Las reflexiones del ‘Papa Negro’ “En Venezuela el sistema es militar-cívico y una tiranía de la mayoría

Las reflexiones del ‘Papa Negro’



“En Venezuela el sistema es militar-cívico y una tiranía de la mayoría

“El obrero no se mide por la eficiencia, sino porque es obrero. Estamos en una mina que no sabemos cuándo explota”

La Iglesia venezolana está tan dividida como el país y la jerarquía eclesiástica está sesgada a favor de la Oposición


O.Parra


Recientemente nombrado como el principal de la Compañía de Jesús a nivel mundial, el padre Arturo Sosa siempre se ha mostrado crítico con la situación de Venezuela, tal como lo demuestra en estas reflexiones quien fuera rector de la Universidad Católica del Táchira, en una conferencia que dictó en 2014 en la ciudad de Bogotá, Colombia:

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Uno, que algunos aspectos del punto de partida, adonde me ubico para hacer eso.

Un segundo punto, que es tratar de caracterizar al régimen chavista, o sea, cómo se caracterizaría desde el punto de vista de la ciencia política, espero.

Un tercer punto, que es cómo se puede pasar -si es que se puede pasar- de la oposición a la creación de una alternativa, ojalá democrática.

En este momento yo siento que Venezuela es una sociedad herida. Herida y resentida. Heridas que han producido resentimiento. Resentimientos que han producido nuevas heridas y nuevos resentimientos y eso es una herida que se va ahondando, no se va restañando, no se va curando. Esa herida -me refiero a heridas sociales y políticas, no a otro tipo de heridas, que también pueden haberlas y las hay-, esa situación de esa herida y esos resentimientos que existen en la sociedad venezolana, cada vez más patentes, ponen en riesgo el espacio público, ponen en riesgo la política, creo yo que es el mayor riesgo que corre en este momento la sociedad venezolana, porque ustedes lo saben por experiencia de muchos años, cuando no hay espacio público, cuando no hay capacidad política de ponerse de acuerdo de encontrar vías de solución a los conflictos, ¿qué sucede? Sucede la violencia o la guerra. La guerra es la expresión de lo que no es la política. Es la solución de los conflictos por la vía de la fuerza.

La sociedad venezolana está en ese borde, corriendo ese enorme riesgo de que la política no sea el modo de resolver los conflictos -que son muchos- y de poder curar las heridas, sino que se vaya a otro.

Otro elemento de estos, a los que llamo punto de partida, tiene que ver con la convicción, también, de que a partir del fallecimiento de Hugo Chávez se abre una nueva etapa en la política venezolana. El ciclo de la vida de Chávez también fue un ciclo de la vida política. Ese nuevo ciclo que les describo no está perfectamente definido, pero no es lo mismo el chavismo con Chávez al frente, Chávez vivo, que el chavismo después de la muerte del ex presidente. Siendo que es el mismo movimiento, es en esta nueva etapa a la que me refiero, que se corre el mayor riesgo de una pérdida de la posibilidad de la política como modo de solucionar conflictos.

Lo segundo que quería comentar tiene que ver con cómo caracterizar al régimen chavista. Esa pregunta desde el punto de vista político y politológico es muy importante, porque no es lo mismo enfrentarse a una dictadura que a un régimen democrático, o a una monarquía. Caracterizar el régimen es una de las cosas más importantes y la más difícil, en el caso venezolano porque existen muchos prejuicios ideológicos y adjetivos; se usa más adjetivos que intentan calificarlo, que tengan algún fundamento en la reflexión analítica.

15 años de gobierno chavista no han logrado establecer las bases de una nueva legitimidad política, ni la del chavismo ni otra, entonces me refiero a este régimen como un sistema de dominación, no como un sistema legítimo.

La primera anotación que haría sobre el chavismo es que estamos al frente de un sistema de dominación, no frente a un sistema político que tiene legitimidad para funcionar tranquilamente.

La lucha por el poder se convierte en la prioridad, por fortalecer el poder y no perderlo. Ese es el punto prioritario. Si pierdo el poder ya no soy quien domina, ya no son quienes mantienen la dominación sobre nosotros. Eso también es una distorsión, porque entonces la política está en una lucha por el poder y yo suelo decir que es el poder desnudo.

