Diez curiosidades sobre «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», de Borges



8.4.2016 Juan Pablo Brunetto

1.- Edición príncipe

“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” es el primer cuento de Ficciones, uno de los libros más influyentes del siglo XX. Sin embargo Borges jamás quiso escribir un libro llamado Ficciones: se trata de un error de imprenta. Hacia 1941 Borges había escrito El jardín de senderos que se bifurcan y en 1944 decide publicar una versión ampliada. A los textos originales prevé subtitularlos Ficciones y a los nuevos, Artificios. La imprenta, que trabajaba para la editorial Sur, comete el error de titular al libro con un subtítulo. La anécdota, de boca de Borges, es realmente poco conocida, tanto que sólo la refiere en sus conversaciones con Antonio Carrizo. “Carrizo. Pero en 1944 aparece un libro que en realidad pareciera ser dos. En la primera edición el libro se llama Ficciones; pero hay una segunda parte, en el mismo volumen, que se titula Artificios… / Borges. No, eso fue agregado… Tienen que ser dos subtítulos. Pero no sé qué equivocación hubo en la imprenta y pusieron Ficciones como título. Pero yo quería establecer no sé qué diferencia entre unos y otros. Por eso puse Ficciones y Artificios. En este momento no recuerdo en qué consistía esa diferencia. Pero pusieron Ficciones como título, que yo no hubiera puesto, porque es feo y suena mal, además. Ficciones no suena bien. Pero en fin…” (Carrizo. Borges el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo, 1982).

2.- El símbolo de la Biblioteca

La Biblioteca de Babel contiene todo aquello susceptible de ser escrito. En el cuerpo del cuento sólo se habla de todo aquello susceptible de ser escrito a partir de 25 símbolos pero en una nota al pie agrega que se trata de las 22 letras, el espacio, el punto y la coma. Si así fuera, por medio de diversos pasajes podríamos adivinar cuáles son algunas de esas 22 letras. Serían m, c, v, o, h, t, i, e, p, u, s, r, a, d, n, l, b, y, x, j. Desde luego no es el idioma inglés; tampoco el español. No incluye w, f, g, k, q, z. No incluye ñ. Sin embargo, por el epígrafe, es muy probable que Borges se refiera al alfabeto latino, que constaba de 23 letras en el periodo clásico: en latín no existen por ejemplo la letra v ni la letra j, que son notaciones para la u y para la i, respectivamente, cuando adquieren valor consonántico. Borges basa su cuento en un cuento de Kurd Lasswitz, donde efectivamente se refiere al alfabeto latino, y en “La Biblioteca total” habla de eliminar la q y la x. Raro pensar que la biblioteca sin embargo no contiene ninguna copia del Quijote o de la Comedia. Es verdad que debería contener textos aproximados a los originales pero sin contener ninguna copia literal. Tampoco de Ficciones. Dicho esto, cabe señalar que uno de los pasajes de “La Biblioteca de Babel” dice Axaxaxas mlö, texto que también corresponde a “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Es idioma de Tlön. Hlör u fang axaxaxas mlö significa "surgió la luna sobre el río". Claro que en español existe un símbolo que se llama diéresis y que no sería uno de los 25 que conforman la Biblioteca. ¿Entonces el mundo de Tlön ha invadido la Biblioteca? ¿Con qué efectos? ¿La introducción de un nuevo símbolo nunca previsto por Borges no constituye la destrucción misma de la biblioteca, es decir la posibilidad de infinitos significantes, es decir el caos? En cambio, en idioma inglés la diéresis no es un símbolo autónomo sino simplemente la unión de dos puntos, pero si fuera el caso ¿se podrían agregar flores hechas de coma, letras al revés (Z por N) o signos superpuestos (æ)? Por el contrario, en algunas lenguas germánicas ö es en sí misma una letra, lo cual no invalidaría el orden de la biblioteca. Como un guiño a Lasswitz, ¿entonces ö sería una de las letras faltantes? ¿Y el alfabeto latino?

