficie. Intenta imaginar sus dimensiones, comprender sus movimientos, para darle forma a lo que hasta entonces no era más que una fuerza submarina que nunca dejaba de disparar. “Me gustaría verlo un momento para saber contra qué tengo que luchar”, dice, confrontando al lector con la esencia de enfrentar la vida. 

El pescador sigue luchando en soledad. Su cuerpo está cada vez más dolorido, le gustaría más que nada tener a alguien con él. Pero la soledad le permite entrar en una conexión cada vez más estrecha con la realidad circundante y con el pez que ha colgado en el sedal. En la mente de Santiago surge la idea de que él y su presa se encuentran básicamente en la misma condición: ambos víctimas de una existencia que requiere luchar, e incluso ser violento, para no sucumbir. "El dolor no debe importarle al hombre", dice Santiago, consciente de que la vida misma está hecha de dolor y al ser humano no le está permitido nada más que aliviar temporalmente su sufrimiento. “Imagínense si todos los días un hombre tuviera que intentar matar la luna”, se dice Santiago, “nacimos afortunados […]”.

Spencer Tracy y Felipe Pazos en la película El viejo y el mar (1958)

La vida para Hemingway es una lucha agotadora de la que sólo se puede salir derrotado. Es el destino del marlín, que es ensartado por la lanza del pescador, pero también es el del propio Santiago, a quien le arrebatan la presa por la que tanto luchó. Santiago lucha contra los tiburones, llegando incluso a matar a algunos, porque quiere mostrarle a Manolìn el pez gigantesco que ha conseguido pescar porque, según reconoce, "es el niño el que me da la vida". A la costa, sin embargo, enganchados al barco, sólo llegarán la cabeza y el hueso del gigantesco marlin. El anciano, sin embargo, concluye su historia sin estar completamente derrotado. En efecto, Santiago regresa dignamente al pueblo. Es la imagen de un ser humano que afronta su condición con tenacidad, con plena comprensión de hasta qué punto la vida está sujeta a fuerzas que no puede controlar. En la última escena, sin embargo, Santiago encuentra a Manolìn, su único gran consuelo. El niño lo cuida y promete volver a pescar en su barco, a pesar del desacuerdo de sus padres. Quiere seguirlo a toda costa porque todavía tiene mucho que aprender, dice, no sólo de pesca sino también, y sobre todo, de la vida.

Santiago (Spencer Tracy) en la película de John Sturges El viejo y el mar (1958)

El viejo y el mar es reconocida como una obra maestra atemporal precisamente por la gran reflexión existencial que la impregna. La plena madurez de Hemingway surge a través de una reflexión muy concreta sobre los temas que siempre han caracterizado sus obras: el coraje, la autenticidad de la vida y, sobre todo, la muerte, que flota sobre toda la historia. Empezamos a vislumbrar, en esta historia, un fuerte esfuerzo existencial que refleja el del propio autor. Fernanda Pivano afirma que Hemingway comenzó a morir después del accidente de 1954 en África,cuando su avión sufrió un accidente y como escribe Gabriel García Márquez “los equipos de rescate lo encontraron alegre y medio borracho en un claro del bosque a poca distancia de una familia de elefantes”. En realidad, según Pivano, que lo conoció bien, el acontecimiento dejó en él una huella imborrable, empujándolo al suicidio en 1961. Desde este punto de vista, El viejo y el mar no es sólo la última novela de Hemingway, sino que representa todo ello efectúa la culminación de uno de los más grandes escritores del siglo XX.

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«Su mejor obra. El tiempo demostrará que es la mejor que cualquiera de nosotros haya escrito, y con eso me refiero a sus coetáneos y a los míos.»

William Faulkner




El Viejo y el Mar trata sobre las vicisitudes de un viejo pescador, llamado Santiago, en altamar. Él intenta superar su mala racha reflejada en su imposibilidad ...


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