ANTOLOGÍA Tu subconsciente es más "inteligente" de lo que pensabas


Tom Stafford

Mujer





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Image captionEl subconsciente nos ayuda a tomar mejores decisiones, según un estudio reciente.

Sentimos que tenemos las cosas bajo control cuando resolvemos rompecabezas o leemos, pero un experimento reciente muestra que ocurren muchas cosas bajo la superficie de nuestras mentes conscientes y según un reciente estudio fiarse del instinto puede contribuir a tomar mejores decisiones que la reflexión profunda.
A medida que nos movemos por el mundo, caminando y hablando, nos observamos reflexionando y teniendo ideas y pensamientos.
¿Qué quiero para comer?, me pregunto. ¿Por qué habrá hecho eso?, pienso, y me propongo averiguarlo.
Es natural asumir que esta experiencia de mi propio ser es un relato de mi mente. Es natural asumirlo, pero es incorrecto.

El motor del pensamiento

Todos los psicólogos reconocen que hay un subconsciente, una parte de nuestro cerebro que juega un papel muy importante en los procesos del pensamiento.
Si me pregunto cuál es la capital de Francia la respuesta aparece en mi mente de manera automática: París.
Si decido menear mis dedos, se mueven adelante y atrás en un complejo patrón que no preparé de forma consciente, pero que fue puesto en marcha por mi subconsciente.
El gran debate en psicología es exactamente qué es lo que pone en marcha el subconsciente, y qué es lo que requiere pensamiento consciente.





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Image captionEl experimento consistió en poner información en la mente de los participantes sin que ellos se dieran cuenta.

O, parafraseando el titular de un importante artículo sobre el tema: "¿Es el subconsciente inteligente o tonto?
Una creencia popular es que el subconsciente puede preparar acciones simples de estímulo-respuesta: puede llevar a cabo acciones básicas, reconocer objetos y realizar movimientos repetitivos.
La cognición compleja que precisa de planear, razón lógica y combinar ideas, por otro lado, necesita pensamiento consciente.
Pero un experimento reciente llevado a cabo por un equipo israelí va en contra de todos estos supuestos.
Ran Hassin y sus colegas usaron un truco visual llamado "Supresión Continua Flash" para poner información en las mentes de los participantes sin que ellos se diesen cuenta.

Fusión de imágenes

Puede sonar doloroso, pero en realidad es algo muy simple.
La técnica saca ventaja del hecho de que tengamos dos ojos y que nuestro cerebro tienda a formar una visión coherente del mundo con la fusión de las imágenes que capta cada uno de ellos.
El proceso consiste en mostrar a los sujetos una imagen distinta para cada ojo.





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Mientras uno de ellos recibe una rápida sucesión de cuadrados coloreados brillantes, el otro es incapaz de asimilar la información que se le presenta.
Debido a la distracción que suponen los cuadrados brillantes en uno de los ojos, el otro puede tardar varios segundos en entender la información que observa.
El experimento de Hassins consistía en una presentación inconsciente de preguntas aritméticas.
Las preguntas consistían en un problema aritmético, por ejemplo: "9-3-4 igual a…" seguido de una presentación, claramente visible, de un número que los participantes tenían que leer en voz alta tan rápido como pudiesen.
Este número bien podía ser la respuesta correcta o una respuesta incorrecta.
El resultado fue que los participantes eran mucho más rápidos en leer la respuesta si esta era la correcta que si era la incorrecta.
Esto demuestra que el problema había sido previamente procesado y resuelto por sus mentes, aun sin saberlo.

¿Subconsciente consciente?

El resultado de este estudio sugiere que la parte subconsciente de la mente tiene capacidades más sofisticadas que lo que mucha gente pensaba en un principio.





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Image caption¿Actúa el subconsciente de forma "deliberada"?

Al contrario que otros estudios de procesos no conscientes, esto no era una respuesta automática a un estímulo, sino que requería una respuesta precisa dictada por las reglas de la aritmética, algo que asumimos solo podría darse de forma deliberada.
El estudio afirma que la técnica usada puede cambiar de forma profunda el estudio del subconsciente y asegura que "el subconsciente puede llevar a cabo todos los procesos fundamentales y básicos que realiza la mente consciente".
Esta afirmación es poderosa y los autores reconocen que todavía queda mucho recorrido por hacer en el campo de nuestro subconsciente.
Al igual que ocurre con los icebergs, la mayor parte de las operaciones que realiza nuestra mente ocurren de manera "secreta".
Experimentos como este ayudan a llevar un poco de luz a esas partes oscuras de nuestra psique.
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Mente inconsciente en psicología cognitiva contemporánea
Investigación
Hay un extenso cuerpo de concluyente investigación y conocimiento en la psicología cognitiva contemporánea, dedicado a la actividad mental que no está mediada por la toma de conciencia.

La mayoría de esa investigación (cognitiva) sobre procesos inconscientes se ha llevado a cabo en la tradición académica ya establecida del paradigma del procesamiento de la información. Es opuesta a la tradición psicoanalítica, que está dirigida por conceptos teóricos relativamente especulativos (por ser difíciles de verificar empíricamente) como el complejo de Edipo o el complejo de Electra, la tradición cognitiva en investigación de los procesos inconscientes está basada en relativamente pocas suposiciones teóricas y está muy empíricamente orientada (p.e., está basada en datos).
La investigación cognitiva ha revelado que automáticamente, y fuera de la toma de conciencia, los individuos registran y adquieren más información que la que pueden experimentar a través de sus pensamientos conscientes (véase Augusto, 2010, para una encuesta comprensiva reciente).​

Procesamiento inconsciente de la información sobre frecuencia
Por ejemplo, una línea de investigación extensa conducida por Hasher y Zacks ha demostrado que individuos registran información acerca de la frecuencia de eventos automáticamente (p.e., fuera de la toma de conciencia y sin captar fuentes de procesamiento de información conscientes). Es más, los perceptores lo hacen inintencionalmente, realmente "automáticamente", sin importar las instrucciones que recibieron, y sin importar los objetivos de procesamiento de información que tengan. Interesantemente, la habilidad de inconcientemente y con relativa exactitud contar la frecuencia de eventos parece tener poca o ninguna relación con la edad del individuo, 14​ educación, inteligencia, o personalidad, por lo tanto puede representar uno de los bloques fundamentales de orientación humana en el medio ambiente y posiblemente la adquisición de conocimiento procedural y experiencia, en general.

Gramáticas artificiales
Otra línea de investigación temprana sobre procesos inconscientes fue iniciada por Arthur Reber, usando la llamada metodología "gramática artificial". Esa investigación reveló que individuos expuestos a palabras nuevas creadas por complejos sets de reglas "gramáticas" artificiales y sintéticas (p.e., GKHAN, KHABT...), rápidamente desarrollaron una especie de "sentimiento" por esa gramática y subsecuente conocimiento de trabajo sobre esa gramática, como fue demostrado por su habilidad para diferenciar entre nuevas palabras gramáticamente "correctas" (p.e., consistente con las reglas) e "incorrectas" (inconsistentes). Ineteresantemente, esa habilidad no parece ser mediada, o siquiera acompañada por el conocimiento declarativo de las reglas (p.e., la habilidad para articular como distinguen entre las palabras correctas e incorrectas).

Adquisición inconsciente de conocimiento procedural
Lo esencial de estos descubrimientos tempranos (de los 70s) ha sido significativamente extendido en los 80s y los 90s por investigación sucesiva, demostrando que fuera de la toma de conciencia los individuos no solo adquieren información sobre frecuencias (p.e., "ocurrencias" de rasgos o eventos) pero también de co-ocurrencias (p.e., correlaciones o, técnicamente hablando, covariaciones) entre rasgos o eventos. Investigación extensiva sobre adquisiciones no conscientes de información sobre covariaciones fue conducida por Pawel Lewicki, seguido por investigación de D. L. Schachter (quien es conocido por introducir el concepto de memoria implícita), L. R. Squire, y otros.
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En la fase de aprendizaje de un estudio típico, participantes fueron expuestos a una corriente de estímulos ( eventos, como cadenas de letras, dígitos, fotos, o descripciones de personas estímulo) conteniendo una consistente pero no saliente (oculta) covariación entre rasgos o eventos. Por ejemplo, cada persona estímulo presentada como "justa" también tendría una cara ligeramente elongada. Resultó que incluso si las covariaciones manipuladas eran no salientes e inaccesibles a la toma de conciencia de los sujetos, los sujetos perceptores todavía adquirían un conocimiento de trabajo no consciente acerca de esas covariaciones. Por ejemplo, si en la fase de prueba del estudio, a los participantes se les pide hacer juicios intuitivos acerca de las personalidades de las nuevas personas-estímulo presentadas solamente en fotos (sin descripciones de personalidad), y juzgar la "justicia" de los individuos, ellos tienden a seguir las reglas no conscientemente adquiridas en la fase de aprendizaje, y si la persona estímulo tenía una cara ligeramente elongada, reportaban un sentimiento intuitivo de que esta persona era "justa". 