Este sistema de dominación se autodenomina cívico-militar. No lo digo yo, la propuesta chavista se autodenomina cívico-militar. Se reconoce desde el comienzo que la lógica militar forma parte esencial del sistema de dominación o del régimen que se está implantando.

Si yo lo dijera, lo diría al revés: diría que es un sistema militar-cívico, porque el peso de lo militar es más importante. La influencia de lo militar en cuanto a la lógica de cómo funciona el régimen, obviamente en una alianza con lo civil y demuestra una profunda vinculación a lo que es lo militar y lo que ha sido el militarismo en América Latina, aunque algunos no estarían tan de acuerdo en llamarlo de una vez militarista, pero por ahí está la cosa. No está muy lejos.

Otra característica importante es el elemento de la convicción “estatista”. Este es un régimen estatista; es decir, piensa en función de la identificación entre Estado y sociedad. Eso es una cosa sumamente grave, cuando se siente que el Estado es la sociedad.

Pero el estatismo formulado como los formulan los voceros del régimen, confunde. Identifica sociedad y Estado como lo mismo, cuando lo correcto es que la sociedad no es el Estado. Además, en el caso venezolano se tiene un fundamento histórico que hay que mantenerlo siempre en la mente, que es la existencia, por más de cien años, de un Estado que vive autónomamente de la renta petrolera.

La sociedad venezolana durante muchos años no vive de lo que produce, vive de lo que recibe por un bien que no es producido y que es un bien natural. Entonces quiere decir que los niveles de vida de la sociedad venezolana están por encima de su capacidad productiva, gracias a ese plus que ofrece la renta petrolera.

El régimen, además de estatista, tiene otra característica resaltante y es que posee la cualidad de centralista: un Estado que concentra el poder. Y el gobierno se concentra en el Presidente. Tenemos una larga tradición presidencialista que además está también fundada en la tradición caudillista, en la tradición monárquica, como ustedes quieran. Ese personalismo que se centra en la figura del presidente. Estoy diciendo, en otras palabras, que nosotros estamos frente a un régimen estatista, autocrático, presidencialista.

De ahí a la dictadura hay un paso, la tendencia es para allá, pero una monarquía no siempre es dictatorial, este camino lleva más bien hacia la dictadura. Pero a eso hay que añadirle otro elemento para poner la cosa más compleja. Este régimen estatista, autocrático y presidencialista tiene apoyo de las masas, cosa que no es necesario porque tenemos la monarquía también. También las monarquías subsisten porque tienen apoyo de las masas. Apoyo que se muestra en elecciones, en movilizaciones y en la red la que se mantiene y se logra con los programas sociales. O sea, la distribución de las rentas.

La distribución de las rentas no es un problema sólo económico, de justicia social, de que la gente tenga como recibir sus recursos; sino que además, se convierte en la manera como se obtiene y se mantiene el apoyo político. Para poder entrar en la red tú tienes que apoyar el uso de la renta. No es por justicia, no es que a ti te corresponde y yo (Estado) te lo doy si tú lealmente me soportas; sin lealtades políticas que son muy difíciles de romper porque se depende de eso. Además, el chavismo lo llama con un nombre muy bonito: “democracia participativa y protagónica”, que es superior a la democracia representativa. Es decir, que estamos avanzando en la democracia.


La tiranía de la mayoría

Hay muchas culturas y ninguna es mayoritaria o hay algunas mayoritarias y otras minoritarias. Se tiene que respetar ese espacio minoritario. La tiranía de la mayoría ¿qué hace? Que la mayoría ocupa todo el espacio público y expulsa el resto de las minorías. No respeta las minorías, no las reconoce, eso es lo que nosotros estamos viviendo.

La tiranía de la mayoría, por supuesto, produce tensiones, porque si la minoría se sabe minoría pero no está considerada, entonces se pone opositora, no únicamente parte de ese juego.

