La cara kitsch de la modernidad y El kitsch segun Kundera (dossier)



El kitsch es un concepto estético y cultural que en su origen ironizaba con la relación arte barato y consumismo: hoy designa la inadecuación estética en general y permite comprender en gran medida las formas de la cultura y el arte contemporáneos, llenos de producciones alternativas que se relacionan constantemente con el kitsch promoviendo efectos baratos, sentimentales y muchas veces dirigidos para el consumo masivo.


El término kitsch comenzó a utilizarse entre 1860 y 1870 en la jerga de pintores y comercian-tes de Munich para designar material artístico barato. Algunos autores creen que esta palabra intraducible de origen alemán deriva de la palabra inglesa sketch “diseño”,“esbozo”, “bosquejo”,“boceto”,“croquis”, mal pronunciada por los artistas de Munich y aplicada a esas imágenes baratas compradas como souvenirs por los turistas angloamericanos. Otra interpretación sostiene que su origen debe buscarse en el verbo alemán verkitschen, que en dialecto mecklenburgués significa “fabricar barato”. También se lo asocia con el verbo kitschen que al sudoeste de Alemania significa “recoger basura de la calle y también hacer muebles nuevos a partir de los viejos”.

Es en la primera década del siglo XX que kitsch se convierte en un término internacional que implica la noción de inadecuación estética. Por ejemplo, una estatua griega reducida al tamaño de una chuchería, o un auténtico Rembrand colgado en el ascensor de la casa de un millonario, muestran dos extremos: el del arte auténtico reducido a significar riqueza y el del patente no arte vestido de prestigio estético.
 
Las paradojas estéticas envueltas en el concepto de kitsch son similares en la noción española de cursi, la francesa de camelote o style pompier; en inglés y hebreo schlock o schmaltz, y en ruso poshlust que, según Nabokov, la “primera o es tan grande como el plop de un elefante al caer en un charco de barro y tan laredonda como los pechos de una belleza bañándose en las postales alemanas” (Calinescu 1991: 229).

El kitsch se asocia al desarrollo del mercado de consumo masivo, tanto así que los teóricos e intelectuales lo ven como el hijo natural de la modernidad. Lo kitsch aparece en la historia en el momento en que la belleza en sus diversas formas es distribuida socialmente, igual que cualquier otra comodidad sujeta a la ley del mercado, de la oferta y la demanda. Oscar Wilde dijo que la naturaleza solía imitar al arte; en el siglo XIX algunas puestas de sol llegaron a parecer pintadas por Corot. Hoy a la naturaleza no le quedaría otra elección que la de imitar las reproducciones en color, ser más bella que una postal.
 
Calinescu en su libro Cinco caras de la modernidad cita algunas definiciones sobre el kitsch:

fueEn 1917 el dramaturgo y poeta alemán Franz Wedekind escribió que “lo kitsch es la forma contemporánea de lo gótico, rococó, barroco" (221). Esa fue la primera vez en que la esencia de la modernidad se identificaba como kitsch.

Años más tarde Clement Greenberg confirma la existencia de la ecuación entre modernidad y kitsch. “Donde existe una vanguardia, generalmente, también encontramos una retaguardia. Cosa cierta –con la entrada de la vanguardia– apareció un segundo fenómeno cultural nuevo en el occidente industrial, aquella cosa a la que los alemanes llamaron kitsch... kitsch es experiencia sustitutiva y falsa sensación” (221).
                              
A fines de 1950 Harold Rosenberg declara en un artículo publicado en The tradition of the new: “Lo kitsch ha capturado todas las artes... Cuando el pintor X o el dramaturgo Y comienzan a producir Xs e Ys para su instruida audiencia: kitsch... En la actual organización de la sociedad sólo lo kitsch puede tener una razón social de ser” (222).

La modernidad es el presente antitradicional, el experimento, la novedad del “make it new” de Pound, es el compromiso con el cambio de las vanguardias, y también es un producto kitsch que sugiere repetición, banalidad, vulgaridad.

Calinescu sostiene que “la relación entre el kitsch o arte de consumo y el desarrollo económico es tan estrecha, que se puede decir que la presencia de lo kitsch en países de segundo o tercer mundo es un signo indiscutible de modernización” (222).
                      
Alexis Toqueville es el primer historiador y sociólogo que analiza los efectos de la democracia moderna sobre las artes e intenta dar una explicación de por qué la democracia conduce necesariamente a un descenso en los estándares de creación y consumo. Cualquier edad imita la virtud, pero la hipocresía de la lujuria pertenece más particularmente a la era de la democracia, porque el número de consumidores aumenta, pero los consumidores opulentos y escrupulosos empiezan a escasear. En la confusión de todas las categorías, todo el mundo espera parecer lo que no es, así los artesanos y artistas son inducidos a producir con rapidez mayor número de comodidades imperfectas u objetos de arte. En las democracias, según Toqueville, la gente no cree que los placeres de la mente constituyan el encanto principal de sus vidas, pero se consideran recreos necesarios y transitorios entre las serias labores cotidianas (232).

Para Thorstein Veblen la sociedad moderna preserva la característica básica de la cultura rapaz, donde los valores incluyendo los estéticos son simples símbolos y medios de diferenciación económica entre castas. En la modernidad toda la cultura sería la consecuencia del progresivo exhibicionismo del ocio y el consumo conspicuo (223).

La primera guerra mundial determinó un rápido crecimiento del kitsch patriótico, y los grandes crímenes de nuestro siglo han tenido lugar tras un velo kitsch. La propaganda de la Alemania nazi y de la Rusia revolucionaria, se articula en función del sentimentalismo, los clichés mecánicos y la constante pretensión de que una vida mejor y más noble se pueden obtener sólo con ponerse un uniforme. La mejor descripción del realismo socialista, el nacional socialismo nazi, las marchas de Nüremberg, fue dada por un escritor checo que en ese tiempo trabajaba en el underground, las definió como “kitsch con dientes” (Scruton 1999).

Calinescu asevera que por escasas que fuesen las experiencias estéticas, la necesidad de arte y el deseo de prestigio son entidades sicológicas diferentes. Los amantes de lo kitsch pueden buscar prestigio, pero sus placeres no acaban ahí: “Lo que constituye la esencia de lo kitsch es su abierta indeterminación, su vago poder alucinógeno, su espuria ensoñación, su promesa de una fácil catarsis” (224). Kitsch es imitación, falsificación, copia y todo aquello que llamamos estética de la decepción y el autoengaño; kitsch es una forma específicamente estética de mentir.

La posibilidad de uso de elementos kitsch por la vanguardia y, viceversa, del kitsch haciendo uso de divisas de la vanguardia, indica cuán complejo es el concepto de kitsch. El poeta soviético Evguenei Evtuchenco intentó transmitir un mensaje político llano y predecible por medio del lenguaje poético futurista de Mayakovsky (227). El contenido político del poema se vuelve kitsch al asumir una falsa identidad y disfrazarse de poesía. La falsificación estética consiste en el uso de los medios expresivos de la vanguardia para presentar como producto artístico algo que contiene un puro mensaje ideológico.

Andy Warhol es considerado el gran maestro del kitsch del siglo XX. Su obra incorpora lo kitsch dentro del arte. Al hacerlo de manera deliberada lo transforma en una parodia sofisticada. Este tipo de kitsch le pone cremillas al kitsch y así propone salvar sus credenciales artísticas. Este tipo de kitsch ofrece una emoción falsa y al mismo tiempo una sátira falsa de las cosas que ofrece. El artista pretende que se está tomando en serio, los críticos pretenden juzgar su producto y la vanguardia pretende promoverlo. Al final todo es pretensión y alguien que no sabe discriminar entre arte y propaganda, finalmente decide que vale la pena comprarlo (Scruton).

En relación a la literatura se pueden distinguir dos categorías: kitsch producido para la propaganda y kitsch producido para el entretenimiento. En esta última el kitsch asume la característica de ser arte para el recreo y entretención, de fácil acceso, con efectos rápidos y predecibles, capaz de responder a la necesidad sicológica del lector que busca escapar del aburrimiento de la vida cotidiana. Los autores aspiran a la ejecución rápida, más que a la perfección del detalle. Las producciones pequeñas son más comunes que los libros voluminosos y el objetivo del autor es sorprender más que agradar y remover las pasiones más que encantar el gusto.

Umberto Eco define mal gusto, en arte, como “prefabricación e imposición del efecto” (1995: 83). Eco analiza un pastiche escrito por Walter Killy en su libro Deustcher Kitsch (1962) utilizando fragmentos de autores alemanes, cinco productores famosos de mercancía literaria de consumo, más el poeta Rilke. El propósito es “provocar un efecto sentimental”, es decir, ofrecerlo ya provocado y comentado, ya confeccionado, de modo que el contenido objetivo de la anécdota sea menos importante que la Stimmung básica.

Susurra a lo lejos el mar y en el silencio encantado el viento mueve suavemente las rígidas hojas. Una túnica opaca de seda, recamada de blanco marfil y oro, se agita sobre su cuerpo y permite dejar al descubierto su suave cuello sinuoso, sobre el que reposan unas trenzas color fuego. No había aún penetrado la luz en la solitaria estancia de Brunilda, las palmeras se alzaban como sombras oscuras y fantasmales sobre los delicados jarrones de porcelana china: en el centro blanqueaban los cuerpos marmóreos de las estatuas antiguas, como fantasmas, y sobre las paredes se entreveían apenas los cuadros, en sus anchos marcos de oro de apagados reflejos. Brunilda estaba sentada ante el piano y recorría con sus ágiles manos el teclado, sumergida en un dulce ensueño. Surgía del instrumento un mortecino largo, como surge el velo de humo de las cenizas incandescentes y revolotea en extraños giros, alejándose de la llama. Lentamente, la melodía ascendía, estallaba en potentes acordes, volvía a sí misma con voces infantiles, suplicantes, encantadas, increíblemente suaves, con coros de ángeles, y susurraba sobre bosques nocturnos y quebradas solitarias, amplia, apasionada, bajo las estrellas, en torno a cementerios campestres abandonados. Se abren prados claros, las primaveras juegan con figuras legendarias, y ante los otoños está sentada una anciana, una mujer perversa, en torno a la cual van cayendo las hojas. Llegará el invierno, grandes ángeles deslumbrantes, que no hollarán la nieve, altos como el cielo, se inclinarán sobre los pastores, y cantarán con ellos la gloria del fabuloso niño de Belén.

El encanto celeste, ahito de los secretos de la Santa Navidad, teje alrededor de los campos invernales que duermen en la más profunda paz, una maravilla, como si se oyesen a lo lejos las notas de un arpa, estremeciéndose con los rumores del día, como si el secreto mismo de la tristeza cantase su origen divino. Y, fuera, el viento nocturno acaricia con sus suaves manos la casa de oro, y las estrellas vagan por la noche invernal (Killy 1962 en Eco: 86).

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La intención de Killy en este texto es crear una atmósfera lírica. Para conseguirlo utiliza expresiones ya cargadas de forma poética, o elementos que posean en sí una capacidad de noción afectiva (viento, noche, mar). La capacidad evocadora de las palabras se aumenta con palabras accesorias que reiteran y garantizan el efecto sentimental. Por ejemplo, al “silencio en que susurra el mar se le añade encantado”. Además de esta técnica de la reiteración del estímulo, según Killy, éste debe ser absolutamente fungible, redundante y fácilmente comestible. Los verbos (susurra, agita, vuela y vaga) contribuyen a reafirmar el carácter líquido del texto, condición de su lirismo, de modo que en todas y cada una de las frases del escrito prevalece el efecto momentáneo, destinado a extinguirse en la fase sucesiva.