La adquisición no consciente de información acerca de covariaciones parece ser uno de los fundamentales y omnipresentes procesos envueltos en la adquisición de conocimiento (habilidades, experiencia) o incluso preferencias o disposiciones de personalidad, incluyendo desórdenes o síntomas de desórdenes.

Inconsciencia versus no conciencia
En la tradición cognitiva, los procesos no mediados por toma de conciencia son referidos como "no conscientes". Este término, pone énfasis en la naturaleza puramente descriptiva y empírica del fenómeno (una calificación de simplemente "no ser consciente") en la tradición de la investigación cognitiva.

Específicamente, el proceso es no consciente cuando incluso individuos altamente concentrados fallan en reportarlo, y fundamentalmente pocas suposiciones teóricas son hechas sobre el proceso.

Controversia
Todavía hay desacuerdos fundamentales dentro de la psicología acerca de la naturaleza de la mente inconsciente. Hay controversia acerca de la validez científica del concepto del inconsciente, y si es que el inconsciente existe ha sido disputado.
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En las ciencias sociales, John Watson, considerado el primer conductista estadunidense, criticó la idea de una "mente inconsciente", y se concentró en conductas observables en vez de en la introspección.
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David Holmes
David Holmes examinó sesenta años de investigación acerca del concepto Freudiano de "represión", y concluyó que no hay evidencia positiva para este concepto. Dada la falta de evidencia para muchas hipótesis Freudianas, algunos investigadores científicos propusieron la existencia de mecanismos inconscientes que distan mucho de los Freudianos. Hablan de un "inconsciente cognitivo"(John Kihlstrom),​ que ejecuta procesos automáticos pero que no posee los mecanismos complejos de represión y retorno simbólico de lo reprimido.
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Jean-Paul Sartre ofrece una crítica a la teoría del inconsciente de Freud en El ser y la nada, basado en el supuesto de que la consciencia es esencialmente auto-consciente. Sartre también argumenta que la teoría de represión de Freud es internamente fallida, aunque Thomas Baldwin escribe que su argumento está basado en un malentendido de la teoría de Freud.
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Ludwig Wittgenstein y Jacques Bouveresse argumentaron que el pensamiento Freudiano exhibe una confusión sistemática entre razones y causas: los métodos de la interpretación pueden dar razones para nuevos significados, pero son inútiles para encontrar relaciones causales (las cuales requieren investigación experimental). Wittgenstein dio el siguiente ejemplo: (en sus Conversaciones con Rush Rhees): si lanzamos objetos sobre la mesa, y damos asociaciones libres e interpretaciones sobre esos objetos, encontraremos algún significado para cada objeto y su lugar, pero no encontraremos las causas.
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Otro filósofo contemporáneo, John Searle, ha ofrecido una crítica sobre el inconsciente Freudiano. Sostiene que la mismísima noción de una colección de "pensamientos" que existe en una región privilegiada de la mente tal que sean "en principio no accesibles" a la consciencia consciente, es incoherente. Esto no es para implicar que no hay procesos "no conscientes" que forman la base de mucha de la vida consciente. En cambio, Searle simplemente propone que posicionar la existencia de algo que es como un "pensamiento" en cada detalle excepto por el hecho de que nadie puede estar consciente de él (no puede "pensar" en él) es un concepto incoherente. Hablar de "algo" como un "pensamiento" o implica que está siendo pensado por un pensador o que podría ser pensado por un pensador. Procesos que no están causalmente relacionados con el fenómeno llamado pensamiento son más apropiadamente llamados procesos no conscientes del cerebro. Estas ideas son discutidas con mayor profundidad en su libro El redescubrimiento de la mente.

Otros críticos del inconsciente Freudiano son David Stannard, Richard Webster,​ y Ethan Watters y Richard Ofshe.

En la psicología cognitiva moderna, muchos investigadores han buscado desmontar la noción del inconsciente de su herencia freudiana, y términos diferentes como "implícito" o "automático" son usados. Estas tradiciones enfatizan a que grado los procesos cognitivos suceden fuera del lente de la toma de conciencia cognitiva, y muestran que las cosas de las que no tomamos conciencia pueden de todas maneras influenciar otros procesos cognitivos al igual que la conducta. 23​24​25​26​27​ Activas tradiciones de investigación relacionadas al inconsciente incluyen a la memoria implícita (véase primado (psicología), implicit attitudes), y adquisición no consciente del conocimiento (véase Lewicki, véase también la sección de perspectiva cognitiva, más abajo).


Bibliografía
Crews, Frederick. (1998). Unauthorized Freud: Doubters confront a legend. New York: Viking.
Kihlstrom, J.F. (1999). «The psychological unconscious». En Pervin, L.R.; John, O. Handbook of personality (segunda edición). New York: Guilford.
Laplanche, Jean & Pontalis, Jean-Bertrand (1996). Diccionario de psicoanálisis. Traducción Fernando Gimeno Cervantes. Barcelona: Editorial Paidós. ISBN 84-493-0255-2/ ISBN 84-493-0256-0.

https://es.wikipedia.org/wiki/Inconsciente



¿Qué es el inconsciente? Jung


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DEFINICIÓN DE
INCONSCIENTE
El primer paso que vamos a dar a la hora de analizar el término inconsciente es determinar su origen etimológico. En este caso, tendríamos que exponer que emana del latín y más exactamente de la suma de diversos vocablos de dicha lengua: el prefijo –in, que equivale a una negación; con, que es equivalente a “junto”; el verbo scire, que puede traducirse como “saber”, y el sufijo –nte, que es un participio de presente.


Inconsciente
La noción de inconsciente puede entenderse de distintas formas. Para el lenguaje cotidiano, un sujeto inconsciente es aquel que no se da cuenta del alcance de sus actos. Por ejemplo: “Un inconsciente que manejaba a cien kilómetros por hora en medio de la ciudad atropelló a una familia y causó una tragedia”, “No seas inconsciente, ¿cómo vas a escalar la montaña sin la asistencia de profesionales?”, “Siempre me acusaron de inconsciente: cuando tenía veinte años, vendí mis pertenencias y me fui a vivir al medio del bosque en carpa”.



Inconsciente también es aquel que está privado de sentido: “La víctima permanece inconsciente debido al fuerte golpe que sufrió en la cabeza”, “El jugador saltó a cabecear y quedó tendido en el suelo, inconsciente ante la violencia de la caída”, “Estuve inconsciente durante unos minutos por la conmoción, pero ya me he recuperado”.

Para el psicoanálisis, el inconsciente es un sistema de impulsos reprimidos que no llegan a la conciencia pese a permanecer activos en el sujeto. Esto quiere decir que los contenidos reprimidos que se encuentran en el inconsciente aún tienen efectividad psíquica ya que actúan mediante diversos mecanismos. Los sueños y los actos fallidos son manifestaciones del inconsciente.

Es importante establecer que, a lo largo de la Historia, muchas han sido las personalidades que han estudiado y centrado sus investigaciones en el inconsciente. Entre aquellas destacaría, sin lugar a dudas, el médico austríaco Sigmund Freud.

Aquel estableció que el mencionado inconsciente tenía la particularidad de que era interno al sujeto pero que este no podía acceder a él de manera directa. Es más, determinó que aquel se hacía patente a través elementos tales como los lapsus o incluso los sueños. Todo ello lo dejó plasmado a través de obras tales como “Ello, Yo y Superyó” y “Más allá del principio de placer”.

Pero aún hay más. Otra de las ilustres mentes de los siglos XIX y XX que no dudaron en estudiar a fondo el inconsciente fue el médico suizo Carl Gustav Jung. En su caso, la mayor contribución que realizó al respecto fue que formuló el concepto de inconsciente colectivo, con el que venía a definir a todo ese conjunto de símbolos e ideas que forman parte de la psique de cualquier ciudadano.



A nivel psicológico también se habla del inconsciente para nombrar al conjunto de procesos mentales que se ejecutan de manera automática (es decir, sin que sean pensados conscientemente). La respiración, por ejemplo, es una acción inconsciente ya que el sujeto no piensa cada vez que inhala o exhala.

El inconsciente colectivo, por último, hace referencia a las representaciones comunes de una sociedad.

https://definicion.de/inconsciente/



El Inconsciente - UCM-Facultad de Psicología


psicologia.ucm.es/data/cont/docs/29-2013-04-25-art21.pdf

de ALD Rojas - ‎Citado por 1 - ‎Artículos relacionados
ciencia. En la parte final señalamos algunos de los aspectos que debería tomar en consideración la inves- tigación actual sobre lo inconsciente y posibles retos en esta interesante tarea. Palabras clave:inconsciente, consciencia, historia de la psicología, subjetividad, ciencias cognitivas. El Inconsciente: Una Mirada sobre.