En el caso del régimen chavista en los últimos años es todavía más tenso, porque la mayoría es muy pequeña. Las elecciones del año pasado presidenciales, el porcentaje de diferencia fue 1,5%, no llegó al 2%. Entonces yo soy mayoría, pero ¿qué mayoría soy? Yo no puedo simplemente porque tengo esa mayoría, ocupar todo el espacio porque sí. Es hablar en nombre de toda la sociedad sin reconocer la otra parte de la sociedad.


Las dos oposiciones

No existe en Venezuela una alternativa política al chavismo, es decir, otra propuesta que pueda ser escogida entre uno y otro. Lo que existe, lo que ha existido durante todos estos años, es una oposición al régimen chavista que une a todos aquellos que por una razón o por otra están en contra del chavismo. Pero el punto de unión es negativo. La sociedad se pregunta: ¿no hay chavismo?, ¿qué hay? Ahí las respuestas son variadas y ninguna es una alternativa política que tenga una fuerza social o unas organizaciones que lo respaldan, que hagan posible que esa fuerza social se convierta en gobierno, con un proyecto y con un programa. Eso no existe en Venezuela.

Precisamente ese es el drama venezolano: la inexistencia de una ciudadanía madura organizada y con propuestas que sean realmente alternativas.

La oposición que existe se pudiera clasificar en dos grandes corrientes: la oposición -vamos a llamarla A- que caracteriza al régimen chavista como dictadura y, por tanto, se enfoca en la salida a la dictadura, que sólo puede ser por la fuerza, porque ninguna dictadura entrega el gobierno por las buenas. Frente a una dictadura lo que hay que hacer es derrocarla. Esta oposición A busca crear las condiciones para el derrocamiento y eso sucedió en Venezuela por lo menos tres veces en estos 15 años y la última, en los últimos 6 meses, con el último esfuerzo de crear las condiciones para el derrocamiento de la dictadura.

La otra corriente -llamémosla oposición B-, que se propone generar una alternativa, considera que a la democracia sólo se llega democráticamente. No es posible llegar a la democracia por la vía de la fuerza. Derrocar una dictadura por la fuerza lo que va a provocar es otra dictadura, y lo más seguro es que sea una dictadura militar, porque son los que pueden realmente en última instancia derrocar un gobierno que también tiene base militar.


¿Cómo se construye la base social de la democracia?

A la democracia sólo se llega por la vía democrática y por tanto, hay que construir la base social de la democracia. ¿Cómo se construye la base social de la democracia? Con paciencia y salivita. Es un proceso de largo plazo, porque hay que crear al ciudadano. Hay que lograr que la ciudadanía sea la identidad de la gente, del pueblo y con salivita digo, porque hay que hablar mucho. Es hablar y es convencer, no hay otro modo de construir una fuerza social democrática que no sea a base de convencer, de lo contrario, estamos hablando de otra cosa que no es la democracia.

Uno de los mayores éxitos del chavismo, desde el punto de vista político, es que es visto, dentro y fuera del país, como socialmente preocupado, como justiciero, como quien propugna la justicia social y como quien pone de relieve las necesidades de la gente pobre y que necesita atender a esos sectores de la sociedad.

La oposición no ha logrado esa imagen, ni dentro ni fuera del país, por lo que mucha gente que no se considera a sí misma chavista, tampoco se considera de oposición.

Ustedes habrán oído mil veces decir que Venezuela está partida en dos. Mentira podrida. No está partida en dos, está partida en muchos más pedazos y los extremos ideológicos -el chavismo y la oposición radical- son minoritarios. Son grupos que pueden andar, quizás, en un 20% cada uno. Pero hay otro grupo inmenso, más del 50 – 60% de la población, que ansía otra cosa, pero que en este momento no confía en ninguna alternativa distinta al chavismo, especialmente los sectores populares. Si hay un gobierno que no sea chavista, ¿cómo quedamos nosotros ahí? se preguntan. La respuesta, si viene desde la cultura rentista, es muy peligrosa, porque tú estás esperando un gobierno que distribuya la renta, no estás esperando un gobierno o un régimen político que te empuje a trabajar o a la producción.