Al articularse como una comunicación artística en la que el proyecto fundamental no es involucrar al lector en una aventura de descubrimiento activo, sino simplemente obligarlo con fuerza a sentir un determinado efecto, creyendo que en esa emoción radica la fruición estética, el kitsch se nos presenta como una forma de mentira artística.

Para Umberto Eco, desde una perspectiva histórica, el hecho de que una obra tienda a provocar un efecto no implica necesariamente su exclusión del reino del arte. Bástenos pensar en la función del arte en otros contextos históricos; para los griegos, el arte tenía la función de provocar efectos sicológicos, y tal era la misión de la música y de la tragedia según Aristóteles. Pero este estímulo del efecto se convierte en el kitsch en un contexto cultural, donde el arte es considerado no como técnica inherente a una serie de operaciones diversas, que es la noción griega y medieval, sino como forma de conocimiento operada mediante una formatividad en sí misma, que permita una contemplación desinteresada. El fragmento reproducido es kitsch no sólo porque estimula efectos sentimentales, sino porque tiende continuamente a sugerir la idea de que, gozando de dichos efectos, el lector está perfeccionando una experiencia estética privilegiada.

Por lo tanto, para caracterizar lo kitsch no sólo intervienen los factores lingüísticos internos del mensaje, sino también la intención con que el autor lo vende al público y cómo el público lo recibe. Es en este sentido que el kitsch no hace tanto referencia al arte, como a un comporta-miento vital, puesto que el kitsch no podría prosperar si no existiera un kitsch-Mensch, que nece-sita una forma tal de mentira para reconocerse en ella. La situación antropológica de la cultura de masas se configura como una dialéctica entre propuestas innovadoras y adaptaciones homologadoras, las primeras continuamente traicionadas por las segundas: con la mayoría del público que disfruta de las homologaciones, cre-yendo estar disfrutando de las innovaciones vanguardistas.

Calinescu dice que lo que caracteriza al hombre kitsch es su idea hedonista de lo que son lo artístico y lo bello. Siendo la clase media una clase activa, su hedonismo se reduce a la utilización del tiempo libre, su placer es la relajación y es de naturaleza compensatoria. El hombre kitsch desea llenar su tiempo libre con la máxima excitación a cambio de un mínimo esfuerzo, por esta razón lo kitsch puede definirse como un intento sistemático de huir de la realidad cotidiana. En el contexto de la cultura de masas kitsch significa “falsa conciencia estética”, lo que Adorno ha denominado como “parodia de conciencia estética o una parodia de catarsis” (Calinescu: 235).

Para Hermann Broch el kitsch es el elemento del mal en el sistema de valores del arte. La maldad que supone esa general falsificación de la vida (Eco: 87; Calinescu: 252).

En la actualidad estamos rodeados de kitsch: la música pop, los comics, las tarjetas navideñas y todas las rutas de escape, es decir, aquello que fluye desde la sociedad de consumo a los santuarios de las religiones de la nueva era, los muros decorados con clichés y la música de fondo que nos llega desde Vangelis y Rabi Shankar. El arte de los museos está lleno de kitsch abstracto y las salas de concierto han sido colonizadas por un minimalismo tonal que sufre de la misma enfermedad.

¿Podemos escapar del kitsch? Para aventurar una respuesta y abrir la discusión cito a Andy Warhol: “Nos dicen que el tiempo cambia las cosas, pero la verdad es que usted tiene que cambiarlas”.




Bibliografía
Calinescu, Matei. 1991. “Kitsch”. Cinco caras de la modernidad. Madrid: Tecnos.

Scruton, Roger. 1999. “Kitsch and the modern predicament”. City Journal Winter.


Eco, Humberto. 1995. “Estructura del mal gusto”. Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen. 83-140.

http://humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=48

Para citar este artículo :

Elena Moreno. 2003–2004 . «La cara kitsch de la modernidad».Documentos Lingüísticos y Literarios 26-27: 23-26
www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=48 (Dirección Electrónica)


El kitsch segun Kundera : la negación absoluta de la mierda


"A pesar de que el término se viene usando desde hace muchos años. Fué Adorno quien abrió oficialmente el debate sobre el análisis filosófico del kitsch. Su definición sigue siendo usada: el kitsch es lo bello menos su parte fea. Bajo ese mismo principio fue en tiempo reciente que Milan Kundera escribió:“En el transfondo de toda fé, religiosa o política, está el primer capítulo del Génesis, del que se desprende que el mundo fue creado correctamente. . . . A esta fé la llamamos acuerdo categórico con el ser. El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la creación. Una de dos: o la mierda es aceptable (y entonces no cerremos la puerta del baño!), o hemos sido creados de manera inaceptable.
De esta manera se desprende que el ideal estético del acuerdo categórico con el ser es un mundo donde la mierda es negada y todos se comportan como si no existiese. Este ideal estético se llama kitsch. El kitsch es la negación absoluta de la mierda; en sentido literal y figurativo. El Kitsch elimina desde su punto de vista todo lo que en la existencia humana pudiera considerarse inaceptable.”
Milan Kundera, " La insoportable levedad del ser" , 1984

http://hiperkitsch.blogspot.com/2009/09/el-kitsch-segun-kundera-la-negacion.html

       

La insoportable levedad del kitsch

Hay quienes dicen que las cucarachas serán la próxima especie en
dominar el planeta. A pesar de pesticidas, zapatazos o gente que se
propone exterminarlas comiéndolas como papitas fritas, las cucaramacaras
son una especie imposible de exterminar. El kitsch es como
las cucarachas. Por mas que los teóricos, manifiestos, criticos y
diseñadores hablen hasta el cansancio de la calamidad del kitsch, de
la peste que todo contamina, de la basura sentimental u otros
terminos; el kitsch sigue vivo y parece que incluso ha aumentado de
talla.
Pero ¿qué es el kitsch?

"el kitsch o cursilería es lo bello menos su contraparte fea.
Portanto el kitsch, la belleza purificada, se vuelve vulnerable a
un tabú estético que en nombre de la belleza, declara al kitsch
como feo. El kitsch es una parodia de dicha catársis, donde se
vuelve imposible trazar una linea entre lo que es verdadera
ficción estética (arte) y lo que es meramente basura
sentimental (kitsch).” 
Theodor Adorno

A pesar de que el término se viene usando desde hace muchos
años. Fué Adorno quien abrió oficialmente el debate sobre el análisis
filosófico del kitsch. Su definición sigue siendo usada: el kitsch es lo
bello menos su parte fea. Bajo ese mismo principio fue en tiempo
reciente que Milan Kundera escribió:
“En el transfondo de toda fé, religiosa o política, está el primer
capítulo del Génesis, del que se desprende que el mundo fue
creado correctamente. . . . A esta fé la llamamos acuerdo
categórico con el ser. … El desacuerdo con la mierda es
metafísico. El momento de la defecación es una demostración
cotidiana de lo inaceptable de la creación. Una de dos: o la
mierda es aceptable (¡y entonces no cerremos la puerta del
baño!), o hemos sido creados de manera inaceptable.
De esta manera se desprende que el ideal estético del
acuerdo categórico con el ser es un mundo donde la mierda
es negada y todos se comportan como si no existiese. Este
ideal estético se llama kitsch. . . . kitsch es la negación
absoluta de la mierda; en sentido literal y figurativo. El Kitsch
elimina desde su punto de vista todo lo que en la existencia
humana pudiera considerarse inaceptable.” 
Milan Kundera, 1984

Lo curioso es que vuelve a existir la contradicción: En un mundo
políticamente correcto deberían coexistir tanto lo muy bello como lo
totalmente desagradable y ambos ser aceptados de igual forma, sin
predilecciones ni favoritismos.
En un mundo imperialista la cosa sería más fácil: si decretamos ilegal
la existencia de objetos bellos, no habría la posibilidad de la belleza
purificada; es decir, no existiría el kitsch. Pero la pregunta es ¿en
realidad hay que deshacernos del kitsch? Uno de los grandes
placeres que disfrutan los Franceses (y en general del resto de la
humanidad) además del sexo (que en general también disfrutan
algunos franceses), es la comida. No podremos negar el placer de
disfrutar un delicioso platillo. Pero no podemos evitar lo inaceptable
de las consecuencias como diría Kundera. Si queremos placer
estético, también debemos aceptar la existencia de sus desechos
tóxicos.
Con esto no me refiero a que debemos “acariciar” al kitsch… !que
asco! Me refiero simplemente a aceptar su existencia como parte del
desperdicio o el escombro que se genera para poder llegar a los
o.bjetos que valen la pena.
Lo difícil es pensar en el grupo de la población que se regozija
acariciando al kitsch. No quiero ni hablar de las opiniones que he
escuchado sobre un famoso restaurant de cabrito. Mientras algunos
critican ese tipo de “Art Raegió” (como ya lo bautizaron), hay
quienes increíblemente lo defienden alegando asuntos de
“identidad”, “arte popular”, etc. La verdad es que no existe algo así
como arte popular. Existe lo popular y existe el arte, pero este último
no se determina por la CANTIDAD de personas que lo aprecia, sino
en función del simbolismo y la interpretación estética. Pretender
confundir los desechos con la comida es algo que simplemente
denota ignorancia, o mal paladar!

“El Kitsch es pretención, pero no toda pretención es kitsch. El
kitsch pide que uno sea parte del juego. En el verdadero
kitsch lo que es imitado no puede ser imitado. De esta
manera la pretención es mutua. Se es cómplice a sabiendas.
Lo opuesto al Kitsch no es sofisticación sino inocencia. El
kitsch es arte pretendiendo tener un significado. Y uno, al
aceptarlo, está pretendiendo sentirlo y entenderlo. Por lo
tanto el kitsch se basa en clichés y códigos que que
convierten las emociones en una forma pre-digerida –la
forma que puede ser imitada más fácilmente. Igual que
comida procesada, el kitsch evita todo tipo de energía en el
organismo que demande algo de moral. De esta manera
pasa de comida chatarra a ser mierda, sin requerir uan sola
pizca de nutrientes.” 
Roger Scruton, 1999

Disculpen amigos lectores tanta cita y pocas nueces. Pero creo que
al leer esos textos queda claro que el kitsch no existe por cuenta
propia. El kitsch no es un estilo, ni una moda. Tampoco es un virus o
una enfermedad. El kitsch es parte de los desechos naturales que
generamos los diseñadores y debemos reconocer lo que es. Mi unica
sugerencia al respecto es: bajen la tapa del escusado, jalen la
palanca, lávense bien las manos y no coman mucha fruta y verdura.
Mejor coman algo de fibra.
Fernando Vallejo

Notas para los correctores:

Por favor respeten estos términos: cucara-macara y Art Raegió (ojo, lleva acento), Milan no lleva acento. Milán es la ciudad en Italia, Milan es un nombre Checo. Gracias



http://www.fvallejo.com/downloads/kitsch.pdf

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MILAN KUNDERA Y EL “HOMBRE KITSCH”…

 La necesidad de kitsch del “hombre kitsch”: es la necesidad de mirarse en el espejo del engaño embellecedor y reconocerse en él con emocionada satisfacción” (p. 159).