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Jung y el inconsciente


CGJungCarl Gustav Jung nace el 26 de julio de 1875 en Kesswil, cerca del lago suizo de Thurgau. Éste explica, ya anciano, que su juventud no puede entenderse más que a partir del concepto de misterio: una personalidad solitaria que creía tener consciencia de un saber desconocido. Muchos años más tarde, el rechazo absoluto de los últimos escritos de Jung por parte de sus antiguos colegas en el comienzo de la Primera Guerra Mundial aceleró su crisis personal, entrando en un proceso que él mismo calificó de “confrontación con lo inconsciente”. “La conciencia individual está rodeada por los abismos del inconsciente como por un mar amenazador”, escribiría más tarde, “No está segura ni inspira confianza más que en la apariencia; en realidad, es algo frágil, vacilante sobre su base”.
En una conferencia pronunciada en 1914, un mes antes del estallido de la Gran Guerra, Jung define lo inconsciente como “todos los procesos psíquicos que están bajo el umbral de la conciencia”, y nos recuerda que “en las personas normales la función principal de lo inconsciente consiste en efectuar una compensación y producir un equilibrio”, roto el cual aparecerá el trastorno mental.
Es sorprendente la transformación que se opera en el carácter de un individuo al irrumpir en él las fuerzas colectivas. Un ser humano afable y sensato puede tornarse un maníaco o una bestia salvaje. Propendemos en todos los casos a inculpar a las circunstancias exteriores, mas nada explota en nosotros que no existiese de antemano.
A principios del siglo XX, Jung defiende a ultranza los trabajos de Sigmund Freud, aunque cuestiona desde el principio la etiología exclusivamente sexual de la histeria y de los trastornos psicológicos. No obstante, se adhiere completamente a su método psicoterapéutico e intenta adentrarse con él en los fenómenos psicóticos. Al comienzo de su turbulenta relación, Jung llegó incluso a mostrar veneración por el maestro, y éste afirmó que Jung sería, sin duda, el “continuador y perfeccionador de mi labor y sucesor”.
Es cierto que nos halaga ser los dueños en nuestra propia casa. En realidad, dependemos, en proporciones angustiosas, de un funcionamiento preciso de nuestro psiquismo inconsciente, de sus sobresaltos y de sus fallos ocasionales.
Nada que ver con el difícil y oscuro final del nexo entre ambos alrededor de 1914. Karl Abraham, tercero en discordia, afirmaba sobre algunas conferencias que Jung pronunció criticando la libido y el incesto que “[Jung] ha hecho una exposición totalmente incorrecta de las enseñanzas de Freud” en contradicción “con sus anteriores escritos” sobre sexualidad infantil. Abraham percibe “en los escrito de Jung la obra de tendencias destructoras y reaccionarias”, y concluye que “no tiene ya el derecho de aplicar la designación de ‘psicoanálisis’ a las opiniones que propone”. En 1930 Jung escribía que…
… el psicoanálisis […] no es sólo un método terapéutico, sino también una teoría psicológica que no se limita en absoluto a las neurosis y a la psicopatología general, que trata también de incorporar a su dominio el fenómeno normal de los sueños y, más allá, el extenso ámbito de las ciencias del espíritu: la literatura, las artes plásticas en general, la biografía, la mitología, el folclore, la ciencia comparada de las religiones y la filosofía.
Carl Gustav Jung
El fundamental artículo “La contraposición entre Freud y Jung” (fechado en 1929) se centra en la insalvable diferencia de presupuestos, psicológicos y sociales, que explica la oposición entre ambos. En 1953, Jung confesaba en una entrevista que aceptaba “los hechos que Freud ha descubierto, pero sólo parcialmente su teoría. Únicamente pongo objeciones a la exclusividad de la sexualidad”. Jung califica su método de fenomenológico, en el que “trata de sucesos, de acontecimientos, de experiencias, en resumen, de hechos. Su verdad es un hecho, no un juicio”, llegando a asegurar que “La psique existe, más aún, es la existencia misma”.
¿Qué es propiamente la psique? Un prejuicio materialista indica que no es sino un mero epifenómeno, un producto secundario de los procesos orgánicos del cerebro. [Pero] es un prejuicio casi ridículo suponer que la existencia no puede ser sino corpórea. De hecho, la única forma de existencia de la que poseemos conocimiento inmediato, es psíquica. […] Nuestro espíritu no puede aprehender su propia forma de existencia, porque no tiene su punto de Arquímedes en lo exterior; no obstante, existe. La psique existe, más aún, es la existencia misma.
Respecto a la religión, la psicología, a juicio de Jung, sólo se ocupa de este fenómeno como actividad de la psique humana, es decir, en el modo como se manifiestan en la mente del ser humano las ideas religiosas, las ideas que éste tiene de Dios, o del hecho que no tenga ninguna. Estas ideas son aceptadas por la psicología como hechos, “pues –afirma Jung– es el hombre quien las tiene y quien crea para sí mismo imágenes”, si bien no pueda inmiscuirse en el problema de la realidad absoluta que la fe religiosa les atribuye.
Los fenómenos religiosos no suponen una mera sublimación, sino una auténtica y legítima función del psiquismo humano. Esta psique es un factor autónomo, y sus manifestaciones religiosas ponen de manifiesto ciertas confesiones psíquicas que en último término obedecen a procesos inconscientes.
La actividad religiosa del espíritu se halla mucho más profundamente arraigada en el hombre moderno que la sexualidad o la adaptación social. Así, conozco a personas para quienes el encuentro interior con la potencia extraña representa una experiencia a la que atribuyen el nombre de “Dios”. También “Dios”, tomado en este sentido, es una teoría, una concepción, una imagen que el espíritu humano crea, en su insuficiencia, para expresar la experiencia íntima de algo impensable e indecible. La experiencia viva es la única realidad, el único elemento indiscutible.
Jung Alianza InconscienteY es que Jung fue siempre un firme defensor de una psicología “del alma” (que define como una fuerza motriz o vital), apartándose del influjo más marcadamente materialista y positivista que la medicina y la psicología adoptaron a partir de los inicios del siglo XX, apartándose a la vez de explicaciones eminentemente metafísicas o especulativas, teniendo en cuenta que “Nada sabemos de las cosas últimas. Sólo esta confesión nos devuelve el equilibrio”. Aunque, a la vez, reconoce un nexo inextricable entre filosofía y psicología, entre las que reina “una conexión indisoluble, conexión que se debe a la compenetración de sus objetos. En pocas palabras: el objeto de la psicología es el alma; el de la filosofía, el mundo”.
Jung apunta que pretender obviar el contenido inconsciente de la mente no es más que una ignorante ilusión. A pesar de la intensidad en la que se manifiesta nuestra vida consciente, ésta no es más que un fenómeno efímero y puntual, adecuada a cada circunstancia; sin embargo, el inconsciente, es el “tesoro prodigioso de las estratificaciones depositadas en el transcurso de la vida de los antepasados”. Si el inconsciente pudiera ser personificado, observa Jung, “tomaría los rasgos de un ser humano colectivo que viviera al margen de la especificidad de los sexos, de la juventud y la vejez, del nacimiento y de la muerte, dueño de la experiencia humana”. Es por eso que la inconsciencia “originaria” asalta por todas partes a las conciencias individuales y que, por ello, la psicología debe definirse como “la ciencia del inconsciente”.
Podemos suponer que la personalidad humana comprende dos cosas: primero, la conciencia y todo cuanto ésta abarca, y segundo, el amplio fondo indeterminablemente grande que constituye la psique inconsciente. La personalidad consciente es definible con menor o mayor claridad; tratándose de la personalidad humana en su conjunto, hemos de reconocer la imposibilidad de una descripción completa. En otros términos: en toda personalidad hay, inevitablemente, algo adicional, ilimitado e indefinible, puesto que la personalidad muestra una parte consciente y observable, pero a fin de explicar determinados hechos nos vemos obligados a postular ciertos factores no contenidos en dicha parte consciente.
https://elvuelodelalechuza.com/2017/08/08/jung-y-el-inconsciente/


Este video es material complementario para clases de filosofía y psicología, y no pretende ser una revelación, una obra de arte en el ámbito de la creacion audiovisual o una panacea filosófica. Insisto, es sólo un complemento para clases, de allí lo sucinto y conciso de las ideas expuestas. MÚSICA: "Masked Ball", de Jocelyn Pook PD: hay una parte del video en donde, por razones de conversión al formato flv, se pierde un texto. Este dice: "Pero Jung considerara que el Inconciente incluye mucho mas"







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EL INCOSCIENTE PERSONAL Y EL INCOSCIENTE COLECTIVO 

archivo del portal de recursos para estudiantes
www.robertexto.com

Informe realizado por Javier Ardouin, Claudio Bustos y Mauricio Jarpa (1998)



INTRODUCCION

Este informe tratará sobre los conceptos de inconsciente personal e inconsciente colectivo, propuestos por Carl Gustav Jung.