En los últimos años, muchos ya, desde el año 89 para acá, cuando el famoso “Caracazo”, después con los golpes de estado del 92, después con las transiciones al chavismo, después con el 2002 y sobre todo en este último año, los venezolanos hemos descubierto la violencia soterrada que existe en la sociedad. Ha hecho aparición la violencia como instrumento también político. Y eso, la violencia de los que intentan golpes de estado, la violencia de los que se oponen y también la violencia del gobierno. La violencia represiva que ha tenido sus episodios anteriores contra la lucha con la guerrilla en los 60, pero ahora también.


El tema de la legitimidad y los falsos dilemas

El tema de fondo de la situación venezolana es cómo se construye, cómo se funda una legitimidad política que permita que la sociedad pueda avanzar hacia donde se pongan de acuerdo. Ese es el tema de fondo. Y con ese tema viene la pregunta: ¿es la democracia el horizonte compartido?, y ahí la respuesta yo no la tengo. Yo no estoy seguro de que se pueda decir que la sociedad venezolana tiene suficiente músculo democrático para que cualquier régimen que se plantee como legítimo, es decir, que obtenga la legitimidad y sea realmente democrático.

Uno de los actores que ha estado muy sobre el tapete en este tiempo son los estudiantes y ustedes, me imagino, que estarán bastante al tanto de cómo se ha magnificado la presencia de los estudiantes. Bueno, yo ahí me atrevería a decir que esos estudiantes que son magnificados a través de los medios de comunicación y que son puestos como los héroes de la situación, no son los estudiantes, son algunos estudiantes vinculados con una visión antichavista. También en los estudiantes el mundo es bastante más largo que eso.

No son solamente estudiantes. Hay otra gente que también participa en esas movilizaciones. Sí hay un movimiento estudiantil que fundamentalmente es antichavista, y que la mayoría de los que forman parte de ese movimiento estudiantil son personas elegidas por sus compañeros de las universidades para distintos cuerpos de representación. Sin embargo, ese grupo es muy heterogéneo. Dentro del movimiento estudiantil hay el grupo más activo, el grupo que marca un poco la línea política, que es el grupo que está manejado desde los partidos. Son militantes de partidos políticos que están en las universidades y que son estudiantes y que forman parte del movimiento estudiantil.

Ese grupo es el más activo y es el grupo que marca un poco la pauta. Las acciones de los estudiantes son decididas. No en el estudiantado ni en la universidad, son acciones decididas en los partidos políticos, donde los estudiantes son los ejecutores. Incluso hay alguna organización que ni siquiera es estudiantil que participa en eso.

Ese movimiento estudiantil es un movimiento muy protestatario, como ustedes han visto por las imágenes que se han difundido, pero no tiene un programa político, un proyecto político más allá de decir esto no sirve. Pero entonces, ¿qué es lo que sirve?, o sea, ¿qué va más allá? Ahí entra en colisión con lo que es el pensamiento político de una clase media muy infectada de la anti-política en Venezuela, no solamente de ahora sino de antes. Parte del origen del chavismo tiene que ver con eso que yo llamo pensamiento mágico: gente que piensa políticamente con el pensamiento mágico y que están convencidos, sin ningún fundamento en la realidad, que si se cambia el gobierno las cosas se solucionan.

Piensan que basta con que no esté Maduro en la presidencia o que no esté Chávez en la presidencia para que las cosas mejoren. Creen que lo que hay que hacer es sustituir este gobierno que es tan malo, pues aparte de la ilusión de que las cosas son tan fáciles o no tan rápidas, no se plantea ni siquiera preguntas de fondo sobre la democracia. O preguntas tan de fondo como qué pasa con la cultura rentista cuando sabemos que el petróleo no es infinito. Esa situación es preocupante. La clase media de la cual los estudiantes opositores son su expresión vanguardista. Yo me he calentado muchas veces porque escucho a papás de los estudiantes diciendo “menos mal que alguien hace algo”. Están como diciendo que la generación de los estudiantes está haciendo lo que ellos no hicieron, pero hazlo. No lo hiciste antes, hazlo ahora y la responsabilidad es la misma.