3.- La invención de Morell

Silas Haslam es, desde luego, un autor inexistente. Tanto Borges como Bioy, juntos y por separado, recurrían a nombres de sus ancestros para componer personajes, autores o narradores. Haslam era el apellido de la abuela paterna de Borges, fallecida en 1935. El nombre de Silas, según Iván Almeida, es el mismo que usa el atroz (espantoso) redentor Lazarus Morell en el relato incluido en Historia Universal de la Infamia, cuando se hace internar en el hospital de Natchez, baje el falso nombre de Silas Buckley, para que no lo reconozcan, y donde finalmente muere en 1835. Por su parte Ezra Buckley es el nombre del millonario al que, en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, se le ocurre la idea de Tlön. De joven, Silas Buckley predicaba sin creer la fe de Jesucristo en Baton Rouge, mientras sus malhechores robaban los caballos a la concurrencia; Ezra Buckley muere envenenado en Baton Rouge en 1828, luego de sugerir que la enciclopedia de Tlön “no pactará con el impostor Jesucristo”. Ezra Buckley, “defensor de la esclavitud”, es contactado en Memphis, al sur de EEUU; Silas Buckey, “un caballero antiguo del Sur”, recorría los Estados junto al Mississippi estafando a esclavos, a quienes prometía falsamente libertad con el fin de revenderlos. Acaso por dar a los esclavos una segunda oportunidad en la vida, Borges lo bautizó con el nombre bíblico “Lazarus”. Como sea, en una versión corta de la genealogía de Borges, Ann Buckley es la esposa de William Haslam. El hijo de ambos es Edward Young Haslam, quien se casa con Jane Arnett, de quien tiene varios hijos, entre ellos Frances Ann Haslam (Fanny), la abuela de Borges. En la versión extensa Borges es descendiente de Alfonso X, el sabio, rey de Castilla, y de Juan de Garay, fundador de Buenos Aires, y de Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo, fundador de Córdoba. “En Historia universal de la infamia no quería repetir lo que hizo Marcel Schwob en sus Vidas imaginarias. Schwob inventó biografías de hombres reales sobre los que hay escasa o nula información. Yo, en cambio, leí sobre la vida de personas conocidas, y cambié y deformé deliberadamente todo a mi antojo. Por ejemplo, después de leer The Gangs of New York de Herbert Asbury, escribí mi versión libre de Monk Eastman, el pistolero judío, en flagrante contradicción con la autoridad de referencia. Lo mismo hice con Billy the Kid, John Murrel (a quien rebauticé Lazarus Morell)…” escribe Borges (Autobiografía, 1970). Efectivamente John Murrell existió y los datos que Borges suministra y las acciones que le atribuye a Morell están muy próximos a la realidad. Borges los toma, en general, de Mark Twain. Vale recordar que Tom Sawyer y Huckleberry Finn buscan el oro de Murrell, de este mismo bandido. Según Borges y sus biógrafos, Huckleberry Finn fue la primera novela que leyó completa. “Es que a veces a Borges le gustaba modificar el pasado para que quedara mejor, pero no por vanidad sino por creer en la literatura […]. Como aquella vez que le preguntaron cuál había sido su primera lectura y Borges contestó Huckleberry Finn, de Mark Twain, cuando en realidad su primera lectura había sido Las aventuras de Tom Sawyer. Pero como Tom Sawyer no le gustaba, le parecía un libro bastante malo, entonces citaba el otro” aclara Bioy (Palabra de Bioy. Conversaciones con Sergio López, 2000). Consultado en 1909, Mark Twain dijo: “Vine al mundo con el cometa Halley en 1835. Vuelve otra vez el año próximo y espero irme con él”. Twain, efectivamente, murió al año siguiente, al pasar el cometa.Silas Haslam es autor de A General History of Labyrinths, libro a su vez apócrifo. En un texto de por sí curioso (The Crimson Hexagon, 1996), Allen Ruch reseña varios libros que Borges nunca escribió, incluido A General History of Labyrinths, fechado en 1888 y cuyas ilustraciones habrían sido elaboradas por Anna, una estudiante vienesa de arte, esposa de Silas Haslam. El libro figura o al menos figuraba en una web que recomienda lecturas, Goodreads, con puntaje cinco sobre cinco y la propia reseña hecha por Ruch, además de una cubierta apócrifa (hacia abajo agrega que se trata de una séptima edición). En un paper serio (Lindgren, Moore, Nordahl. Complexity of Two-Dimensional Patterns, 2008), sus autores incluyen a este libro imaginario dentro de la bibliografía. Borges a su vez es autor de tres textos que atribuye a un inexistente Daniel Haslam, publicados en revista Obra para 1936. A dos de ellos mucho antes los había publicado con su firma. Uno trata sobre la paradoja de Epiménides y otras más (“En Sumatra un hombre quiere doctorarse de brujo. El examinador le pide que adivine si será reprobado o si pasará. El hombre dice que será reprobado…”); otro, sobre la cuarta dimensión, que desde luego no refiere al tiempo (Einstein) sino a un teseracto (Hinton) o tetrahipercubo (Bragdon). El tercer texto se llama “Laberintos” y según Iván Almeida (Celebración del apócrifo en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, 2006) es un plagio parcial de la entrada de la oncena edición de la Enciclopedia Británica, la que Borges manejaba, luego de haberla adquirido usada con el dinero proveniente de un premio literario. Ahora bien, en este texto escrito bajo el seudónimo de Daniel Haslam por Borges, copia del respectivo artículo de la Enciclopedia Británica, se reseña un libro a su vez apócrifo, llamado A general history of labyrints, de un autor también inexistente llamado Thomas Ingram.