Primero, entregaremos las características generales del inconsciente según Jung, donde encontraríamos el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Segundo, se definirá el inconsciente personal y su estructura básica, el complejo; la posibilidad de hacer conscientes los contenidos del inconsciente personal, la necesidad de esto y la existencia contenidos inconscientes más allá de lo personal. En tercer lugar, se definirá lo que es inconsciente colectivo y su estructura básica, el arquetipo; se hablará de los métodos que usaba Jung para estudiar el inconsciente colectivo y los efectos perjudiciales que tiene el no considerarlos, tanto para el individuo como para la sociedad.

Este trabajo abordará el tema del inconsciente personal y colectivo sin profundizar en el tema del complejo ni del arquetipo, estructuras conformantes de éstos, ni se ahondará en los desequilibrios que puede provocar la importancia excesiva de una función de la psique por otra.

El modelo de Jung d la psique humana pertenece a las corrientes psicodinámicas, en su rama analítica.


CONTENIDOS Y LÍMITES DEL INCONSCIENTE PERSONAL Y COLECTIVO

Para Jung, el inconsciente cubriría "todos los contenidos o procesos psíquicos inconscientes, es decir, no relacionados con el ego en forma perceptible"(SHARP, 1994, pag.102); en él existiría un continuo, de acuerdo al grado en que el proceso sea más cercano al instinto o a la consciencia; por un lado, encontramos los llamados procesos psicóideos, "que pertenecen a la esfera de lo inconsciente en calidad de elementos incapaces de conciencia"(JUNG, 1991, pag.128), que están muy relacionados con la base instintiva; por otro, los contenidos que pertenecieron a la consciencia y que la represión los obliga a permanecer bajo el umbral de ésta. A los primeros, cuya más importante fuente radicaría en patrones-tipos de conducta y representación comunes a todos los seres humanos, los denomina Jung inconsciente colectivo, con los arquetipos como estructura básica; a los segundos, producto de la represión y de contenido más complejo y volicional, serían parte del inconsciente personal, con los complejos como estructura básica.

Jung supone que el inconsciente no es se encuentra en estado de inactividad "sino que constantemente está ocupado en la agrupación y reagrupación de los contenidos" (JUNG, 1964, pag.52); esta actividad se realiza para mantener el equilibrio de la psique completa, compensando el inconsciente cualquier omisión del ego de las motivaciones personales no reconocidas conscientemente, provocando la unilateralidad de la personalidad. Esta actividad estaría regulada en los estados de normalidad por la consciencia y sólo estaría en libertad, relativa absoluta, en la presencia de patología: la neurosis sería una "leve disociación de la personalidad debido a la activación de complejos" (SHARP, 1994, pag.130) en la cual "la energía retrocede y se activan contenidos inconscientes en un intento por compensar la unilateralidad de la consciencia"(SHARP, 1994, pag.131); la psicosis sería la completa disociación de la personalidad, en la cual los complejos están completamente desconectados de la conciencia o, como formularía más tarde Jung, la consciencia se vería inundada por el inconsciente colectivo.


INCONSCIENTE PERSONAL

El inconsciente personal, para Jung, contiene "recuerdos perdidos, ideas dolorosas que están reprimidas (es decir, olvidadas adrede), percepciones subliminales [...] y, finalmente, contenidos que aún no están listos para la consciencia"(SHARP, 1994, pag.106). La estructura básica del inconsciente personal lo constituye el complejo, que puede considerarse como la red de pensamientos, sentimientos y actitudes mantenidas por una idea nuclear o disposición central, pudiendo ser tan poderoso que cuando es activado funciona fuera del control del ego. No siempre los complejos son algo perjudicial, ya que hay complejos que puedan realzar la vida y contribuir al mejoramiento de la humanidad. Jung creía que muchos de los más grandes logros del mundo eran los productos de complejos que lo consumen todo.

La característica principal del inconsciente personal es que contenidos de éste, y específicamente los contenidos reprimidos, tienen la cualidad de que pueden volver a ser conscientes con el reconocimientos, de la persona, de la existencia de éstos. A estos materiales Jung los llama contenidos personales, por cuanto sus efectos o su aspecto parcial o su procedencia pueden demostrarse en nuestro pasado personal. Los contenidos personales serían partes integrantes de la personalidad, y que frente a su falta, la consciencia respondería con un sentimiento moral. "La inferioridad sentida moralmente demuestra que la porción carente es una cosa que, realmente en relación al sentimiento, no debería faltar" (JUNG, 1964, pag.64). La presencia de la sensación de inferioridad demuestra la necesidad de asimilar en el consciente ciertas partes del inconsciente. Este proceso de asimilación trae consigo la transferencia hacia la consciencia de los contenidos del inconsciente personal, por lo cual la persona amplía el área de su personalidad, en lo referente a la consciencia moral y la autocomprensión, ya que los contenidos traídos al consciente generalmente son contenidos desagradables que, por lo tanto, estaban reprimidos.

Jung creía que el inconsciente personal poseería una capacidad limitada, al igual que la existencia individual, por lo que sería posible un llamado agotamiento del inconscientes por el análisis haciendo el inventario de todos los contenidos inconscientes, el inconsciente ya no puede trabajar en formas distintas a las que trabaja el consciente. Jung plantea, asimismo, que "al anularse la represión, quedará inhibida la producción inconsciente por detenerse el descenso de los contenidos conscientes en el inconsciente"(JUNG, 1964,pag.52); esto es posible, como dice el autor, en una medida muy limitada, ya que el inconsciente se sigue manifestando por sus vías de expresión normales - los sueños y las fantasías - lo que demostraría la presencia de contenidos inconscientes que desbordarían lo meramente personal.


EL INCONSCIENTE COLECTIVO.

El inconsciente albergaría, también, todo contenido psíquico de carácter subliminal, el cual no ha alcanzado los límites de la consciencia. Junto a contenidos de la experiencia personal que nunca alcanzaron a ser percibidos pero fueron registrados, el inconsciente poseería dos tipos de procesos que no serían explicables a través de las adquisiciones personales: los instintos, los impulsos naturales y los contenidos que constituirían imágenes o adquisiciones de orden colectivo, predisposiciones compartidas por toda la gente y manifestado a sí mismo en la conducta, sin tener en cuenta la cultura. Estas imágenes se propagarían a lo largo del tiempo y e una forma universal, que surge gracias a una función psíquica natural. El inconsciente, por tanto, no sólo posee elementos de carácter personal, sino que también posee elementos de carácter impersonal o colectivos expresados en la forma de categorías heredadas o arquetipos, predisposiciones innatas que pueden producir realmente imágenes y conceptos poderosos. Entre los arquetipos importantes encontramos el poder, los de la relación con los miembros del sexo opuesto, los de creencia en algo más grande, la guía, la maternidad y la paternidad.

Es importante destacar que los arquetipos no son contenidos sino formas que, gracias a la experiencia individual repetida, son despertadas por los eventos con el mundo externo, ordenando las representaciones que "aseguran en todo individuo la similitud, y aún la igualdad, de la experiencia y de la creación imaginativa" (JUNG, 1991, pag.54).

En el estudio del inconsciente colectivo y el tratamiento de las afecciones psíquicas encontramos en Jung métodos basados en el concepto del arquetipo: por un lado, encontramos el estudio de la significación de los sueños, que no son considerados, como en la teoría freudiana, como satisfacción de los deseos de la libido, sino como mensajes el inconsciente que revelan el problema, tanto como la solución. Otro método, considerado por Jung uno de los más importantes, es el de la imaginación activa, en el cual el individuo une los materiales pasivos del inconsciente con influjos conscientes a través de alguna forma de autoexpresión, permitiendo la asimilación de contenidos inconscientes. Esta acción no se puede hacer, "por medio de un descenso a la esfera de los instintos, el cual sólo conduce a una inconsciencia incapaz de conocimiento o, peor aún, a un substituto intelectualista de los instintos" (JUNG, 1991, pag.155), sino que debe hacerse "a través de la integración de la imagen que significa ,y al mismo tiempo evoca, el instinto, aunque en una forma bastante diferente a la que se da en nivel biológico"(SHARP, 1994, pag.29). Este método tiene dos etapas: un sueño similar al que se realiza con los ojos abiertos, de naturaleza pasiva, y la participación consciente en las imágenes fantaseadas, de naturaleza crítica.