Cuando leí esta obra, hace más de un mes, la frase me pareció curiosa y la guardé. Kitsch se aplica a la estética que resulta de mal gusto o pasada de moda pero que pretende ser elegante, distinguida y moderna imitando objetos o estilos artísticos ya superados. En consecuencia, el “hombre kitsch” es el hombre que se autoengaña siempre en positivo, que cree poseer belleza allí donde solo hay mal gusto, que se emociona con su engañosa percepción y considera que está a la última en su eterno desfase. Se trata de hombres engreídos y convencidos de su importancia y originalidad……….. alguno he conocido.


 


MILAN KUNDERA, El arte de la novela. Este ensayo lo compré porqué, en uno de esos largos intercambios de comentarios que tengo con Arystos Veyrud, mencionó que mi resistencia a lo irracional (y a la exploración del papel que desempeña en nuestras decisiones y en nuestra vida) era, sin embargo, una de las grandes exploraciones de la novela europea, tal y como Kundera señala en esta obra (p. 79).
El arte de la novela, publicado en 1987, tiene 194 páginas divididas en siete partes que corresponden a siete textos que se escribieron, se publicaron o fueron pronunciados como conferencia. La primera parte se titula, “La desprestigiada herencia de Cervantes”, afirmando orgullosamente Kundera que no se siente “ligado a nada, salvo a la desprestigiada herencia de Cervantes”. Las otras seis partes son una reivindicación de dicha herencia en las que expone su manera de entender la novela europea, su pasado y su futuro. El título del libro se desprende de esta explicación.
 

 Milan Kundera nació en Brno, Reública Checa, en 1929. Su padre, el musicólogo y pianista Ludvík Kundera, era director de la academia de música. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Kundera se afilió al Partido Comunista, del que fue expulsado tras los sucesos de 1948 en que dicho partido tomó el poder. Tuvo que ganarse la vida con diversas ocupaciones, particularmente como pianista de jazz, instrumento que su padre le había enseñado a tocar a muy temprana edad. Aquel mismo año terminó sus estudios secundarios y comenzó a estudiar literatura y estética en la universidad de Praga, pero después de dos semestres se pasó a la Facultad de Cine de la Academia de Praga. En 1956 se reintegró en el Partido Comunista del que fue expulsado definitivamente en 1970. Cinco años después emigró a Francia donde se instaló a vivir.
Ha publicado diversas novelas entre las que destaca La insoportable levedad del ser, que se convirtió en una referencia importante a la hora de intentar comprender la disidencia vivida en la Europa oriental durante la Guerra Fría. 

Afirma Kundera que la novela acompaña al hombre desde el comienzo de la Edad Moderna y que la “pasión por conocer” se ha adueñado de ella para que escudriñe la vida concreta del hombre y la proteja contra “el olvido del ser”; para que mantenga, en definitiva, “el mundo de la vida” bajo una iluminación perpetua. Por esa razón sería tan necesaria, hoy, la existencia de la novela. Considera el autor que la novela, por situar como objetivo fundamental “el ser del hombre”, entra en contradicción con el espíritu de nuestro tiempo y si quiere progresar, tendrá que hacerlo en contra del progreso del mundo. Este planteamiento lleva a Kundera a reflexionar sobre el arte de la composición novelesca, la creación de personajes y otros aspectos que considera claves para que este género literario mantenga su importancia. De esta manera considera que la novela ha descubierto por sus propios medios, los diversos aspectos de la existencia:

 (…) con los contemporáneos de Cervantes se pregunta qué es la aventura; con Samuel Richarson comienza a examinar “lo que sucede en el interior”, a desvelar la idea secreta de los sentimientos; con Balzac descubre el arraigo del hombre en la Historia; con Flaubert explora la terra hasta entonces incognita de lo cotidiano; con Tolstoi se acerca a la intervención de lo irracional en las decisiones y el comportamiento humanos. La novela sondea el tiempo: el inalcanzable momento pasado con Marcel Proust; el inalcanzable momento presente con James Joyce. Se interroga con Thomas Mann sobre el papel de los mitos que, llegados del fondo de los tiempos, teledirigen nuestros pasos. Et caetera, et caetera” (p. 15).

 También expresa con meridiana claridad el carácter reduccionista de la sociedad moderna:

 La unificación de la historia del planeta, (…) va acompañada de un vertiginoso proceso de reducción. Es cierto que las termitas de la reducción carcomen la vida humana desde siempre: incluso el más acendrado amor acaba por reducirse a un esqueleto de recuerdos endebles. Pero el carácter de la sociedad moderna refuerza monstruosamente esta maldición: la vida del hombre se reduce a su función social; la historia de un pueblo, a algunos acontecimientos que, a su vez, se ven reducidos a una interpretación tendenciosa; la vida social se reduce a la lucha política y ésta a la confrontación de dos únicas grandes potencias planetarias. El hombre se encuentra en un auténtico torbellino de la reducción…(p. 29-30).


RECOMENDACIÓN: este ensayo resulta muy interesante para quien desee conocer una profunda reflexión sobre la visión implícita de la historia de la novela que tiene Milan Kundera, así como su idea de lo que es la novela.

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"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, 
sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez"

Gabriel García Márquez.

 

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Sinopsis:
Un viejo periodista decide festejar sus noventa años a lo grande, dándose un regalo que le hará sentir que todavía está vivo: una jovencita virgen y con ella “el principio de una nueva vida a una edad en que la mayoría de los mortales están muertos”. En el prostíbulo llega el momento en que ve a la mujer de espaldas, completamente desnuda. Ese acontecimiento cambia su vida radicalmente. Ahora que conoce a esta jovencita se encuentra a punto de morir, pero no por viejo, sino de amor. Así, ‘Memoria de mis putas tristes’ cuenta la vida de este anciano solitario, un apasionado de la música clásica, nada aficionado a las mascotas y lleno de manías. Por él sabremos cómo en todas sus aventuras sexuales (que no fueron pocas) siempre dio a cambio algo de dinero, pero nunca imaginó que de ese modo encontraría el verdadero amor. La nueva novela de Gabriel García Márquez es una conmovedora reflexión que celebra las alegrías del enamoramiento, las desventuras de la vejez y sobre todo lo que sucede cuando sexo y amor se juntan para darle un sentido a la existencia. Nos encontramos ante un relato aparentemente sencillo pero cargado de resonancias, una historia narrada con el excepcional estilo y la maestría en el arte de contar historias de los que sólo es capaz el autor colombiano. 

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Titulo: Memoria de mis putas tristes 
Director: Henning Carlsen
Guión: Jean-Claude Carrière, Henning Carlsen (Novela: Gabriel García Márquez) 
Música: Javier Navarrete 
Fotografía: Alejandro Martínez
Año: 2011 
Reparto: Emilio Echevarría, Geraldine Chaplin, Paola Medina, Luis Miguel Lombana, Diego Zinker, Olivia Molina, Ángela Molina, Evangelina Martínez, Evangelina Sosa Martínez, Alejandra Barros, Arturo Beristain, Dominika Paleta 
País: México-Colombia-España-Dinamarca-USA 






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Pietro Ingrao cumple 100 años

Juan-Ramón Capella


Pietro Ingrao ha cumplido 100 años el pasado 30 de marzo. Es seguramente el dirigente comunista democrático más longevo del mundo. ¿Qué no habrá visto Ingrao, que pasó su infancia y su adolescencia bajo el fascismo, que vivió a continuación la guerra, la afiliación al ilegal PCI, que se dedicó a confeccionarL'Unità clandestina, que fue luego ayudante de dirección de Visconti, miembro jovencísimo del grupo dirigente del Partido comunista italiano; que asistió en Moscú, acompañando a Togliatti en los años cincuenta, al enfrentamiento de Mao con los dirigentes soviéticos; que en los años sesenta era la cabeza visible del ala izquierda del Partido, viviendo los años de plomo que siguieron al 68, y que padeció como pocos la nefasta invasión que truncaba la Primavera de Praga? Ingrao, el referente de R. Rossanda y de los fundadores de Il Manifesto, a quienes no siguió fuera de PCI; el intelectual más destacado del partido, presenció también la muerte de Enrico Berlinguer y la caída de la Unión Soviética. Diputado entre 1948 y 1994 y presidente de la cámara entre 1976 y 1979, fundó y dirigió durante años el prestigioso Centro de Studi e Ricerche per la Riforma dello Stato, probablemente el laboratorio de reflexión política y social más importante de Europa. Ingrao se revolvió contra la decisión de abandonar las siglas históricas del PCI promovida por un secretario general al que había dado su apoyo y que resultó ser un inepto; y se opuso a la escisión del PCI en 1991. Esos acontecimientos fueron el principio del final del PCI, que no sobrevivió más de dos años a la caída de la Urss.
guido montani
La política es para Ingrao ante todo tensión moral, proyecto y comunicación con los demás; y en cierto sentido una visión y una acción proféticas proyectadas sobre el futuro. No es —hay que decirlo en España, dadas las circunstancias— técnica de administración o caza de votos. Ingrao ha sido lo contrario del cazavotos. Ha perseguido, con el análisis y el estudio innovadores, y con la acción, una idea alternativa de democracia antitética a su degradación. Ha sido un pacifista consistente, contraponiéndose a las guerras de Kosovo, de Afganistán, de Iraq. La paz y la oposición a la guerra fue la materia de su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona en 1992.
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Ingrao con Umberto Terracini e Palmiro Togliatti nel 1962

Pietro Ingrao sigue intelectualmente muy vivo. A mediados de marzo presentó su último libro, Restare a sinistra. Scritti sulla fine del PCI e oltre (2015); y son muy recientes Crisi e riforma del Parlamento, con un dialogo epistolare con N. Bobbio (mayo 2014) y el muy destacable Indignarsi non basta (2011). Sus memorias, Quería la Luna (2007), han sido publicadas en castellano por Península.
01-00127461000004En una reciente manifestación a Roma.

Siempre hay que recordar, además, entre otros muchos escritos suyos, algunos libros importantes: Le cose impossibili (1990), Interventi sul campo (1990Tradizione e progetto (1982), Masse e potere (1977). Y dos libros de poemas, porque esta persona singular era también un buen poeta: L'alta febbre del fare(1994) e Il dubbio dei vincitori (1986). Nuestra revista impresa publicó en su número 57 un trabajo de Pietro Ingrao, "Hacia nuevas estructuras comunitarias". La Redacción de mientras tanto sabe que nuestro afecto hacia él es recíproco. Por eso le recordamos ahora y nos felicitemos por sus excepcionales cien años.30/3/2015

Umberto Eco: Un semiólogo en las peluquerías

Está vivo y coleando. Todos lo conocemos como el autor de El nombre de la rosa y, algunos, como el gran semiólogo que también es.