No es verdad que sólo los ricos son opositores

Otra distorsión en la manera como se presenta la situación venezolana es que los pobres apoyan al chavismo y los ricos son los opositores. Eso no es verdad. En primer lugar, porque no hay tantos ricos en Venezuela como para que pueda haber una votación que alcance casi la mitad de la población y en que el mundo de los pobres todos son chavistas. Por eso dije antes, que la sociedad venezolana no está viviendo en dos bloques, sino en muchos bloques y dentro de los ricos hay mucha gente que puede ser chavista, y si no es chavista, sí le gusta el chavismo porque ha hecho muchos buenos negocios. Porque también es verdad que en durante el chavismo hay sectores que han logrado hacer enormes negocios. Sobre todo el sector bancario, se pone importador.

Por otra parte, el descontento en el mundo popular es muy grande respecto a que el gobierno es ineficiente y porque en este momento se vive una situación económica muy difícil. Con la escasez, los servicios públicos están muy mal llevados, pero el descontento ante la ausencia de alternativas se convierte en supervivencia y resignación, porque no hay otra cosa que hacer.


La pregunta es cuándo empezamos a dialogar

La pregunta importante, que no está respondida y que hay que responder pronto en Venezuela, no es si dialogamos o no, sino cuándo empezamos a dialogar, porque mientras más tarde, peor.

Colombia es un caso bien claro de eso. Eso hay que hacerlo y dialogar significa negociar y negociar significa reconocer al otro, significa ser capaces de, políticamente, sustentar la reconciliación social. Hay que sanar las heridas y ese es un proceso también muy largo. Lo mismo que se plantea ahorita en Colombia, pensando en el postconflicto, en caso de que se logre parar el conflicto armado. En Venezuela no hay el conflicto armado en las mismas condiciones, pero sí hay que hacer un proceso de reconciliación. Quizás no el mismo, pero sí un proceso de reconciliación para que la legitimidad tenga pie y tenga sustento.

Hay una cuestión que tiene que ver con lo económico, que tiene que ver con la cosa de la gasolina, con la industria, con la clase obrera. Es decir, si no se entiende bien el tema de la importancia del rentismo, lo demás se hace muy difícil. En una sociedad rentista pones controles estatales al flujo financiero y tratas de encerrar al país en un mundo que tiene una comunicación como la que tiene, con una ideología además muy simplificadora de los procesos sociales y económicos, que piensa que el Estado puede, por ejemplo, producir mejor el hierro que los privados. Se hace la cosa muy complicada y el tema de la clase obrera es un tema importante. Se hace una ley del trabajo que prácticamente le ponen todas las cortapisas posibles al empleo productivo, a la capacidad de producción, lo que genera una clase obrera que no está medida por su eficiencia o por su eficacia, sino que está medida porque es obrera.

En ese contexto, ya tienen una mina lista para explotar en cualquier momento, pero además el estatismo, del que hablé como característica del régimen, supone que lo privado no tiene espacio. El estatismo llevado a su extremo significa: “no queremos ni educación privada, ni industria privada, ni nada privado. Lo privado es anti-concepto de la sociedad que queremos”. Así que la industria ha terminado sufriendo por sus expropiaciones, por las restricciones de todo tipo. En un país que vive de la importación y que tiene un control de cambio, por supuesto que el inversor no quiere invertir, nadie se arriesga a invertir. El que se queda es porque tiene capacidad de supervivencia, porque puede operar con lo que tiene; pero si tiene que depender de insumos externos o tiene que depender del permiso del gobierno, entonces esa mentalidad tiene que ver con el tema de la gasolina, que es emblemático. Al encerrar la sociedad económicamente se producen tales distorsiones que ya no hay manera. La gasolina es el extremo, pero eso pasa con todo. La gasolina en Venezuela no cuesta, no tiene precio, se pierde todo lo que se usa de gasolina.


El contrabando

Sucede lo mismo con todos los alimentos subsidiados. Uno de los programas del gobierno es distribuir alimentos a la población más pobre, para eso los subsidios. Pero les subsidia alimentos importados con una diferencia de precios que es mucho más barato. Mucho mejor es traerlo para Colombia que usarlo en Venezuela.