Muchos arquetipos deben satisfacerse, ya que constituyen poderosas necesidades humanas, cuya frustración provoca trastornos graves en la personalidad, ya que son instigaciones que vienen de nuestro interior. La falla en tomarlos en cuenta, como la falta de conocimiento o atención a fuerzas externas, los dotan con poder sobre nosotros, adueñándose del ego cuando no han sido satisfechos a través de la conducta. Generalmente, la religión y las tradiciones culturales han sido la expresión externa de los arquetipos, con distintos ritos y acciones que preparaban al individuo para enfrentarse a la fuerza de éstos de una manera integral; en nuestra cultura, la pérdida de estos baluartes ha dado lugar a la creación de variados "ismos" (comunismo, capitalismo), que creen borrar la supersticioso de las costumbres a partir de los supuestos racionales, pero que no entregan los elementos espirituales que permitan encarar al arquetipo de manera constructiva, haciendo caer a los individuos en la masa y en la consciencia social, dejándolos a merced del poder del inconsciente colectivo.

DISCUSION 

Ventajas:

Jung plantea un modelo que no sólo explica el funcionamiento de l a personalidad, sino que integra variedad de otro fenómenos y ramas de la ciencia, tales como la antropología, la etnología, la filología, la biología e incluso la física cuántica.

La visión de Jung del tratamiento de las enfermedades mentales es finalista o energética, más que genética - como lo entiende Freud -, ya que "se basa en la progresión potencial de la energía antes que en las razones causales o mecanicistas de su regresión" (SHARP, 1994, pag.132). La idea central es preocuparse del equilibrio de fuerzas actuales dentro del paciente, más que rastrear en el pasado, para establecer una renovada progresión de energía basada en un nuevo equilibrio entre el consciente y el inconsciente.

Jung plantea constructos nuevos, tales como el de inconsciente colectivo, arquetipos y complejos, que han abierto nuevos campos a la teorización, a la especulación e incluso al arte.

El modelo de estudio del inconsciente y el tratamiento de la neurosis de Jung ha sido preferentemente usado con los individuos mayores de 40 años, que han experimentado la crisis de la edad media, para los cuales el enfoque jungiano les permite dar una mayor integración a sus vidas.

Desventajas:

Sus descubrimientos no son posibles de comprobar en forma científica ortodoxa, en base a la experimentación. Jung plantea que su modelo está basado en lo empírico, pero sólo se puede mantener como un conjunto de deducciones hechas por él de un constructo llamado inconsciente, en base a la observación de casos clínicos y el estudio de diversas culturas.


  REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Jung, C.G. (1991): Arquetipos e inconsciente colectivo. Barcelona: Paidós.

Jung, C.G. (1964): Yo y el inconsciente. Barcelona: Miracle.

Sharp, Daryl (1994): Lexicón jungiano. Santiago: Cuatro Vientos.


http://www.robertexto.com/archivo4/inconsc_personal_y_colectivo.htm


El Inconsciente freudiano y Lacan

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Boletin-15 a-ritmo propio
Lectura del capítulo II del Seminario 11: El Inconsciente freudiano y el nuestro
Hernán Joaquín Fonseca Jiménez

Lacan introduce el capítulo con una referencia suya que dice: "El inconsciente está estructurado como un lenguaje" (Lacan, Seminario 11, p. 28). Y agrega que se trata de un campo, hoy más asequible que antes. Lo que quiere decir que el inconsciente esté estructurado como un lenguaje es que entre el sujeto y su constitución como tal hay una relación previa con el significante. El significante habita al sujeto antes de que este pueda realizar cualquier actividad consciente en el marco de la vida social. El significante al tocar al sujeto crea en él el campo: lo inconsciente. La incidencia significante es anterior a la inscripción del sujeto en el orden simbólico, el entorno cultural en el que le tocó vivir, e inscribe en él lo que Lacan denomina "líneas de fuerzas iniciales" (Seminario 11, p. 28).
Los significantes están en la naturaleza. Esperan al sujeto y antes de que pueda establecer lazo social primero inscriben en él ciertas relaciones: "Que organizan de manera inaugural las relaciones humanas, dan las estructuras de estas relaciones y las moldean" (Lacan, Seminario 11, p. 28). Esto lo que quiere decir es que desde el comienzo el sujeto cuenta con una marca, una singularidad con la que irá a todas partes. El significante está antes del sujeto, está en su cuerpo, antes de que cobre forma de sujeto.
Hay un momento de transición en el cual Lacan señala un lugar en torno del cual se mueve el psicoanálisis como campo, esto es, la lingüística, ciencia que abordó el tema de la relación significado y significante y de su juego combinatorio, y que en un comienzo llevó a afirmar que el inconsciente podía ser abordado como algo calificable, accesible y objetivable, sin que esta posición teórica se mantuviera, sino que más bien fue objeto de revisión y cuestionamiento y ha sido problémica, es decir, ha suscitado un interés investigativo.
En su presentación sobre lo inconsciente Lacan retorna a Freud para citar sus desarrollos teóricos respecto de su teoría sobre el inconsciente, a partir de los cuales empieza a elaborar su propia posición teórica. Para precisar de qué se trata el inconsciente freudiano Lacan retoma de Freud el tema de la causa, o mejor, "la función de la causa" (Lacan, Seminario 11, p. 29). En la perspectiva filosófica hablar de causa siempre deja una hiancia, algo que falta, un vacío. Y si bien Lacan no pretende filosofar sobre la causa, si quiere dejar en claro que no se puede racionalizar del todo: "Cada vez que hablamos de causa siempre hay algo anticonceptual, indefinido…En suma sólo hay causa de lo que cojea. Pues bien, en ese punto que intento hacerles atinar por aproximación se sitúa el inconsciente freudiano, en ese punto donde, entre la causa y lo que ella afecta, está siempre lo que cojea" (Seminario 11, p. 30). La causa, en primera instancia, y como algo que ocurre al hablar, es ranura, es hiancia: "Algo que pertenece al orden de lo no realizado" (Seminario 11, p. 30). El inconsciente freudiano es el de la hiancia. En este lugar el sujeto dice, o tendría que decir, soy causado. Y este encuentro con su causa lo remite a una posición ética.
Los conceptos de inconsciente antes de Freud, como el inconsciente romántico de la creación imaginativa, o el que pregonaba Jung después de Freud, o el que elaboró Eduardo Von Hartmann, no son el inconsciente de Freud. A estos inconscientes considerados como una voluntad oscura que comanda al sujeto o un antes de la consciencia, como si a lo consciente le precediera una especie de antesala que sería lo inconsciente, a esta visión Freud le opone un inconsciente en los siguientes términos: "Eso habla y eso funciona de manera tan elaborada como a nivel de lo consciente" (Lacan, Seminario 11, p. 32). Lo que para mí significa está afirmación de Freud es que lo consciente y lo inconsciente no son claramente discernibles, pues no es que el inconsciente vaya por este lado y lo consciente por otro, y se puedan deslindar e identificar (el que el Inconsciente tenga procesos tan elaborados como la conciencia no significa y "pierda así lo que parecía ser privilegio suyo", no significa que podamos identificarlos) El problema es que ambos operan en el mismo lugar: el sujeto, y al mismo tiempo. Lo que hace difícil saber de entrada de qué se trata con el sujeto, y qué le hace, a veces, tan difícil vivir.
En la irrupción involuntaria e inesperada algo se produce y pasa al sujeto de la cadena significante, al sujeto del deseo metonímico, un algo que se manifiesta como: "Tropiezo, falla, fisura…Allí una cosa distinta exige su realización, una cosa que aparece como intencional, ciertamente, pero con una extraña temporalidad" (Lacan, Seminario 11, p. 32). Diferencia radical entre el sujeto del inconsciente y el sujeto de la conciencia y que habla de la división subjetiva. (diferencia entre el sujeto del enunciado y el de la enunciación que se pierde tanto como se vuelve a encontrar – P. 34)
El sujeto del inconsciente es un sujeto indeterminado como consecuencia de la ranura y el rasgo que produce el significante. Indeterminado quiere decir que aparece y desaparece: "Este se pierde tanto como se vuelve a encontrar" (Lacan, Seminario 11, p. 34). Y es un enigma. Además, para Freud el inconsciente cumple con una función primordial, la de borrar, tachar, rayar: "Pues bien, a este elemento operatorio del borramiento, Freud, desde el comienzo, lo designa con la función de la censura" (Seminario 11, p. 34). Y es en esta función donde recae el dinamismo del inconsciente.
Para cerrar esta presentación del inconsciente en dos de los capítulos del Seminario 11 quiero subrayar un planteamiento de Lacan que ofrece en el capítulo III El sujeto de la certeza: "El status del inconsciente, tan frágil en el plano óntico, como se los he indicado, es ético" (Lacan, Seminario 11, p. 41). Esta fragilidad hace referencia a que en el plano óntico, plano de la realización del ser, el inconsciente se manifiesta como apertura y cierre, evanescencia, como lo evasivo, la pulsación de la ranura. Una instancia que lleva, en su interior un deseo que Freud calificó de indestructible (Seminario 11, p. 40). Deseo que se muestra y se esconde en la pulsación de la ranura. De esto se trata la fragilidad del inconsciente en relación con lo óntico. (En tanto el inconsciente, ha dicho, corresponde al orden de lo no realizado)
Por eso el status del inconsciente es ético. Y lo que entre líneas contiene esta afirmación es la pregunta por el lugar del deseo en el sujeto, y en el ámbito de su interacción con el otro: reconocer que no hay claridad, y que la presencia del deseo como deseo inconsciente implica la creación de un nuevo lazo social. El deseo obliga al sujeto a una relación ética distinta.