Lo que le distingue de sus ilustres predecesores es que Umberto Eco es muy popular. 
Sus novelas se leen y sus ensayos interesan a investigadores y a curiosos. Visitador fervoroso de universidades, redacciones y platós, acumula 38 doctorados “honoris causa”, ganados en todo el mundo. De premios tiene los más codiciados; desde el Príncipe de Asturias de Comunicación a la Legión de Honor francesa, pasando por el Foro de Sabios de la Unesco. Solo le falta el Nobel, pero todo se andará.
Vive con su mujer, Renate Ramgel, alemana especialista en arte, en un dúplex de un edificio antiguo de Milán. Sus ventanas dan al castillo Sforzesco, una enorme fortificación renacentista del siglo XV, rebosante de turistas. Uno de los pisos está dedicado a despacho y biblioteca, con cuatro salas repletas de libros. Pero su sancta santorum es un pequeño despacho que atesora las ciencias prohibidas: ocultismo, sociedades secretas, esoterismo... Es el material que utiliza en sus novelas de misterio, desde El nombre de la rosa a El cementerio de Praga. Publicada en 2010, esta última desató una gran polémica por abordar de forma humorística el nacimiento del antisemitismo en Europa. Protestaron la Iglesia católica y el rabino de Roma: la primera, porque Eco se permitió llamar a los jesuitas “masones con faldas”; el segundo, porque temía que la difusión de las conspiraciones del XIX despertara de nuevo el odio antijudío. Pero Umberto Eco, feliz. Su vida privada es más bien discreta, pero en lo profesional es un gran provocador. Incluso ahora, a sus 80 años.

Un chico inquieto en un país nuevo

Nació el 5 de enero de 1932 en la ciudad piamontesa de Alessandria, cuando Mussolini llevaba 10 años en el poder. Hijo de Giovanna Bisio y de Giulio Eco, contable, su padre participó en la II Guerra Mundial, que Umberto y su madre pasaron en un pueblecito del Piamonte. Educado por los salesianos, se matriculó luego en letras en la Universidad de Turín, donde se licenció en 1954. Para los jóvenes inquietos era un momento dulce: la guerra había acabado y empezaba la reconstrucción. El debate social renacía. Italia salía de más de 20 años de aislamiento cultural.
Para su licenciatura, Eco eligió una tesis, El problema estético en Santo Tomás de Aquino, que le enganchó para siempre a los temas medievales. Pero sobre todo le sirvió de ariete contra posturas anticuadas. Por ejemplo las de Benedetto Croze, el filósofo más conocido de Italia, cuya estética tenía una base idealista. Croze profesaba las teorías tradicionales sobre el arte. Lo consideraba un fenómeno inexplicable, inefable, indescriptible… Pero en Italia la gente común empezaba a oír otras voces y a considerar otras ideas. En las peluquerías se discutía sobre los Beatles y las pinturas de Picasso. La opinión más corriente era: “No entiendo nada, pero”… En ese contexto, el joven Eco decidió dedicarse al problema estético, convencido de que había que abrirse a ideas que explicaran las nuevas formas de arte.
Dirigido por Luigi Pareyson, catedrático de estética, se lanzó sobre esa tesis difícil, porque Santo Tomás nunca se interesó por la estética. Eco tuvo que espigar las alusiones al tema en toda la obra tomista. Y logró extraer un nuevo punto de vista: para Santo Tomás, la experiencia estética no es intuitiva ni se desarrolla en la primera operación de la mente (simplex apprehensio), sino en la segunda, llamada compositio et divisio, o juicio. En todas las actividades humanas, en el arte también: un gol en la portería del idealismo etéreo y un camino investigador abierto para Eco.
En los años siguientes trabajaría como profesor en las universidades de Turín, Florencia y Milán, para acabar siendo el primer catedrático de semiología en Bolonia. Pero también dedicó su gloriosa juventud a fregados más tentadores: la poética de vanguardia, la historia de la estética... Nada más licenciarse se integró en el grupo 63 de poetas experimentales italianos, que le eligió como guía teórico. Y empezó a trabajar para la RAI, la televisión pública italiana, que acababa de inaugurarse.

Un hallazgo feliz, los mass media

Se iniciaba la época de los mass media con sus nuevas formas de expresión. Para Eco, el problema moderno estaba ahí, en la comunicación: había que saber cómo funcionan los procesos comunicativos y los mensajes estéticos antes que ocuparse de los sentimientos que provocan. Tenía la suerte de estar asistiendo desde el balcón privilegiado de la RAI a los cambios explosivos de la sociedad italiana. En apenas 10 años, el cine (Fellini, Antonioni…) y el diseño italianos habían logrado el reconocimiento internacional justo por su capacidad de representar la estética contemporánea…Todo lo cual chocaba con la desconfianza tradicional de muchos italianos hacia cualquier idea nueva. A sus representantes, Eco les llamó con agudeza “apocalípticos”.
Durante esos años de la RAI, Eco conoció a muchos artistas de vanguardia. Para uno de ellos, el musicólogo Luciano Berio, escribió un ensayo llamado I problemi dell’opera aperta, que acabaría siendo uno de los capítulos de Opera aperta (1962), el trabajo que le dio a conocer. En él, Eco afirmaba que el arte es conocimiento y puede ser descrito por modelos cognitivos científicos; la interpretación de la forma artística necesita de la cooperación del destinatario. Y en este sentido, el arte actual es un proceso abierto entre el artista y el receptor.
Esta idea, que daba el tiro de gracia al concepto idealista tradicional, suscitó en Italia una intensa polémica, del entusiasmo al insulto, y convirtió a su autor en el teórico de la nueva vanguardia. Eco, sin embargo, nunca dio su investigación por cerrada: muy exigente consigo mismo, siempre se enfrenta a las cosas de forma crítica. Más que un filósofo sistemático, es un estudioso terco e inspirado que nunca se da por satisfecho.
En 1964 publicó Apocalípticos e integrados, sobre los mass media, donde analizó las posiciones de Herbert Marcuse y Marshall McLuhan como representantes de hipótesis contrarias. Los apocalípticos, Marcuse, consideran las comunicaciones tecnológicas y la industria cultural como un condicionamiento ideológico; los integrados, McLuhan, como la posibilidad de expansión de los espacios culturales. Para Eco, ambas posiciones son aprovechables. Los apocalípticos, al renegar de la cultura de masas, siguen afirmando un concepto antiguo y aristócrata. El defecto de los integrados es que no les preocupan los contenidos de los mensajes. Eco define la síntesis entre ambos como “análisis estructural”: la difusión de la industria cultural es un fenómeno imparable, donde el intelectual debe actuar para defender las necesidades de las personas, desconcertadas por el aluvión de mensajes. Sintético y pragmático, como siempre.

Un semiólogo que contacta con la calle


Por esa época inició su despegue como semiólogo. La semiología o semiótica es una de las ciencias del lenguaje que floreció en los 70 y que estudia los sistemas de signos en general, incluyendo el lenguaje humano. La semiótica puede entenderse también como una ciencia social que se ocupa de cómo funciona el pensamiento, cómo capta el contexto, utiliza las experiencias y se transmite. En los 60, las ideas de Eco fueron fundamentales para su desarrollo. Como siempre, su mejor aportación ha sido su brillante capacidad para sintetizar teorías muy diferentes.
En 1968 publicó La estruttura ausente, que reescribió en 1973 de un modo más orgánico y en inglés: A Theory of semiotics. En esta obra, clave en su trayectoria, que en castellano se llama Tratado de Semiótica General (1975), Eco rechazaba cualquier cuestión ontológica y formulaba uno de sus credos pragmáticos: una síntesis global de todos los sistemas de significación y comunicación y una teorización ordenada de la disciplina. Eso permitió a la semiótica mostrarse frente al mundo como una disciplina científica. Eco logró, además, su divulgación, no solo entre los  especialistas, sino entre el público en general. ¿Por qué? Porque en sus exitosas novelas están siempre presentes de algún modo la historia y la semiótica, sus dos pasiones intelectuales.
Algunos conceptos básicos de Tratado fueron modificados de nuevo por su propio autor en una serie de artículos recogidos en el libro Semiótica y filosofía del lenguaje (1984). Su última obra teórica, Kant y el ornitorrinco (1997), hace una reflexión sobre los procesos humanos de semiosis y los vincula con la teoría de la percepción, de Kant.
Pero no todo es semiótica. Entre obra y obra teórica, este intelectual hiperactivo ha escrito muchos textos circunstanciales, desde la historia de la belleza y la fealdad hasta sus recientes confesiones de un joven novelista...que es él, a sus 80 años cumplidos. Y por supuesto sus famosas novelas.

El nombre de la rosa: rara, densa, magnífica


Eco empezó a publicar sus obras narrativas a una edad madura. Esperó hasta 1980 para publicar su primera novela El nombre de la rosa, que combina todos los temas teóricos de su obra con una excelente reconstrucción histórica y una trama ingeniosa. Este denso relato transcurre en una abadía medieval italiana donde el protagonista, un fraile inglés llamado Guillermo de Baskerville, investiga una serie de asesinatos hasta resolverlos. En parte homenaje a su admirado Borges (Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego está inspirado en él), la obra es un raro y genial puzzle de diversas formas literarias: la novela negra, el género histórico, incluso las historietas de humor modernas. Se convirtió en el acto en un bestseller: en un mes se vendieron 600.000 ejemplares en Italia, que acabaron siendo 30 millones en todo el mundo.
El Péndulo de Foucault (1988), su segunda novela, recurrió a la tradición ocultista y masónica para expresar la irracionalidad de los actuales terrorismos y mafias. Pero no gustó tanto ni a los críticos ni a los lectores. Tampoco su siguiente obra, La isla del día antes (1994), parábola kafkiana sobre la incertidumbre. Publicó después Baudolino (2000), una novela picaresca, también ambientada en la Edad Media, que fue otro éxito. Sus últimas novelas son La misteriosa Llama de la Reina Loana(2004) y El cementerio de Praga (2010).

 ❖ Marisa Pérez Bodegas

Carl Jung Dr. C. George Boeree y Dossier (Textos y vídeos)


Carl Jung

1875-1961

Dr. C. George Boeree

Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier

Freud dijo que la meta de la terapia era hacer consciente lo inconsciente. Verdaderamente, hizo de este postulado el núcleo de su trabajo como teórico. Y además, definió al inconsciente como algo muy displacentero. Para ilustrar esto, consideremos lo siguiente: es un caldero de deseos establecidos; un pozo sin fondo de anhelos incestuosos y perversos; un lecho de experiencias aterradoras que aún pueden surgir a la consciencia. Francamente, ¡esto no suena como algo que quiera que acceda a mi consciencia!.

Carl Jung, joven colega de Freud, se dedicó a la exploración del "espacio interno" a través de todo su trabajo. Se lanzó a la tarea equipado con los antecedentes de la teoría freudiana, por supuesto, y con un conocimiento aparentemente inagotable sobre mitología, religión y filosofía. Pero era especialmente ducho en el simbolismo de tradiciones místicas complejas tales como gnosticismo, alquimia, cábala y tradiciones similares en el hinduismo y el budismo. Si hay una persona que tenga un sentido del inconsciente y sus hábitos como  capaz de expresarse solo de forma simbólica, éste es Carl Jung.

Además, tuvo la capacidad de un soñar muy lúcido e ilusiones ocasionales. En otoño del 1913 tuvo la visión de una "inundación monstruosa" que hundía casi toda Europa cuyas aguas llegaban hasta las faldas de las montañas de su nativa Suiza. Vio miles de personas ahogándose y la ciudad temblando. Luego, las aguas se tornaban en sangre. En las siguientes semanas a la visión, surgieron sueños de inviernos eternos y ríos de sangre. Estaba asustado de que se estuviese volviendo psicótico.

