LA FILLE SUR LE PONT-La chica del puente Patrice Leconte- (Un momento de cursileria)



"Gabor, un lanzador de cuchillos, le salva la vida a Adèle cuando estaba a punto de arrojarse desde uno de los puentes del Sena. Adèle siempre ha sido una mujer desdichada. Gabor es un poco mentiroso, pero en el fondo tiene buen corazón. Finalmente, los dos se van a vivir juntos, pero Adèle tiene un problema: es una persona mentalmente inestable que se cansa pronto de todo." (FILMAFFINITY)


"La suerte no se busca, ni se encuentra ,hay que crearla,hay que creer en ella". 

Antes de viajar a la época dorada del cine japonés he querido terminar mi recorrido por el cine francés con dos películas de Patrice Leconte:"La chica sobre el puente" y "El marido de la peluquera" de esta última hablaremos en otra ocasión.
En"La chica sobre el puente" Leconte rueda en blanco y negro la vida de sus personajes principales Adéle -Vanessa Paradis- y Gabor -Daniel Auteuil-.Ambos viven una vida gris viendo como la suerte sonríe a sus vecinos.
Magnífico comienzo dónde Adéle comienza explicando su vida , ella creyó que empezaba la primera vez que hizo el amor pero nunca tuvo suerte ,ni con sus amantes ni con nada,ella sólo esperaba en la vida que"ocurriera algo".
Y ese algo especial ocurre cuando está a punto de arrojarse desde un puente y aparece Gabor dispuesto a ayudarla y devolverla a la vida.
A partir de aquí a ambos les sonreirá la suerte.Gabor se gana la vida como lanzador de cuchillos y recorrerán con éxito países y ciudades.Entre ambos se establecerá una complicidad de gestos y miradas,-ella tiene unos preciosos ojos-y el una mirada triste cautivadora.
Ambos ya saben lo que desean pero no lo dicen -sus ojos hablan por ellos sobre todo mientras se lanzan los cuchillos- y que mejor muestra que la escena en el tren acompañada por la maravillosa canción :Who Will take my dreams away ¡ Quien se llevará mis sueños ! interpretada por Marianne Faitffull.



La película terminará como empezó ,en un puente pero esta vez en Estambul-que pena que no sea "el puente de Galata"-y ahora es Gabor quien espera que suba el agua para arrojarse hasta que aparece Adéle y le acaricia-¡que manos! entre ellos se establece un maravilloso diálogo:

Parece Ud. un tío que está a punto de hacer una estupidez. ¿A qué está esperando? ¿A que suba el agua? No es fácil, ¿verdad? Creemos que basta con no pensar en nada, en dejarnos llevar. Pero esos trucos nunca funcionan y los puentes no son tranquilos para tirarse. Siempre aparece alguien para tocarte la moral. - Adèle.

– ¿Se ha roto algo? - Adèle.
– Ah! Un montón de cosas. Habría que cambiarlo todo. Pero a lo mejor compensa salir a buscar un lanzador de cuchillos nuevo. - Gabor.
– ¿Y yo qué haría con un lanzador de cuchillos nuevo? - Adèle.
– Hmm! - Gabor.
– Tiene frío, su mano está temblando. - Adèle.
– Está soñando. ¡Nunca ha temblado! - Gabor.
– Quizás los dos hemos soñado. Estuvo bien. ¿Nos vamos? - Adèle.
– ¿A dónde? - Gabor.
– No importa. En cualquier parte encontrará un par de cuchillos para lanzarme, ¿no? No tenemos elección, cuando no salto yo, salta Ud. No podemos continuar así. - Adèle.
– ¿Continuar cómo? - Gabor.
– Sin estar juntos. - Adèle.

Finalmente ambos unirán sus cuerpos en un fuerte abrazo mientras la cámara se aleja del puente dónde ambos permanecen abrazados.
¡Enfin! que hay cuchillos que se echan de menos aunque estos se claven en la piel.
Esta canción sonaba de fondo mientras Adéle quería arrojarse desde el puente de la vida:
"Quien será la que me quiera a mi..." 


http://yurizhivago.blogspot.com/2010/06/la-fille-sur-le-pont-patrice-leconte.html
screen capture of La Fille sur le Pont

"La fille sur le pont" de Patrice Leconte (1999)

El trajín diario que me impulsa y me agota a partes iguales me conduce, inevitablemente, a un receso en el camino abrigado solo, según los dictados de Philip Roth, por el aislamiento más absoluto. Como una luciérnaga en busca de luz artificial en una oscura noche sin luna, escudriño mi propia silueta en el mullido sofá de mi salón con la exclusiva compañía de un DVD: La fille sur le pont de Patrice Leconte.
Las películas del director parisino se suelen disfrutar en la boca cual chicle de fresa ácida. Se saborean despacito, se le dan vueltas con la lengua y hasta se mordisquean con decisión. La recompensa consiste en un peculiar regusto agridulce que se asienta en el paladar y que tiende a condensarse en los labios, al punto de temer separarlos para lanzar un suspiro de anhelo al viento no sea que se escape. La magia del momento dura un par de segundos, los suficientes para impregnarse de la dulzura de un amor que se presenta envuelto en colores imaginarios.


La chica del puente es una historia de deseo y pasión bañada por las aguas de un río que fluye como la vida, imprevisible y cambiante. El encuentro casual de los protagonistas, que ya utilizara el director de forma magistral en El marido de la peluquera (1990), se instala casi desde las primeras secuencias del film a modo de alternativa a una rutina insulsa para la que el suicidio parece resultar la única salida. Al igual que dos amantes que de continuo se acercan y se distancian para evitar cualquier compromiso que les ate, la cinta deambula entre los encuentros, desencuentros y reencuentros de una pareja dibujada con los trazos de un vínculo indeterminado. Solo la medida en la que estas idas y venidas se incrustan en la piel de los protagonistas es la responsable de que las heridas sanen o los arrastren como la corriente a una muerte "amatoriamente" previsible. Dicho lo cual, me pregunto soñolienta en el mismo mullido sofá donde comenzó esta historia, hipnotizada por la blancura melancólica de los títulos de crédito, quién salva a quién en las innumerables y dispares historias de dos...



ARGUMENTO: Adele, una joven cansada de no encontrar un sentido que justifique su triste existencia, decide acabar con su angustia vital arrojándose al Sena desde un puente parisino. Es entonces, navegando entre sugerentes blancos y negros, cuando Gabor aparece igual que una ráfaga instintiva que emana del deseo más simple ofreciéndole a esa chica extraña de mirada triste una muerte más sutil, arriesgada y furtiva: Someterse al lanzamiento de cuchillos en su propio espectáculo circense. La palpable diferencia de edad entre ellos no es inconveniente para entrelazar dos destinos atrapados por sorprendentes coincidencias.

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