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10. Sobre la Concepción de Sujeto en Freud y Lacán Descargar este adjunto (Alternativas en Psicología. Revista Semestral. Tercera Época. Año XVI. Núme~.pdf)

Adriane de Freitas Barroso1

Facultad Presidente António Carlos (Barbacena, MG), Brasil

El presente artículo tiene como objetivo sustentar la hipótesis de que la noción de sujeto en el psicoanálisis se remonta a la teoría freudiana, aunque en ella, carezca de una definición formal, sugiriéndose solamente en las entrelíneas de los textos de Freud, contraponiéndose a la noción de cogito cartesiano y a la supremacía del yo. Es en Lacán, más tarde, que esa falta gana estatus de concepto, pieza central de la obra lacaniana y de que lo que el autor nombra como “regreso a Freud”, cediendo espacio, a la finalidad de la enseñanza lacaniana, al concepto de falasser o tener un cuerpo en el momento en que la concepción de gozo adquiere importancia central en las elaboraciones de Lacán.
Palabras clave: Sujeto, inconsciente, Yo, pulsión, gozo.
The article aims to prove the hypothesis that the notion of ego in psychoanalysis goes back to the Freudian theory, even if it lacks its formal definition, being very subtle in between the lines of Freud´s texts, in opposition to de Descarte´s cogito and the supremacy of the ego. It´s in Lacan that this nuance gains status of concept being the central piece of Lacanian work, that he names “return to Freud”, until the concept of parletre takes place.
Keywords: subject, Trieb, Ego, Unconscious.

Sobre la Concepción de Sujeto en Freud y Lacán

“[…] Parece haber consenso de que la propiedad de Freud no es el sujeto. Lo que es propiedad de Freud es el inconsciente.  Y, ahí, la primera conclusión que se impone es que en cuanto al inconsciente es freudiano, el sujeto es lacaniano” (Cabas, 2009, p.29).
El concepto de sujeto ganó, a lo largo de la teoría psicoanalítica, estatus de discusión central, al punto de que necesitamos de cierto esfuerzo para recordar que éste no siempre existió de manera formal en ese campo del saber. Freud no construyó tal concepto; en sus alusiones al término acostumbraba asociarlo a la noción corriente de autor de la acción, de participante activo. Sin embargo, es posible afirmar que la referencia, a lo que Lacán más tarde denominó sujeto, es su aporte para el avance del psicoanálisis y reside en las entrelíneas de textos freudianos desde sus inicios.
Ya en el “Proyecto para una psicología científica” (Freud, 1895/1996), se hace evidente el esfuerzo de Freud para definir el aparato psíquico buscando comprender su existencia, su actividad y sus diferenciaciones internas. Constátense los intentos de explicar algo que ultrapasase a la noción de individuo centrado en la razón y tocase la construcción subjetiva, a partir del descentramiento traído por el descubrimiento del inconsciente.
Si Freud no se ocupó de la tarea de buscar una “epistemología propia” (Cabas, 2009, p.5) sobre la cuestión, podemos suponer que esa laguna se da, entre otros motivos, por su formación médica, que lo lleva a usar, en sus textos, términos  como “individuo”, “sujeto” y “organismo” de manera como los definía la tradición científica, epistemología propia de la época. El sujeto, aquí, aún era el del cogito cartesiano, marcado por la noción de unidad e indivisibilidad, teniendo la razón como centro de su funcionamiento y de su existencia.
Una de las grandes contribuciones freudianas sistematizadas como concepto, a pesar de todo, fue el circuito energético que apoya el trabajo del aparato psíquico, aspecto que introduce en el campo analítico la dimensión de la causa. Tratase de la pulsión.
“(…) concepto situado en la frontera entre lo mental y lo somático, como el representante psíquico de los estímulos que se originan dentro del organismos y en lacan a la mente, como una medida de la exigencia hecha a la mente en el sentido de trabajar en consecuencia de su relación con el cuerpo” (Freud, 1915/1996, p.127)
La pulsión, es un concepto que forma parte de la metapsicología freudiana, compuesta por constructos que sólo se manifiestan y son observables a partir de sus fines, de sus efectos. Se define como un estímulo que desestabiliza la tendencia a la inercia presente en la vida psíquica, ejerciendo la función de un “vacío” que exige que un acto sea realizado para suprimir el desequilibrio tensional provocado por ella. Opera como fuerza constante proveniente del interior del organismo, volviendo inútil la huida motora, como se hace posible en el arco reflejo. Ese “vacío” está situado en el cuerpo erógeno, que trasciende a la mera anatomía y se establece como una fuente de la pulsión, produciendo circulación ininterrumpida en el aparato psíquico. Luego, aunque se muestre absolutamente impalpable y ajena a una representación concreta, la pulsión puede ser pensada como la idea más próxima de un sustentáculo material del lugar del sujeto en la experiencia freudiana (García-Roza, 2001).
El circuito pulsional traza un movimiento pendular: del yo, su fuente primordial, va en dirección al objeto, orientado nuevamente al yo, de forma sucesiva, organizada para impedir el pasaje de cualquier cantidad de energía que surja acompañada de dolor. En la reorientación tendría justamente la función de evitar el displacer: en él, el concepto que no puede acceder a la conciencia sin causar sufrimiento llamaría a una imagen acústica alternativa, distinta de la original, garantizando entonces su acceso. La cura, en la clínica psicoanalítica, estaría asociada a la unión del concepto con la imagen acústica verdadera; en ese momento de la teoría, Freud cree en la posibilidad de la palabra plena, en la armonía entre el significante y significado como interrelacionados de forma fija y estable.
En el año siguiente, en su Carta 52, dirigida a Fliess, Freud (1896/1996) aclara lo que ya había esbozado en el texto La Afasia (Freud 1891/1987) al respecto del mecanismo del aparato psíquico. Éste funcionaría a partir de rearreglos sucesivos de trazos de memoria en diferentes registros, de acuerdo con el tipo de neurona -lo que hace evidente la conexión inicial de las ideas freudianas con la biología-. Diversas capas superpuestas contendrían vestigios de memoria dejados como surcos en el aparato psíquico. Como menciona Lima (2010), para pasar de un elemento a otro, la excitación tendría que vencer una resistencia, abriendo un camino para  facilitarlo.
La primera de las capas del aparato psíquico, W (percepciones), estaría relacionada a la consciencia y no guardaría trozos de memoria, una vez que memoria y percepción se excluirían mutuamente. Solamente en Wz (indicación de percepción) habría el primer registro de la percepción, en cuanto a la capa siguiente, Ub (inconsciente), se encargaría de los registros de conceptos. La capa Vb (pre-consciente) sería la tercera transcripción, de palabras. Para Lima (2010), es justamente en esa tercera etapa que se borra “la cosa” (de las Ding) para advertir algo de lo que, más tarde, Lacán va a definir como el trozo unitario (Lacán, 1961-1962), significante que fundamenta el sujeto. Finalmente, en Bews (conciencia), concepto y palabra pueden pasar a la consciencia, que surge en lugar de un trozo de memoria (Freud, 1896/1996). Como se ve, el órgano responsable de los estímulos sensoriales es la consciencia encontrándose en polos opuestos del aparato psíquico, separados por los sistemas de la memoria.