Pero el uno de agosto de ese año, empezó la Primera Guerra Mundial. Jung creyó que de alguna manera existía una conexión entre él como individuo y la humanidad en general que no podía explicarse. Desde este momento hasta 1928, se fue metiendo en un proceso doloroso de auto-exploración que formaría la base de su futura teoría.

Cuidadosamente empezó a anotar sus sueños, fantasías y visiones, y los dibujó, pintó y esculpió. Halló que sus experiencias tendían a tomar formas humanas, empezando por un anciano sabio y su acompañante, una niña pequeña. El anciano sabio evolucionó, a través de varios sueños, hasta una especie de gurú espiritual. La niña pequeña se convirtió en "anima", el alma femenina, que servía como medio de comunicación (medium) entre el hombre y los aspectos más profundos de su inconsciente.

Un duende marrón cuero apareció como celador de la entrada al inconsciente. Era "la sombra", una compañía primitiva del Yo de Jung. Jung soñó que tanto él como el duende, habían asesinado a la preciosa niña rubia, a la que llamó Siegfred. Para éste, esta escena representaba una precaución con respecto a los peligros del trabajo dirigido solo a obtener la gloria y el heroísmo que prontamente causaría un gran dolor sobre toda Europa (¡así como también un aviso acerca de los peligros de algunas de sus propias tendencias respecto de la empresa heroica de Sigmund Freud!).

Jung soñó también mucho con cuestiones relacionadas con la muerte; con el territorio de los muertos y el renacimiento de los mismos. Para él, esto representaba el inconsciente mismo; no aquel "pequeño" inconsciente del que Freud hizo tan grande, sino un nuevo inconsciente colectivo de la humanidad. Un inconsciente que podía contener todas las muertes, no solo nuestros fantasmas personales. Jung empezó a considerar que los enfermos mentales estaban poseídos por estos fantasmas, en una época donde se supone que nadie creía en ellos. Con el solo hecho de "recapturar" nuestras mitologías, entenderíamos estos fantasmas, nos sentiríamos cómodos con la muerte y así superar nuestras patologías mentales.

Los críticos han sugerido que Jung estaba simplemente enfermo cuando todo esto ocurrió. Pero Jung creía que si queremos entender la jungla, no nos podemos contentar con solo desplazarnos por sus alrededores. Debemos entrar en ella, no importa cuán extraña o aterradora pueda verse.



Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (en alemán Die Archetypen und dar kollektive Unbewußte) es un conjunto de obras de Carl Gustav Jung incluidas en el primer tomo del noveno volumen de su Obra completa.
El presente volumen consta de trabajos, escritos entre 1933 y 1955, que esbozan y desarrollan los Arquetipos y lo Inconsciente colectivo como conceptos centrales en la concepción analítica de C. G. Jung.
Los tres primeros trabajos Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo, El concepto de inconsciente colectivo y Sobre el arquetipo con especial consideración del concepto de ánima, pueden ser considerados como los fundamentos teóricos.
Siguen publicaciones centradas en torno a arquetipos específicos, como la «madre», el «renacer», el «dios-niño» o la «niña divina», después en torno al motivo del «espíritu», como el que aparece con frecuencia en los cuentos populares, y al llamado «pícaro».
Por último se examina la relación de los arquetipos con el proceso de individuación, primero teóricamente en el artículo Consciencia, inconsciente e individuación, después en la práctica, aplicado a un proceso de individuación concreto, en Acerca de la empiria del proceso de individuación.
Las dos últimas contribuciones tratan del simbolismo centrador de los mandalas.



Teoría

La teoría de Jung divide la psique en tres partes. La primera es el Yo, el cual se identifica con la mente consciente. Relacionado cercanamente se encuentra el inconsciente personal, que incluye cualquier cosa que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo. El inconsciente personal sería como lo que las personas entienden por inconsciente en tanto incluye ambas memorias, las que podemos atraer rápidamente a nuestra consciencia y aquellos recuerdos que han sido reprimidos por cualquier razón. La diferencia estriba en que no contiene a los instintos, como Freud incluía.

Después de describir el inconsciente personal, Jung añade una parte al psiquismo que hará que su teoría destaque de las demás: el inconsciente colectivo. Podríamos llamarle sencillamente nuestra "herencia psíquica". Es el reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos. Aún así, nunca somos plenamente conscientes de ello. A partir de él, se establece una influencia sobre todas nuestras experiencias y comportamientos, especialmente los emocionales; pero solo le conocemos indirectamente, viendo estas influencias.

Existen ciertas experiencias que demuestran los efectos del inconsciente colectivo más claramente que otras. La experiencia de amor a primera vista, el deja vu (el sentimiento de haber estado anteriormente en la misma situación) y el reconocimiento inmediato de ciertos símbolos y significados de algunos mitos, se pueden considerar como una  conjunción súbita de la realidad externa e interna del inconsciente colectivo. Otros ejemplos que ilustran con más amplitud la influencia del inconsciente colectivo son las experiencias creativas compartidas por los artistas y músicos del mundo en todos los tiempos, o las experiencias espirituales de la mística de todas las religiones, o los paralelos de los sueños, fantasías, mitologías, cuentos de hadas y la literatura.

Un ejemplo interesante que actualmente se discute es la experiencia cercana a la muerte. Parece ser que muchas personas de diferentes partes del mundo y con diferentes antecedentes culturales viven situaciones muy similares cuando han sido "rescatados" de la muerte clínica. Hablan de que sienten que abandonan su cuerpo, viendo sus cuerpos y los eventos que le rodean claramente; de que sienten como una "fuerza" les atrae hacia un túnel largo que desemboca en una luz brillante; de ver a familiares fallecidos o figuras religiosas esperándoles y una cierta frustración por tener que abandonar esta feliz escena y volver a sus cuerpos. Quizás todos estamos "programados" para vivir la experiencia de la muerte de esta manera.

Arquetipos

Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos. Jung también les llamó dominantes, imagos, imágenes primordiales o mitológicas y otros nombres, pero el término arquetipo es el más conocido. Sería una tendencia innata (no aprendida) a experimentar las cosas de una determinada manera.

El arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un "principio organizador" sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de la misma manera que los instintos en la teoría freudiana. Al principio, el bebé solo quiere algo de comer, sin saber lo que quiere. Es decir, presenta un anhelo indefinido que, no obstante, puede ser satisfecho por algunas cosas y no por otras. Más tarde, con la experiencia, el bebé empieza a anhelar cosas más concretas cuando tiene hambre (un biberón, una galleta, una langosta a la brasa, un pedazo de pizza estilo Nueva York).

El arquetipo es como un agujero negro en el espacio. Solo sabemos que está ahí por cómo atrae materia y luz hacia sí mismo.

El arquetipo materno

Este arquetipo es particularmente útil como ejemplo. Todos nuestros ancestros tuvieron madres. Hemos evolucionados en un ambiente que ha incluido una madre o un sustituto de ella. Nunca hubiéramos sobrevivido sin la conexión con una persona cuidadora en nuestros tiempos de infantes indefensos. Está claro que somos "construidos" de forma que refleja nuestro ambiente evolutivo: venimos a este mundo listos para desear una madre, la buscamos, la reconocemos y lidiamos con ella.

Así, el arquetipo de madre es una habilidad propia constituida evolutivamente y dirigida a reconocer una cierta relación, la de la "maternalidad". Jung establece esto como algo abstracto, y todos nosotros proyectamos el arquetipo a la generalidad del mundo y a personas particulares, usualmente nuestras propias madres. Incluso cuando un arquetipo no encuentra una persona real disponible, tendemos a personificarlo; esto es, lo convertimos en un personaje mitológico "de cuentos de hadas", por ejemplo. Este personaje simboliza el arquetipo.

Este arquetipo está simbolizado por la madre primordial o "madre tierra" de la mitología; por Eva y María en las tradiciones occidentales y por símbolos menos personalizados como la iglesia, la nación, un bosque o el océano. De acuerdo con Jung, alguien a quien su madre no ha satisfecho las demandas del arquetipo, se convertiría perfectamente en una persona que lo busca a través de la iglesia o identificándose con la "tierra madre", o en la meditación sobre la figura de María o en una vida dedicada a la mar.

Maná

Debemos saber que estos arquetipos no son realmente cosas biológicas, como los instintos de Freud. Son demandas más puntuales. Por ejemplo, si uno sueño con cosas alargadas, Freud sugeriría que éstas representarían el falo y en consecuencia el sexo. Jung propondría una interpretación muy distinta. Incluso, el soñar con el pene no necesariamente implica una insatisfacción sexual.

Es llamativo que en sociedades primitivas, los símbolos fálicos usualmente no se refieran en absoluto al sexo. Usualmente simbolizan el maná, o poder espiritual. Esto símbolos se exhiben cuando es necesario implorar a los espíritus para lograr un mejor cosecha del maíz, o aumentar la pesca o para ayudar a alguien. La relación entre el pene y la fuerza, entre el sémen y la semilla, entre la fertilidad y la fertilización son parte de la mayoría de las culturas.

La sombra

Por supuesto que en la teoría junguiana también hay espacio para el sexo y los instintos. Éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos.

Sería el "lado oscuro" del Yo (del sí mismo. N.T.) y nuestra parte negativa o diabólica también se encuentra en este espacio. Esto supone que la sombra es amoral; ni buena ni mala, como en los animales. Un animal es capaz de cuidar calurosamente de su prole, al tiempo que puede ser un asesino implacable para obtener comida. Pero él no escoge ninguno de ellos. Simplemente hace lo que hace. Es "inocente". Pero desde nuestra perspectiva humana, el mundo animal nos parece brutal, inhumano; por lo que la sombra se vuelve algo relacionado con un "basurero" de aquellas partes de nosotros que no queremos admitir.

Los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios. Usualmente guarda la entrada a una cueva o a una piscina de agua, que representarían el inconsciente colectivo. La siguiente vez que sueñen que se están peleando con un luchador fortísimo, puede que simplemente ¡se esté peleando con usted mismo!.

La persona

La persona representa nuestra imagen pública. La palabra, obviamente, está relacionada con el término persona y personalidad y proviene del latín que significa máscara. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo.

En su mejor presentación, constituye la "buena impresión" que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser.

Anima y animus

Una parte de la persona es el papel masculino o femenino que debemos interpretar. Para la mayoría de los teóricos, este papel está determinado por el género físico. Pero, al igual que Freud, Adler y otros, Jung pensaba que en realidad todos nosotros somos bisexuales por naturaleza. Cundo empezamos nuestra vida como fetos, poseemos órganos sexuales indiferenciados y es solo gradualmente, bajo la influencia hormonal, cuando nos volvemos machos y hembras. De la misma manera, cuando empezamos nuestra vida social como infantes, no somos masculinos o femeninos en el sentido social. Casi de inmediato (tan pronto como nos pongan esas botitas azules o rosas), nos desarrollamos bajo la influencia social, la cual gradualmente nos convierte en hombres y mujeres.