Voy a poner esta anécdota que me parece que no es un problema muy grave, pero es muy significativa: un cura italiano que estaba ayudando a unas familias ahí en el Barrio El Río, en San Cristóbal, vio que tenían problemas de alimentación y consiguió una paca de arroz y le llevó la paca de arroz a la familia. Volvió a los días, y entonces le preguntó a la familia cómo les había ido, que si les alcanzaba. “Sí, sí estamos contentísimos”. Ajá, ¿y qué pasó? Agarraron la paca de arroz, se fueron para Cúcuta, vendieron la paca de arroz a precio colombiano y tenían dinero para hacer mercado. Todos estos controles lo que generan es corrupción, no solamente en materia de gasolina.

En Venezuela, ¿quién produce gasolina? solamente el Estado. En Venezuela, ¿quién vende gasolina? solamente el Estado. Entonces, con el perdón de la expresión latina, ¿cómo carajo se van 11 millones de litros mensuales para la Guajira Si no hay unos canales de corrupción extremadamente bien montados?

Eso ocurre, lo podemos decir, prácticamente con cualquier rubro de la actividad económica, el tema de la corrupción es obviamente un grave problema, pero no es un tema ético, es un tema de realidad. Uno de los profesionales peor pagados en Venezuela es el educador. Está muy mal pagado. Yo conozco bastantes docentes que redondean su sueldo vendiendo gasolina en Cúcuta. Como vendedores, ¿qué hacen? pues llenan el tanque de gasolina en Venezuela que les cuesta 6 bolívares llenar el tanque de 100 litros, van para Cúcuta, venden lo que pueden, se quedan con lo que necesitan para regresar y eso lo hacen una vez al mes. Con eso ganan más que yendo a clases todos los días en su escuela.

¿Qué se les dice a esas personas?, ¿que eso está mal? ¡Por supuesto que está mal! Él sabe que está mal, pero si se le dice que no lo haga, ¿con qué alimenta a su familia? Uno de los choferes de la Universidad Católica del Táchira, en la que trabajaba tiene un primo que tiene dos gandolas, los dos vehículos los utiliza para traer chatarra a Colombia. Trae la chatarra desde Ciudad Bolívar, desde Guayana, entonces al chofer le llena la tractomula de chatarra y le dan una paca de billetes junto con una lista de las alcabalas que tiene que pasar por las diferentes carreteras y cuánto tiene que dejar en cada una de las alcabalas. Ese negocio es tan bueno que pueden pagar las sopotocientas alcabalas que hay desde Ciudad Guayana hasta San Antonio del Táchira; pasar la tractomula para Colombia y vender la chatarra y la diferencia de precios es tan grande que vale la pena. Y eso se da con todos los productos.


Han sido muchas las elecciones

En la parte más política, es verdad que ha habido muchas elecciones y es verdad que las elecciones, a pesar de que mucha gente dice que son fraudulentas, no lo son en general. Más allá de los fraudes que hay en toda elección, pero son libres. Como no hay alternativas, ¿por qué está votando la gente? Se está votando por cómo se distribuye mejor la renta a favor suyo. Estamos hablando de una cultura vieja, no únicamente con el chavismo, también antes. Cuando ganaba Acción Democrática o ganaba Copei pasaba lo mismo. Es decir, que la gente no está votando por una alternativa de programa de gobierno, está votando por cómo ubicarse en el sistema de distribución de la renta o en el clientelismo. Y me preocupa un poco la intervención sobre el tema juvenil, a pesar de que mucha gente dice que uno de los resultados -entre comillas- positivos de todos estos años ha sido la politización. Yo tengo en mis dudas que es lo contrario. Esa es mi impresión, de un viejo de 65 años.