Entre el sujeto y el yo

La concepción de un aparato psíquico que comprende un inconsciente y modifica sucesivamente sus registros, altera de manera crucial la noción de yo como lugar de la verdad que imperaba hasta el surgimiento de la teoría freudiana, cobijada por la prevalencia de la concepción de cogito cartesiano, racional e indivisible. El cogito freudiano, al contrario, revela el yo como lugar de ocultamiento, demarcando que sujeto y yo son términos que no se recuperan. La cuestión del sujeto pasa claramente por un cambio radical a partir de la lógica psicoanalítica y de la concepción de yo (García-Roza, 2001). A lo largo de la teoría freudiana, retomamos informaciones de que el yo es una instancia que emana de la percepción y que tiene como rasgo esencial ser consciente.
Con todo, la mayor parte de la vida psíquica en Freud se muestra inconsciente, presentando el yo, tenido hasta entonces como la sede de la experiencia subjetiva, como siendo afectado de forma pasiva por esa “parte oscura” del aparato psíquico. Habría por lo tanto, dos principios: la percepción, en relación estrecha con el principio del placer/realidad, y la pulsión, relacionada a una satisfacción que se sitúa más allá de ese modo de funcionamiento, no restringiéndose a él.
Es en 1914, en Sobre el narcisismo, que Freud (1914/1996) da una definición más explícita al yo. Antes de su constitución en el ser humano, habría un momento inicial llamado de “auto-erotismo”, marcado por el surgimiento de la pulsión a partir de una desviación del instinto. El movimiento pulsional, en ese momento, sería aún anárquico, una vez que no habría imagen unificada del cuerpo sobre la cual pudiese invertir de modo sistemático. El yo, en verdad, sería su constitución intrínsecamente ligada a la inversión libidinal de las pulsiones que coexisten en la fase auto-erótica y que entonces se unifican. Se tiene en ese segundo momento lo que Freud (1914/1996) denomina “narcisismo primario”, estado precoz en que el niño invierte en sí y que prepara el terreno para el “narcisismo secundario”, cuando la pulsión ya es orientada hacia los objetos, mas regresa sucesivamente al yo. Se anula aquí la oposición entre pulsiones del yo y objetal, una vez que las dos llegan a ser vistas como de la misma naturaleza, diferenciadas solo por el objeto de inversión en cada momento.
Como respuesta al narcisismo infantil, tenemos la formación del ideal, que establece exigencias más intensas al yo, surgiendo con ello la necesidad de remarcar cuando se percibe una diferencia entre el ideal y lo que el yo ofrece. La identificación con la fuente parental, modelo al que el individuo trata de conformar, converge con el narcisismo, resultando en lo que Freud denomina ideal del yo. Hay por lo tanto dos identificaciones. La primera, narcisista primaria, es pre-edípica, y la otra, narcisista secundaria, ya presupone la construcción de otro.
La construcción del yo, se concluye, ocurre paulatinamente ligada a la conciencia y al inconsciente. Sería la parte del inconsciente que se modificó por la proximidad e influencia del mundo externo, sirviendo como mediador lo que pone en confrontación el principio del placer y de la realidad. Otra instancia, por su parte, se constituiría como instancia autónoma y agente crítico: el súper yo, con función de auto observación, consciencia moral e ideal del yo (García-Roza, 2001).
El año de 1920 significa una transformación de rumbos en la elaboración psicoanalítica, a partir del momento en que Freud (1920/1996) postula la existencia de algo para más allá del principio del placer –y, por extensión, del principio de la realidad- hasta entonces tenidos como la lógica del funcionamiento exclusiva del aparato psíquico. Si es posible recalcar los representantes pulsionales que generan el displacer, no es posible, por otra parte, silenciarlos de manera definitiva. La compulsión a la repetición es lo que escapa al principio del placer, buscando la satisfacción pulsional a toda costa, imponiéndola como exigencia. Sería tarea del analista superar la resistencia y hacer emerger, en intervalos y encima del cuadro inercial impuesto por los ideales, el inconsciente, “recipientes donde las premisas del ideal no son más que letra muerta. Y es justamente allí, en esos  recipientes, que florece el síntoma” (Cabas, 2009, p.45).
A partir de esa afirmación, podemos comenzar a inferir que “inconsciente” puede ser tomado como uno de los nombres de sujeto para Freud, aquello que aflora a la manifestación rápida de una idea o chispa, de manera lacunar, un acontecimiento puntual.
La concepción dualista de pulsiones sexuales y del yo, suspendida a partir del momento en que el yo pasa a ser confrontado como un blanco de investidura sexual, se transfiere entonces a la oposición ente pulsiones de vida y de muerte. Se puede pensar en una categoría de pulsión que tiende a la repetición, a la conservación, y otra que impulsa hacia la descarga, la producción. En ambos casos, el objetivo es la constancia, a partir de la satisfacción completa, intangible, “repetición de una experiencia primaria de satisfacción” (Freud, 1920/1996, p.52).
Por debajo de las resistencias, Freud dejaba entrever, en aquella época, la noción de deseo, uno de los puntos cruciales de su teoría. Es debido a la confrontación entre pulsión e ideal que el deseo trae un desorden entre el conjunto de representaciones de sí y el del mundo y la permeancia de esa  identidad que la pulsión viene a traer. Una vez más, vemos de soslayo algo del sujeto cuando hablamos del carácter de fugacidad del deseo, su aparición repentina y siempre pasajera.
En 1933, en la Conferencia XXXI, Freud (1933/1996) profiere la frase “wo es war, soll ich werden), traducida comúnmente por “dónde estaba el id, o el ego debe sobrevivir”. García-Roza (2001) se opone a esa versión por el hecho de que ésta no es ni siquiera la traducción literal de la frase en alemán escogida por Freud. La frase freudiana no trae impedimentos por cuestiones lingüísticas, más por una limitación conceptual, una vez que faltaban aún recursos para comprenderse la construcción del sujeto como tal. Después de avanzar en la construcción de ese concepto, Lacán (1959-1969/1988) va a decir que no era sustancial lo que el padre del psicoanálisis decía en aquel momento, pero sí de una exigencia del advenimiento de la verdad desconocida por el yo, que es comparable con el advenimiento del sujeto, atropellando la concepción cartesiana. Pensemos la traducción de la frase usada por Freud, entonces, como algo cercano al “así donde se estaba, allí como sujeto debo permanecer" (García-Roza, 2001).

Vicisitudes del sujeto en Lacán

Es en la obra lacaniana que la concepción del sujeto es tomada de las entrelineas de la teoría psicoanalítica y pasa, paulatinamente, al estatuto de concepto. Lacán comienza a trabajar en el psicoanálisis en un momento en que la teoría freudiana sufría una apropiación por los postfreudianos, centrados en la comprensión del yo y en un funcionamiento clínico que buscaba su fortalecimiento. Esa posición se opone al descubrimiento primario de Freud, el inconsciente. Fue buscando hacer frente a esa equivocación que Lacán formuló su teoría, dando nuevamente primacía al inconsciente y centrando la teoría freudiana en el sujeto (Cabas, 2009).
En Lacán, el yo es producido a partir de la imagen del otro, en lo que él nombraba “estadío del espejo” (Lacán, 1966/1998). La experiencia de fragmentación del cuerpo por las pulsiones es superada por la cristalización de una imagen unificante, que pasa a tener peso de referencia, trayendo una vivencia de júbilo frente al reconocimiento de la propia imagen, que sucede al reconocimiento recibido por el otro. Hay ahí un recubrimiento imaginario de lo real, y a cada momento que la experiencia especular con el semejante se repite, el yo se consolida.
Se establece consecuentemente, una matriz simbólica donde el yo se precipita, que, en Freud (1914/1996), fue nombrada como yo ideal. Se trata de una ficción irreductible, “armadura” que cristaliza el ideal, el primer momento del narcisismo. Más tarde, él será permeado por los semblantes sociales y sufrirá una limitación, constituyendo el ideal del yo, ya sometido a los efectos de la castración.
Aunque, en sus primeras enseñanzas, Lacán haya orientado su atención hacia lo imaginario y sus efectos, el avance gradual de la teoría hace necesario adelantar en esa concepción copiada en el “moi”, en la identificación, que se muestra insuficiente para contener en sí la verdad del sujeto. Tiene lugar, entonces, la concepción de sujeto por la dirección de lo simbólico, marcado de manera inevitable por el lenguaje, alienado en lo significante. La castración instaura el sujeto segmentado, dividido, del lenguaje, del inconsciente, del deseo. Lo que Lacán llama “sujeto” es justamente ese enigma traído de la palabra barra, por la división que funda el inconsciente, que descentra el individuo y la razón (Lacán, 1973/1981).
La primacía de lo simbólico en ese segundo momento de la enseñanza lacaniana es tan grande que de alguna manera impregna su teoría, obligando al autor nuevamente a revisarla más tarde.
Es en el Seminario, libro 20: más aún (Lacan, 1972/1992) que tiene lugar la pregunta del cuerpo en cuanto cuerpo de gozo, aspecto hasta entonces relegado a segundo plano, que se muestra, paulatinamente, fundamental para pensarse la cuestión del inconsciente.  Se abre ahí el tercero y último momento de la enseñanza lacaniana, marcada por la noción de inconsciente real, que disminuye la propuesta del inconsciente estructurado como un lenguaje y permite hacerlo emerger en cuanto puro campo de gozo no-fálico, aunque sea lo simbólique que lo contenga y lo fuerza a existir. Se prepara el terreno para el surgimiento, pocos años más tarde, del concepto de “falasia” explicado en el Seminario 23 (Lacán, 1975/2007).
La nominación que viene del otro y con la cual cada uno se identifica, es el nombre de gozo, uniéndose al retoque original, S1, que es significante puro, surgiendo como un enjambre o conjunto que no hace cadena, destituido de cualquier significación (Lima, 2010). Extraído ese significante, trazo unitario, hace existir el conjunto de significantes del inconsciente, desdoblándose en los S1 disponibles, ropajes del S1 original de los cuales el análisis busca desidentificarnos, permitiéndonos escoger un significante en torno del cual la falta a ser irá a girar, saliendo del puro asentimiento (Lacán, 1973/1981).
El significado es siempre una operación a posteriori, de retroacción, permitiendo un desdoblamiento de los significados dados por el otro hasta entonces. En esa operación S1-S2, en ese deslizamiento de los significantes para producir significado, tenemos un sujeto que aparece en el intervalo, entre un significante y otro, un sujeto que, como ya vimos, al contrario de establecer una solidez, surge como un rayo. Se trata por lo tanto, de mucho más que una “experiencia del sujeto” de  una materialización, una encarnación. Si el análisis promueve el descolocamiento significante-significado, podemos decir que lo que ella hace es alterar el lugar de ese sujeto que es efecto, haciendo vacilar identificaciones cristalizadas.