En todas las culturas, las expectativas que recaen sobre los hombres y las mujeres difieren. Estas están basadas casi en su totalidad sobre nuestros diferentes papeles en la reproducción y en otros detalles que son casi exclusivamente tradicionales. En nuestra sociedad actual, todavía retenemos muchos remanentes de estas expectativas tradicionales. Todavía esperamos que las mujeres sean más calurosas y menos agresivas; que los hombres sean fuertes y que ignoren los aspectos emocionales de la vida. Pero Jung creía que estas expectativas significaban que solo hemos desarrollado la mitad de nuestro potencial.

El anima es el aspecto femenino presente en el inconsciente colectivo de los hombres y el animus es el aspecto masculino presente en el inconsciente colectivo de la mujer. Unidos se les conoce como syzygy. El anima puede estar representada (personificada) como una joven chica, muy espontánea e intuitiva, o como una bruja, o como la madre tierra. Usualmente se asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma. El animus puede personificarse como un viejo sabio, un guerrero, o usualmente como un grupo de hombres, y tiende a ser lógico, muchas veces racionalista e incluso argumentativo.

El anima y el animus son los arquetipos a través de los cuales nos comunicamos con el inconsciente colectivo en general y es importante llegar a contactar con él. Es también el arquetipo responsable de nuestra vida amorosa: como sugiere un mito griego, estamos siempre buscando nuestra otra mitad; esa otra mitad que los Dioses nos quitaron, en los miembros del sexo opuesto. Cuando nos enamoramos a primera vista, nos hemos topado con algo que ha llenado nuestro arquetipo anima o animus particularmente bien.

Otros arquetipos

Jung decía que no existía un número fijo de arquetipos que pudiésemos listar o memorizar. Se superponen y se combinan entre ellos según la necesidad y su lógica no responde a los estándares lógicos que entendemos. Jung, sin embargo, definió algunos otros:

Además de la madre, existen otros arquetipos familiares. Obviamente, existe un padre que con frecuencia está simbolizado por una guía o una figura de autoridad. Existe también el arquetipo de familia que representa la idea de la hermandad de sangre, así como unos lazos más profundos que aquellos basados en razones conscientes.

También tenemos el de niño, representado en la mitología y en el arte por los niños, en particular los infantes, así como por otras pequeñas criaturas. La celebración del niño Jesús en las Navidades es una manifestación del arquetipo niño y representa el futuro, la evolución, el renacimiento y la salvación. Curiosamente, la Navidad acontece durante el solsticio de invierno, el cual representa el futuro y el renacimiento en las culturas primitivas nórdicas. Estas personas encienden hogueras y realizan ceremonias alrededor del fuego implorando la vuelta del sol. El arquetipo niño también con frecuencia se mezcla con otros, formando el niño-dios o el niño-héroe.

Muchos arquetipos son caracteres de leyendas. El héroe es uno de los principales. Está representado por la personalidad mana y es el luchador de los dragones malvados. Básicamente, representa al Yo (tendemos a identificarnos con los héroes de las historias) y casi siempre está envuelto en batallas contra la sombra, en forma de dragones y otros monstruos. No obstante, el héroe es tonto. Es, después de todo, un ignorante de las formas del inconsciente colectivo. Luke Skywalker, de La Guerra de las Galaxias, sería el ejemplo perfecto.

Al héroe usualmente se le encarga la tarea de rescatar a la doncella, la cual representa la pureza, inocencia y en todas por igual, la candidez. En la primera parte de la historia de la Guerra de las Galaxias, la princesa Leia es la doncella. Pero, a medida que la historia avanza, ella se vuelve anima, descubriendo el poder de la fuerza (el inconsciente colectivo) y se vuelve un compañero igual que Luke, quien resulta ser su hermano.

El héroe es guiado por un viejo hombre sabio, una forma de animus que le revela al primero la naturaleza del inconsciente colectivo. En la Guerra de las Galaxias, este viejo es Obi Wan Kenobi, y luego Yoda. Obsérvese que ambos enseñan a Luke todo sobre la fuerza, y cuando Luke madura, mueren, volviéndose parte de él.

Quizás se estén preguntando por el arquetipo de "padre oscuro" de Darth Vader. Es la sombra y el maestro del lado oscuro de la fuerza. También resulta ser el padre de Leia y Luke. Cuando muere, se convierte en uno de los viejos hombres sabios.

Este es también un arquetipo animal y representa las relaciones humanas con el mundo animal. Un buen ejemplo sería el del caballo fiel del héroe. Las serpientes también son frecuentes arquetipos animales y creemos que son particularmente listas. Después de todo, los animales están más cercanos a sus naturalezas que nosotros. Quizás, los pequeños robots y la siempre disponible nave espacial (el Halcón) sean símbolos de animales.

Y luego está el ilusionista, usualmente representado por un payaso o un mago. El papel de éste es el de hacer las cosas más difíciles al héroe y crearle problemas. En la mitología escandinava, muchas de las aventuras de los dioses se originaban en algún truco demostrado a sus majestades por el medio-Dios Loki.

Existen otros arquetipos que son un poco más complicados de mencionar. Uno es el hombre original, representado en las culturas occidentales por Adán. Otro es el arquetipo Dios, el cual representa nuestra necesidad de comprender el Universo; que nos provee de significado a todo lo que ocurre y que todo tiene un propósito y dirección.

El hermafrodita, tanto hombre como mujer, es una de las ideas más importantes de la teoría junguiana y representa la unión de los opuestos. En algunos cuadros religiosos, Jesucristo está representado más bien como un hombre afeminado. Así mismo, en China, el carácter de Kuan Yin es de hecho un santo masculino (el bodhisattva Avalokiteshwara), ¡pero está pintado de una forma tan femenina que usualmente se le considera más como la diosa de la compasión!.

El arquetipo más importante es el de self (mantendremos aquí el término "self" que "sí mismo", por su aceptación literal en psicología de habla hispana. N.T.). El self es la unidad última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y las figuras mandalas que Jung halló en las pinturas. Un mandala es un dibujo que se usa en meditación y se utiliza para desplazar el foco de atención hacia el centro de la imagen. Puede ser un trazo tan simple como una figura geométrica o tan complicado como un vitral. La personificación que mejor representa el self es Cristo y Buda; dos personas, por cierto, que representan según muchos, el logro de la perfección. Pero Jung creía que la perfección de la personalidad solamente se alcanza con la muerte.

Las dinámicas del psiquismo

Bueno, ya está bien de contenidos mentales. Vamos ahora a ocuparnos de los principios de sus operaciones. Jung nos brinda tres principios. El primero de ellos es el principio de los opuestos. Cada deseo inmediatamente sugiere su opuesto. Por ejemplo, si tengo un pensamiento positivo, no puedo dejar de tener el opuesto en algún lugar de mi mente. De hecho, es un concepto bastante básico: para saber lo que es bueno debo conocer lo malo, de la misma forma que no podemos saber lo que es negro sin conocer lo blanco; o lo que es alto sin lo bajo.

Esta idea me sobrevino cuando tenía unos once años. Recuerdo que ocasionalmente me dio por salvar a muchas criaturitas inocentes del bosque que de alguna forma se habían herido (me temo que muchas veces provocándoles la muerte). Una vez intenté curar a un petirrojo, pero cuando lo alcé en mi mano, me deslumbró un halo de luz del sol y me llevé la mano a la cara. En ese momento pasó por mi mente la idea de que podía haberlo aplastado. Imagínense, no me gustaba nada la idea, pero me vino innegablemente.

De acuerdo con Jung, es la oposición la que crea el poder (o libido) del psiquismo. Es como los dos polos de una batería, o la escisión de un átomo. Es el contraste el que aporta la energía, por lo que un contraste poderoso dará lugar a una energía fuerte y un contraste débil provocará una energía pobre.

El segundo principio es el principio de equivalencia, donde la energía resultante de la oposición se distribuye equitativamente en ambos lados. Así, cuando yo sostenía a aquel pajarito en mi mano, existía una energía que me impulsaba a ayudarle; así como también otra de iguales características que me dirigía a aplastarle. Intenté ayudar al pájaro, por lo que toda esa energía se distribuyó en los variados comportamientos dirigidos a ese fin. Pero, ¿qué pasó entonces con la otra parte?.

Bueno, eso depende de la actitud que uno tome con respecto a ese deseo no satisfecho. Si mantenemos ese deseo de forma consciente; es decir, que somos capaces de reconocerlo, entonces provocamos un aumento de calidad en el funcionamiento psíquico; esto es, crecemos.

Si por el contrario, pretendemos negar que este pensamiento estuvo ahí, si lo suprimimos, la energía se dirigirá hacia el desarrollo de un complejo. El complejo es un patrón de pensamientos y sentimientos suprimidos que se agrupan (que establecen una constelación) alrededor de un tema en concreto proveniente de un arquetipo. Si negamos haber tenido un pensamiento relacionado con aplastar el pájaro, podríamos poner esa idea en una de las formas ofrecidas por la sombra (nuestro "lado oscuro"). O si un hombre niega su lado emocional, su emocionalidad puede encontrar su forma de expresión dentro del arquetipo de anima.

Aquí es donde empiezan los problemas. Si pretendemos que en toda nuestra vida somos absolutamente buenos; que ni siquiera tenemos la capacidad de mentir y engañar; de robar y matar, entonces cada vez que seamos buenos, nuestra otra parte se consolidará en un complejo alrededor de la sombra. Ese complejo empezará a tomar vida propia y te atormentará da alguna manera. Puedes verte sufriendo de pesadillas donde ¡aplastas a pequeños pájaros!.

Si el complejo dura mucho tiempo, puede llegar a "poseerte" y puedes terminar con una personalidad múltiple. En la película "The Three Faces of Eve" (Las Tres Caras de Eva), Joanne Woodward daba vida a una mujer dulce y retraída que eventualmente iba descubriendo que salía a la calle los sábados en la noche, asumiendo una identidad contraria. No fumaba, y sin embargo encontraba paquetes de cigarrillos en su bolso; no bebía, más se levantaba con resaca y no flirteaba con hombres, aunque encontraba ropas en su habitación de lo más sexy. Es importante decir aquí, que a pesar de que el trastorno de personalidad múltiple es raro, cuando aparece no tiende a presentarse de una manera tan extrema, tipo blanco y negro.

El último principio es el principio de entropía, el cual establece la tendencia de los opuestos a atraerse entre sí, con el fin de disminuir la cantidad de energía vital a lo largo de la vida. Jung extrajo la idea de la física, donde la entropía se refiere a la tendencia de todos los sistemas físicos de solaparse; esto es, que toda la energía se distribuya eventualmente. Si, por ejemplo, tenemos un calentador en la esquina de una habitación, con el tiempo el salón completo se calentará.

Cuando somos jóvenes, los opuestos tienden a ser muy extremos, malgastando una gran cantidad de energía. Por ejemplo, los adolescentes tienden a exagerar las diferencias entre sexos, siendo los chicos más machos y las chicas más femeninas, por lo que su actividad sexual está investida de grandes cantidades de energía. Además, estos oscilan de un extremo a otro, siendo locos y salvajes en un momento y encontrando la religión en otro.

A medida que nos vamos haciendo mayores, la mayoría de nosotros empieza a sentirse cómodos con nuestras facetas. Somos un poco menos idealistas e ingenuos y reconocemos que somos una combinación de bueno y malo. Nos vemos menos amenazados por nuestros opuestos sexuales y nos volvemos más andróginos. Incluso, en la edad de la vejez, las mujeres y los hombres tienden a parecerse más. Este proceso de sobreponernos por encima de nuestros opuestos; el ver ambos lados de lo que somos, es llamado trascendencia.