La juventud está despolitizada

La juventud venezolana hoy está más despolitizada que antes. Tiene no solamente poca tradición, o poco conocimiento de la tradición, sino poco interés en conocerlo. Es una juventud muy postmoderna en ese sentido, culturalmente hablando. Como postmoderna le interesa mucho más lo inmediato que lo anterior o lo posterior. Una juventud un poco inclinada a participar en organizaciones estables, que es lo que tiene que hacer una organización política de largo plazo. Por supuesto, sensible a los problemas que tienen y sensible a la alternativa del país que no ven. Se preguntan: ¿cómo voy a tener yo casa? ¿Cómo voy a tener familia? ¿Cómo voy a poder ejercer mi profesión? Eso por supuesto que existe, pero no está planteado en términos de cómo yo milito en una corriente que permita que para todos haya oportunidades, sino que está visto muy individualmente. Se preguntan, ¿cómo voy a luchar por mi futuro? no por el futuro de la sociedad venezolana.

¿Cuál es la consecuencia? el aumento alarmante de la migración juvenil. Cuando no ves alternativas, en vez de decir: “yo me comprometo a luchar por un país mejor”; dicen: “yo me voy. Si puedo, me voy a buscar en otras partes”.

Desde el punto de vista político, el trabajo de la politización de la juventud es prioritario. Cómo formar, lo que se puede hacer todavía es poco, porque la Iglesia, igual que el país, está dividida. Dentro de la Iglesia hay muchos cristianos católicos que son chavistas, que votan por el chavismo, muchos que no, muchos que están en la oposición.

La jerarquía eclesiástica venezolana -también lo digo, como no tengo mucho tiempo, lo digo rápido y mal, pero es culpa de Horacio- no ha sabido encontrar su puesto. La jerarquía católica ha tenido una posición sesgada a favor de la oposición, demasiado evidente, con lo cual ha perdido autoridad, la autoridad que pueda tener quien es capaz de ponerse un poquito fuera de esa lógica polarizadora. En este momento, por ejemplo, la mediación que se hizo, que se está intentando hacer con los diálogos en Venezuela es directo al Papa con el Nuncio, no los obispos venezolanos.

Esto se debe a que la jerarquía eclesiástica venezolana no ha encontrado ni el lenguaje, ni la posición que desde la fe. Desde una posición de pastor, ¿yo qué puedo hacer? ¿Cómo ayudar a esa reflexión de la sociedad? no la ha hecho, sino que más bien se ha sesgado demasiado en una dirección.


La Compañía de Jesús ha intentado hacer algo de eso: las publicaciones, los cursos que se hacen, etc. Intentó buscar una vía intermedia, pero en Venezuela es bien difícil mantenerse en una posición de esa naturaleza.


Cuba y Venezuela

¿Saben cuál es la diferencia? Cuba pasó de la dictadura de Baptista a la dictadura de Fidel Castro y la revolución castrista no esperó, expulsó a todo elemento social que pudiera ser opositora y generó un sistema de control social y político sumamente eficiente, que prácticamente ha impedido todo tipo de organización que no sea la que el Estado y el gobierno promueven.

En Venezuela eso no es posible. No es lo mismo pasar de 40 años de sistema de gobierno partidista a través de la elección, a una dictadura. Castro llegó a plomo, por la fuerza, al gobierno. Chávez llegó por la vía electoral. No es lo mismo. Además, siempre lo planteó así y existe en la sociedad venezolana una resistencia grande a una dictadura tipo cubano, aunque intentos los hay.

El Estado venezolano es un Estado con mucho más recursos que el Estado cubano. Se puede, de alguna manera, crear esa red clientelar que permita buscarle, no por la vía de la fuerza, sino por la vía de la lealtad. O sea, por la vía del agradecimiento al Presidente. ¿Cómo? Esta casa me la dio Chávez, no es que el Estado me dio permiso para habitar aquí. Entonces esas cosas hacen una diferencia bastante grande. Al contrario, más bien Cuba se ha aprovechado muchísimo de Venezuela en términos de sustento económico y político.

Ahí una de las posibles derivaciones del chavismo. Es, más bien, hacia lo que podemos decir, simplificando las cosas, al modelo chino, al modelo de pasar a una economía mucho más abierta para poder subsistir económicamente después del rentismo, con el control político muy serio si logra seguir manteniendo la oposición desarmada. Es decir, desarticulada.

http://www.quintodia.net/las-reflexiones-del-papa-negro/

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