Conclusiones: sujeto como efecto

El descentramiento del yo como fuente de todos los actos humanos permite que hagamos la pregunta sobre el sujeto. Para Freud, sujeto no es un concepto construido explícitamente, mas algo que surge en las entrelíneas, se presenta como el nombre del deseo. Se muestra extraño y ajeno al yo porque inconsciente, oriundo de los imperativos de la pulsión. El es el que insiste, la repetición que se impone. Luego, el sujeto no existe por sí, mas puede surgir a partir del inconsciente (Cabas, 2009).
En Lacán, la noción de sujeto sufre una serie de transformaciones en la medida en que la teoría avanza. De la primacía de lo simbólico a la concepción de gozo que alcanza su punto más alto en el concepto de falasser o tener un cuerpo; queda claro, para el autor, que falta a esa construcción cualquier materialidad que haya sido inicialmente hipotetizada.
Se concluye por lo tanto, de forma simplificada y aún amplia de abordar el tema con la extensión y la intensidad que sus vicisitudes exigirían, que la construcción del concepto de sujeto, de Freud y Lacán, avanza sucesivamente, alcanzando el plano central de la teoría lacaniana, donde permanece hasta la construcción del concepto de falasser o tener un cuerpo que lo sucede. Sin embargo, el sujeto no deja nunca de ser encarado, desde el punto de vista teórico, solo por las orillas de forma indirecta, una vez que su existencia es del orden del afecto no de la sustancia.

Referencias

Cabas, A. G. (2009). O sujeito na psicanálise de Freud a Lacan: da questão do sujeito ao sujeito em questão. Rio de Janeiro: Jorge Zahar.
Freud, S. (1891/1987). La afasia. Buenos Aires: Nueva Visión.
Freud, S. (1895).  Projeto para uma psicologia científica. In Freud, S. (1996). Obras psicológicas completas de Sigmund Freud: edição standard brasileira. Rio de Janeiro: Imago, vol. I.
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Garcia-Roza, L. A. (2001). O sujeito e o eu. In Garcia-Roza, L. A. Freud e o inconsciente. Rio de Janeiro: Jorge Zahar.
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Lacan, J. (1972/1992). O seminário, livro 20: Mais, ainda. Rio de Janeiro: Jorge Zahar.
Lacan, J. (1975-1976/2007). O seminário, livro 23: o sinthoma. Rio de Janeiro: Jorge Zahar.
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Lima, C. (2005). Rennó. Uma brecha na fantasia: traço de perversão. Escola Brasileira de Psicanálise. Disponível em: http://www.ebp.org.br/biblioteca/pdf_biblioteca/Celso_Renno_Sobre_o_traco.pdf.  Acesso em 05 ago. 2010.




Jacques Lacan. El inconsciente es el discurso del «otro»

jacques-lacanJacques Marie Émile Lacan nació en París y se formó con los jesuitas. Estudió medicina y se especializó en psiquiatría. Durante la Segunda Guerra Mundial permaneció en el París ocupado, trabajando en el hospital militar de Val-de-Grâce.
Después de la guerra, adoptó el psicoanálisis como herramienta clave en su trabajo, pero en 1953 fue expulsado de la Asociación Psicoanalítica Internacional tras un enfrentamiento debido a las críticas recibidas por realizar sesiones de terapia más breves de lo normal. Lacan fundó entonces la Sociedad Francesa de Psicoanálisis.
Más allá de la psicología, en sus escritos abordó la filosofía, la literatura, la lingüística y el arte, e impartió seminarios semanales a los que asistieron pensadores eminentes como Roland Barthes y Claude Lévi-Strauss. Ferviente seguidor de Freud, Lacan fundó la Escuela Freudiana de París en 1963, y la Escuela de la Causa Freudiana en 1981.

El inconsciente es el discurso del «otro»

  • Orientación: Psicoanálisis
  • Antes:
  • 1807 El filósofo alemán G.W.F. Hegel afirma que la conciencia de sí depende de la presencia del otro.
  • 1818 El filósofo alemán Arthur Schopenhauer sostiene que no puede haber objeto sin sujeto que lo perciba, y que la percepción del objeto está limitada por la visión y la experiencia personales.
  • 1890 En su obra The Principles of PsychologyWilliam James establece una distinción entre el yo cognoscente (I) y el yo conocido (me).
  • Después:
  • 1943 El filósofo francés Jean-Paul Sartre afirma que nuestra percepción del mundo que nos rodea, o el «otro», se ve alterada cuando aparece otra persona; asimilamos su concepto del «otro» al nuestro
el-inconsciente-es-el-discurso-del-otro-jacques-lacanLos psicoanalistas explican el inconsciente como el lugar en que se almacenan todos aquellos recuerdos que deseamos apartar y que no son accesibles conscientemente. El inconsciente habla en ocasiones al plano consciente de maneras muy diversas: Carl Jung opinaba que el inconsciente se presenta ante el yo consciente a través de los sueños, los símbolos y el lenguaje de los arquetipos, mientras que para Sigmund Freud se expresa por medio de la conducta motivada y, accidentalmente, de los lapsus verbales. El único punto en que las diversas escuelas psicoanalíticas están de acuerdo es en que el contenido del inconsciente es más amplio que el del yo consciente. Sin embargo, para el psiquiatra francés Jacques Lacan el lenguaje del inconsciente no es el del yo, sino el del «otro».
La concepción del yo
Acostumbramos a dar por supuesta con demasiada facilidad la noción del yo, que cada uno de nosotros existe como un individuo separado que ve el mundo a través de sus propios ojos, conoce los límites que le separan de los demás y del mundo que le rodea, y asume dicha separación en su pensamiento y en su modo de interactuar con el entorno. Sin embargo, ¿y si no hubiera nada ahí afuera que pudiésemos reconocer como separado de nosotros mismos? En ese caso no podríamos conceptualizar nuestra noción del yo, pues no habría un ser delimitado en el que pensar. El único medio que tenemos de determinar que como individuos somos distintos del mundo que nos rodea es precisamente nuestra capacidad de reconocer nuestra separación respecto al entorno, respecto al «otro»: es eso lo que nos permite convertirnos en el sujeto «yo». Lacan concluía que cada uno de nosotros es un «yo» porque tiene un concepto del «otro».
frase-jacques-lacanPara Jacques Lacan, el «otro» es lo absolutamente ajeno que se encuentra más allá del yo; es el ambiente en que hemos nacido, y que debemos «traducir» o al que debemos dar sentido para sobrevivir y prosperar. El niño debe aprender a organizar las sensaciones en conceptos y categorías a fin de poder desenvolverse en el mundo, y esto lo hace adquiriendo gradualmente la conciencia y la comprensión de una serie de significantes: signos o códigos. Pero estos significantes únicamente pueden llegarnos del mundo exterior que se encuentra más allá del yo, y por lo tanto tienen que haber sido formados a partir del lenguaje –o el «discurso», en los términos de Lacan– del «otro».
Solo somos capaces de pensar y expresar nuestras ideas y emociones a través del lenguaje, y el único lenguaje del que disponemos, según Lacan, es el del «otro». Las sensaciones e imágenes que se traducen en los pensamientos de nuestro inconsciente deben construirse por tanto a partir de dicho lenguaje del «otro»; como escribió Lacan, «el inconsciente es el discurso del “otro”». Esta idea ha tenido una enorme influencia en la práctica del psicoanálisis y ha permitido llegar a una interpretación más objetiva y abierta del inconsciente.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la psicología”

Jacques Lacan, el retorno a los impases de Freud – PUCP

El libro de la psicología

portada-libro-psicologia¿Somos individuos autónomos, o nos dejamos llevar por el conformismo? ¿Qué nos hace recordar y por qué olvidamos? ¿Cómo medir la inteligencia? Preguntas como estas subyacen en la obra de los grandes teóricos e investigadores del fascinante mundo de la psicología. Con un lenguaje claro, El libro de la psicología ofrece concisas explicaciones que desbrozan la jerga académica, esquemas que hacen sencillas las teorías más complejas, citas memorables y una serie de ingeniosas ilustraciones que juegan con nuestras percepciones y creencias. Tanto el neófito como el estudiante o el experto aficionado hallarán en este libro material con el que estimular su mente.

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