El self

La meta de la vida es lograr un self. El self es un arquetipo que representa la trascendencia de todos los opuestos, de manera que cada aspecto de nuestra personalidad se expresa de forma equitativa. Por tanto, no somos ni masculinos ni femeninos; somos ambos; lo mismo para el Yo y la sombra, para el bien y el mal, para lo consciente y lo inconsciente, y también lo individual y lo colectivo (la creación en su totalidad). Y por supuesto, si no hay opuestos, no hay energía y dejamos de funcionar. Evidentemente, ya no necesitaríamos actuar.

Si intentamos alejarnos un poco de las consideraciones místicas, sería recomendable que nos situáramos en una postura más centralista y equilibrada de nuestra psique. Cuando somos jóvenes, nos inclinamos más hacia el Yo, así como en las trivialidades de la persona. Cuando envejecemos (asumiendo que lo hemos hecho apropiadamente), nos dirigimos hacia consideraciones más profundas sobre el self y nos acercamos más a las gentes, hacia la vida y hacia el mismo universo. La persona que se ha realizado (que ha desarrollado su sí mismo- su self) es de hecho menos egocéntrica.

Sincronicidad

A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los procesos psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología está relacionada con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuesto también, en algunos teóricos de la personalidad.

Con respecto a los autores que revisamos en este libro, los freudianos y los conductuales tienden a ser mecanicistas, mientras que los neofreudianos, humanistas y existencialistas tienden a la postura teleológica. Jung cree que ambos juegan algún papel, pero añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad.

La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. Una vez, un paciente me describía un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente colectivo.

Jung nunca se aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas.

El otro mundo es llamado maya, que significa ilusión y se considera un sueño de Dios o como un baile de Dios; esto es, Dios lo ha creado, pero no es real en sí mismo. Nuestros Yo individuales reciben el nombre de jivatman o almas individuales, siendo también algo parecido a una ilusión. Todos nosotros somos extensiones del único y supremo Atman o Dios, el cual se permite olvidarse un poco de su identidad para volverse aparentemente separado e independiente volviéndose cada uno de nosotros. Pero de hecho, nunca estamos separados del todo. Cuando morimos, nos despertamos siendo lo que realmente fuimos desde el principio: Dios.

Cuando soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro inconsciente personal, acercándonos cada vez más a nuestra esencia: el inconsciente colectivo. Es precisamente en estos estados cuando somos más permeables a las "comunicaciones" de otros Yo. La sincronicidad hace de la teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatible con los fenómenos parapsicológicos, sino que incluso intenta explicarlos.

Introversión y extroversión

Jung desarrolló una tipología de la personalidad que se ha vuelto tan popular que mucha gente cree que él no hizo nada más. Esta empieza con la diferencia entre introversión y extroversión. Las personas introvertidas prefieren su mundo interno de pensamientos, sentimientos, fantasías, sueños y demás, mientras que las extrovertidas prefieren el mundo externo de las cosas, las actividades y las personas.

Estos términos se han confundido con vocablos como timidez y sociabilidad, debido en parte a que los introvertidos suelen ser tímidos y los extrovertidos tienden a ser más sociables. Pero Jung se refería más a cuán inclinados estamos (nuestro Yo) hacia la persona y la realidad externa o hacia el inconsciente colectivo y sus arquetipos. En este sentido, el sujeto introvertido es un poco más maduro que el extrovertido, aunque bien es cierto que nuestra cultura valora más al extrovertido…y Jung ¡ya nos avisó de que todos nosotros tendemos a valorar nuestro propio tipo por encima de cualquier otra cosa!.

En la actualidad, encontramos la dimensión de introversión-extroversión en varias teorías, de las cuales destaca de forma notable la de Hans Eysenck, aunque esta dimensión se esconda bajo los nombres alternativos de "sociabilidad" y "surgencia".

Las funciones

Aún cuando seamos introvertidos o extrovertidos, está claro que necesitamos lidiar con el mundo, tanto interno como externo. Y cada uno de nosotros posee su propia manera de hacerlo, de manera más o menos cómoda y útil. Jung sugiere que existen cuatro maneras o funciones de hacerlo:

La primera es la de las sensaciones, que como indica la propia palabra supone la acción de obtener información a través de los significados de los sentidos. Una persona sensible es aquella que dirige su atención a observar y escuchar, y por tanto, a conocer el mundo. Jung consideraba a esta función como una de las irracionales, o lo que es lo mismo, que comprende más a las percepciones que al juicio de la información.

La segunda es la del pensamiento. Pensar supone evaluar la información o las ideas de forma racional y lógica. Jung llamó a esta función como racional, o la toma de decisiones en base a juicios, en vez de una simple consideración de la infomación.

La tercera es la intuición. Este es un modelo de percepción que funciona fuera de los procesos conscientes típicos. Es irracional o perceptiva como la sensación, pero surge de una bastante más compleja integración de grandes cantidades de información, más que una simple visión o escucha. Jung decía que era como "ver alrededor de las esquinas".

La cuarta es el sentimiento. Es el acto de sentir, como el de pensar. Es una cuestión de evaluación de la información. En este caso está dirigida a la consideración de la respuesta emocional en general. Jung le llamó racional; evidentemente no de la manera en que estamos acostumbrados a usar el término.

Todos nosotros poseemos estas funciones. Diríamos que simplemente la usamos en diferentes proporciones. Cada uno de nosotros tiene una función superior que preferimos y que está más desarrollada.; otra secundaria, de la cual somos conscientes de su existencia y la usamos solo para apoyar a la primera. También tenemos una terciaria, la cual está muy poco desarrollada y no es muy consciente para nosotros y finalmente una inferior, la cual está muy pobremente desarrollada y es tan inconsciente que podríamos negar su existencia en nosotros.

La mayoría de nosotros sólo desarrolla una o dos de las funciones, pero nuestra meta debería ser desarrollar las cuatro. Una vez más, Jung considera la trascendencia de los opuestos como un ideal.

Valoración

Katharine Briggs y su hija Isabel Briggs Myers encontraron tan valiosos los tipos y funciones de Jung de las personalidades que decidieron desarrollar un test, el Myers-Briggs Type Indicator (el Indicador de Tipo Myers-Briggs). Llegando a ser uno de los tests más populares y estudiados de cuantos hay.

A partir de las respuestas de más o menos 125 preguntas, se nos sitúa en uno de los 16 tipos, estableciendo una inclusión definitiva en dos o tres tipos. El resultado del tipo al que pertenecemos dice muy poco de nosotros (por ejemplo, nuestros gustos o disgustos, nuestras elecciones de carrera, nuestra compatibilidad con los demás y así sucesivamente). En general, a muchas personas les gusta el test, ya que tiene la particularidad de ser uno de los pocos tests que posee la inusual cualidad de no ser demasiado juicioso: ninguno de los tipos resultantes es exageradamente negativo ni tampoco extremadamente positivo. En vez de valorar cuán "loco" estás, simplemente abre tu personalidad a la exploración.

El test tiene cuatro escalas. La Extrovesrión-introversión (E-I) es la más importante. Los investigadores que han aplicado el test han hallado que el 75% de la población es extrovertida.

La siguiente es la de Sensación-intuición (S-N), con cerca del 75% de la población siendo sensible.

La próxima es la de Pensamiento-sentimiento (T-F). Aunque los resultados en las poblaciones estudiadas se reparten casi por igual, los investigadores han hallado que cerca de dos tercios de los hombres pertenecen a la primera categoría, mientras que otros dos tercios de las mujeres son sentimentales. Estos resultados se podrían considerar un tanto estereotipados, pero debemos tomar en cuenta que los junguianos consideran de igual valor tanto al pensamiento como al sentimiento y que, por supuesto, un tercio de los hombres son sentimentales y que otro tercio de las mujeres utilizan prioritariamente el pensamiento. Además, debemos considerar que la sociedad sí establece diferencias de valor entre el pensamiento y el sentimiento. Desde luego que un hombre sentimental y una mujer excesivamente racional hallan dificultades para lidiar con las expectativas de los estereotipos de las personas en nuestra sociedad.

La última escala es la de Juicio-percepción (J-P), una escala incluida por Myers y Briggs y ausente de la teoría junguiana. Estas autoras decidieron incluirla con el fin de determinar cuál de las funciones podría ser superior. Generalmente, las personas juiciosas son más cautas y cuidadosas, incluso inhibidas en sus vidas. Las personas perceptivas tienden a ser más espontáneas e incluso en ocasiones descuidadas. La extroversión más una "J" supone que la persona es una pensadora o una sentimental. Ambos son poderosos. La extroversión más una "P" significa que estamos frente a una persona sensible o intuitiva. En el otro extremo, una persona introvertida con una "J" alta será un sensible o un intuitivo, mientras que otra introvertida con una "P" alta será un pensador o un sentimental. La J y la P están distribuidas de manera equitativa en la población.

Cada tipo está identificado por cuatro letras, tales como ENFJ. Estos han llegado a ser tan populares que incluso ¡podemos hallarlos en las matrículas de los coches!.

ENFJ (Extroversión sentimental con intuición). Estas personas son locuaces. Tienden a idealizar a sus amigos. Se comportan como buenos padres, pero tienen cierta tendencia a dejarse manipular por ellos. Llegan a ser buenos terapeutas, maestros, ejecutivos y comerciales.

ENFP (Extroversión intuitiva con sentimentalismo). Estas personas aman lo nuevo y las sorpresas. Son muy emotivos y expresivos. Son susceptibles de tener tensión muscular y tienden a estar hiperalertas. En general, es común que tiendan a sentir mucho su lado interno respecto a las emociones. Son buenos para las ventas, la publicidad, la política y la actuación.

ENTJ (Extroversión de pensamiento con intuición). Cuando pertenecen a un hogar, esperan mucho de sus parejas y sus hijos. Les gusta la organización y el orden y suelen ser buenos ejecutivos y administradores.

ENTP (Extroversión intuitiva con pensamiento). Son personas vivaces; nada aburridas o envejecidas. Como parejas, son un tanto peligrosas en lo económico. Son buenos para el análisis y poseen un gran espíritu empresarial. Tienden a establecerse en una posición superior con respecto a otros de forma muy sutil.

ESFJ (Extroversión sentimental con sensación). A estas personas les gusta la armonía. Tienden a presentar una postura de lo que "se debe" y "no se debe". Suelen ser dependientes, primero de sus padres y luego de sus parejas. Son personas muy sensibles que se relacionan con los demás con el corazón en la mano.

ESFP (Extroversión de sensación con sentimentalismo). Son muy generosos e impulsivos, teniendo una pobre tolerancia a la ansiedad. Pueden llegar a ser buenos amenizadores, les gustan las relaciones públicas y aman el teléfono. Deberían evitar grandes quebraderos de cabeza en los estudios, como las ciencias.

ESTJ (Extroversión de pensamiento con sensación).  Son personas muy responsables como parejas, padres y como trabajadores. Son realistas; con los pies sobre el suelo, más bién aburridos y avejentados y aman la tradición. Usualmente podemos verlos en clubes civiles.

ESTP (Extroversión de sensación con pensamiento). Son personas orientadas hacia la acción, usualmente sofisticadas e incluso arriesgadas (nuestro James Bond). Como parejas son encantadores y excitantes, pero presentan problemas a la hora de comprometerse. Se realizan como buenos promotores, empresarios y artistas de la farándula.

INFJ (Introversión intuitiva con sentimentalismo). Estos son los típicos estudiantes serios y aquellos trabajadores que realmente quieren contribuir. Son muy intimistas y se hieren con facilidad. Son buenas parejas, pero tienden a ser muy reservados físicamente. Las personas creen con frecuencia que son psíquicos. Se establecen como buenos terapeutas, practicantes, ministros y demás.

INFP (Introversión sentimental con intuición). Estas personas son idealistas, sacrificadas y con cierta reserva o distancia de los demás. Son muy familiares y hogareños, pero no se relajan con facilidad. Les hallamos con frecuencia entre los psicólogos, arquitectos y religiosos, pero nunca entre los hombres de negocios. Tanto Jung como yo, admiramos a este tipo de personas. ¡Claro, Jung y yo somos así!.

INTJ (Introversión intuitiva con pensamiento). Es el grupo más independiente de todos. Aman las ideas y la lógica y por tanto son muy dados a la investigación científica. Son más bien particulares en su forma de pensar.

INTP (Introversión de pensamiento con intuición). Estos son los llamados ratas de biblioteca. Son personas preocupadas, fieles y fácilmente pasan desapercibidos. (Como ejemplo reciente, en la película "What women want" con Mel Gibson y Helen Hunt, aparece un personaje de mujer en la empresa donde trabaja el personaje de Gibson que pasa plenamente desapercibida por los demás y ella está constantemente pensando en esta situación. N.T.). Tienden a ser muy precisos en el uso del lenguaje. Son buenos para la lógica y las matemáticas y se hacen buenos filósofos y científicos teóricos, pero nunca escritores o comerciales.

ISFJ (Introversión de sensación con sentimentalismo). Son personas serviciales y están muy dirigidos al trabajo. Pueden presentar fatiga y tienden a sentirse atraídos por los gamberros. Son buenos enfermeros, profesores, secretarios, practicantes, bibliotecarios, empresarios de negocios medios y amas de llaves.

ISFP (Introversión sentimental con sensación). Son tímidos y retraídos; poco habladores, pero les gustan los actos que tengan que ver con actividades sensuales. Les gusta la pintura, el dibujo, la escultura, la composición musical, el baile (las artes en general) y la naturaleza. No son muy buenos en el compromiso sentimental.

ISTJ (Introversión de sensación con pensamiento). Son los llamados pilares dependientes de la fuerza. Usualmente intentan modificar las formas de ser de sus parejas y de otras personas. Llegan a ser buenos analistas bancarios, auditores, contables, inspectores de hacienda, supervisores de librerías y hospitales, negociantes, educadores de física y maestros, e incluso, buenos boy scouts.

ISTP (Introversión de pensamiento con sensación). Son personas orientadas a la acción y libres de miedo, y buscan el riesgo. Son impulsivos y peligrosos de detener. Les encantan las herramientas, los instrumentos y las armas, y usualmente se convierten en expertos técnicos. No están interesados en absoluto en las comunicaciones y con frecuente son mal diagnosticados como disléxicos o hiperactivos. Tienden a ser malos estudiantes.

Incluso sin haber sido examinado por el test, bien podríamos reconocernos en alguno de los tipos descritos. O mejor, ¡pregunten a otros; es muy probable que sean más precisos en su valoración de nosotros!. Pero, si lo prefiere, puede descargarse un test gratuito en Internet que parte de Jung. La dirección es The Keirsey Temperament Sorter. ¡Se lo recomiendo!.

Discusión

Muchas personas creen que Jung tiene mucho que decir sobre ellos. Estas incluyen escritores, artistas, músicos, directores de cine, teólogos, clérigos de cualquier religión, estudiantes de mitología y, por supuesto, algunos psicólogos. Ciertos ejemplos que me vienen a la mente serían el mitólogo Joseph Canpbell, el cineasta George Lucas y la autora de ciencia ficción Ursula K. Le Guin. Cualquiera que esté interesado en la creatividad, espiritualidad, fenómenos psíquicos, lo universal y esos temas, encontrará en Jung una buena guía.

Pero los científicos, incluyendo a la mayoría de los psicólogos, tienen bastantes problemas con Jung. Este no solamente apoya completamente el punto de vista teleológico (como hacen la mayoría de los psicólogos de la personalidad), sino que va un paso más allá, metiéndose en las interconexiones místicas de la sincronicidad. No solamente postula la existencia de un inconsciente donde las cosas no son fáciles de captar por el ojo empírico, sino que además establece un inconsciente colectivo que nunca ha estado ni llegará a la consciencia.

De hecho, Jung se acoge a una postura esencialmente contraria a la corriente reduccionista; empieza por los niveles más altos (incluso hasta la espiritualidad misma) y deriva los niveles más bajos de psicología y fisiología a partir de ellos.

Incluso aquellos psicólogos que aplauden su teleología y su antireduccionismo no se sienten cómodos con él. De la misma manera que hace Freud, Jung intenta atraer todo hacia su sistema. Tienen poca cabida la casualidad, los accidentes o las circunstancias. La personalidad ( y la vida en general) parece "sobre-explicada" en la teoría junguiana.

He observado que su teoría atrae con frecuencia a estudiantes que tienen problemas para lidiar con la realidad. Sabemos que, cuando el mundo, especialmente el mundo social, se hace demasiado difícil, algunas personas se retraen en la fantasía. Algunos por ejemplo, simplemente se hacen ayudantes de cocina cortando patatas; otros, sin embargo, acogen ideas muy complejas que pretenden explicarlo todo. Algunos se meten en religiones gnósticas o tántricas, aquellas que presentan complejas figuras religiosas de ángeles y demonios, de cielos e infiernos, y se embarcan en discusiones interminables sobre los símbolos. Algunos otros se vuelcan sobre Jung. Desde luego, no hay nada malo en esto; pero para alguien que está alejado de la realidad, estas posturas decididamente poco le van a ayudar.

Estas críticas no empañan a las fundaciones que han surgido a partir de la teoría de Jung, pero deberíamos tener un cierto cuidado con ellas.

Las cuestiones positivas

En el lado positivo, podríamos destacar las aportaciones de Myers-Briggs y otros tests, elaborados a partir de la obra de Jung. Dado que estas pruebas no colocan al sujeto en dimensiones entre "bueno" y "malo", son bastante menos "perseguidoras". Simplemente hacen que las personas sean más conscientes de cómo son.

A primera vista, los arquetipos de Jung parecería la idea más extraña, aún cuando se ha demostrado que son muy útiles para el análisis de los mitos, cuentos de hadas, literatura en general, simbolismo artístico y exposiciones religiosas. Aparentemente capturan algunas de las "unidades" básicas de nuestra propia expresión. Muchas personas han sugerido que son solamente muchos caracteres e historias del mundo real, y que solamente nos limitamos a reorganizar los detalles de las mismas.

Esta postura sugiere que los arquetipos de hecho se refieren a algunas estructuras profundas de la mente humana. Después de todo, desde la perspectiva fisiológica, venimos a este mundo con una cierta estructura. Vemos de una determinada manera, al igual que oímos; procesamos la información de forma particular, nos comportamos así, dado que nuestras glándulas y músculos están diseñados de una forma determinada. Es importante destacar que al menos un psicólogo cognitivo ha sugerido la búsqueda de las estructuras subyacentes de los arquetipos junguianos.

Finalmente, Jung nos ha abierto los ojos a las diferencias entre el desarrollo infantil y el adulto. Los niños claramente enfatizan sobre la diferenciación (separando una cosa de otra) en el aprendizaje. "¿Qué es eso?"; "¿por qué eso es así y no de la otra forma?" "¿de qué tipo de cosas es esa cosa?". Activamente buscan la diversidad. Y muchas personas, incluyendo a varios psicólogos, se han impresionado tanto por esto que han llegado a la conclusión de decir que todo el desarrollo infantil es una cuestión de diferenciación, de aprender más y más "cosas".

Pero con respecto a los adultos, Jung ha enfatizado la idea de que éstos tienden más a la integración para la trascendencia de los opuestos. Los adultos buscamos las conexiones entre las cosas; cómo encajan entre ellas, cómo interactúan; cómo contribuyen a un todo. Queremos que las cosas tengan sentido, que tengan un significado; en definitiva, el propósito de todo esto. Los niños desenmarañan el mundo; los adultos intentan recoger las piezas y unirlas.

Conexiones

Por un lado, Jung se mantiene atado a sus raíces freudianas. Enfatiza el inconsciente más de lo que hacen los freudianos. De hecho, podría verse como una extensión lógica de la tendencia freudiana a situar las causas de las cosas en el pasado. Freud también habló de los mitos (Edipo, por ejemplo) y de cómo impactan al psiquismo moderno.

Por otro lado, Jung tiene mucho en común con los neo-freudianos, humanistas y existencialistas. El cree que estamos hechos para el progreso, para movernos en una dirección positiva, no solamente con un fin adaptativo, como los freudianos y los conductuales defienden. Su idea sobre la autorealización es muy similar a la de auto-actualización.

El equilibrio o balance de los opuestos ha encontrado también su contraparte en otras teorías. Autores como Alfred Adler, Otto Rank, Andreas Angyal, David Bakan, Gardner Murphy y Rollo May hacen referencias a la búsqueda de un equilibrio entre dos tendencias opuestas, una dirigida al desarrollo individual y la otra hacia el desarrollo del interés social o compasión. Rollo May menciona una mente compuesta de "daimones" (pequeños dioses) tales como el deseo de sexo, de amor y de poder. Todos son positivos mientras están en su lugar, pero cuando envuelven a toda la personalidad, tendremos "posesiones daimónicas" o enfermedad mental.

Por último, le debemos a Jung una mayor apertura de la interpretación, ya sea relacionada con síntomas, con sueños o con asociaciones libres. Mientras que Freud desarrolló una interpretación más o menos rígida (especialmente la sexual), Jung se permitió ir un poco más allá, dirigiendo su idea más bien hacia una interpretación más "mitológica" del libre albedrío, donde prácticamente cualquier cosa podía significar, de hecho, cualquier cosa. El análisis existencial, en particular, se ha beneficiado de las ideas junguianas.

Lecturas

La mayoría de los escritos de Jung están contenidos en The Collected Works of Carl G. Jung. Es mi deber decirles que la mayoría de su trabajo no es fácil de leer, pero contiene suficientes temas de interés que lo hacen merecedor de hacer un esfuerzo.

Si usted está interesado por algo un poco más sencillo, existe una autobiografía llamada Memories, Dreams, Reflections, escrita junto a su estudiante Aniela Jaffé. Tiene una buena introducción, siempre y cuando se haya leído el primer capítulo que le antecede.

 Para obtener información de un buen sitio en Internet, con accesos a otras páginas, visite el WEB de Matthew Clapp Jung Index en la dirección:  HIPERVÍNCULO http://www.jungindex.net/ 
Para accesos en castellano, visite:  HIPERVÍNCULO http://www.psiconet.org/jung/.