4.- Mentiras

Pese a que a enciclopedia de Tlön no es otra cosa que una invención de Borges, hay una anécdota largamente repetida sobre su verosimilitud. "Cuando yo estuve en Madrid, alguien me preguntó si yo había visto el Aleph. En ese momento yo me quedé atónito; mi interlocutor -que no sería una persona muy sutil- me dijo: ʽpero cómo, si usted nos da la calle y el númeroʼ. Bueno, dije yo, ¿qué cosa más fácil que nombrar una calle e indicar un número? (ríe). Entonces me miró, y me dijo: ʽAh, de modo que usted no lo ha vistoʼ. Me despreció inmediatamente; se dio cuenta de que, bueno, de que yo era un embustero, que era un mero literato, que no había que tomar en cuenta lo que yo decía […] y días pasados me ocurrió algo parecido: alguien me preguntó si yo tenía el séptimo [sic] volumen de la enciclopedia de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Entonces, yo debí decirle que sí, o que lo había prestado; pero cometí el error de decirle que no. Ah, dijo, ʽentonces todo eso es mentiraʼ. Bueno, mentira, le dije yo; usted podría usar una palabra más cortés, podría decir ficción…" (Ferrari. En diálogo I, 1998).

5.- Posdata

“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” está fechado en el año 1940 y contiene una posdata de 1947. El texto original fue previsto para la Antología de la literatura fantástica, que terminó de imprimirse para la navidad de 1940, aunque Borges lo había dado por primera vez a la imprenta para el número de mayo de ese mismo año de la revista Sur. Hoy pocos ignoran que la posdata de 1947 figura desde esa primera edición de 1940 y que concluye con la confesión de Borges sobre estar revisando una traducción del Urn Burial de Browne. Curiosamente (aunque es muy probable que ya lo tuvieran en mente) Borges y Bioy tradujeron (al menos) un capítulo de Urn Burial y lo publicaron en la revista Sur, en 1944, además de planear una summa del autor, que nunca fue dada la imprenta. Sin embargo la traducción de Borges y de Bioy contiene un párrafo totalmente apócrifo, bastante revelador, que no figura en el original de Sir Thomas Browne, en ninguna de las versiones conocidas, y que dice: “Amplios son los tesoros del olvido, e innumerables los montones de cosas en un estado próximo a la nulidad; más hechos hay sepultados en el silencio que registrados, y los más copiosos volúmenes son epítomes de lo que ha sucedido. La crónica del tiempo empezó con la noche, y la oscuridad todavía la sirve; algunos hechos nunca salen a la luz; muchos han sido declarados; muchos más fueron devorados por la oscuridad y las cavernas del olvido. Cuánto ha quedado en vacuo, y nunca será revelado, de esos longevos tiempos en que los hombres apenas recordaban su juventud, y más que antiguos parecían antigüedades, cuando perduraban más en sus vidas que ahora en nuestras memorias”.

6.- OC 1: 432

Buena parte del material citado en estas notas puede consultarse en la web del Centro Borges, cuya revista se llama Variaciones Borges. “Desde la creación de Variaciones Borges, en 1996, el comité de redacción se propuso como criterio unificador el citar a Borges, en la medida de lo abordable, a partir de los cuatro volúmenes de las Obras Completas, Barcelona: Emecé, 1989 (vols. 1-3) y 1996 (vol. 4)” confiesa Iván Almeida (“Un hecho inquietante: Borges sigue publicando”, 2003). La frase “Los espejos y la paternidad son abominables”, en el proyecto, llevaba la notación OC 1: 432. La frase desde luego no es de Bioy aunque era común que la gente le preguntara, entristecida, porqué pensaba de ese modo. Volodia Teitelboim (Los dos Borges. Vida, sueños enigmas, 2003) nos recuerda que Borges había ensayado una versión temprana en el cuento “El tintorero enmascarado Hákim de Merv” incluido en Historia Universal de la Infamia, de 1935, que dice “La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables porque la multiplican y afirman. El asco es la virtud fundamental”. No sin razón, Alan White (“An Appalling or Banal Reality”, 2003) hace notar que Borges no distingue entre multiplicar hombres, por medio de la cópula, o multiplicar imágenes de hombres, por medio de espejos. O de enciclopedias. “He recorrido muchas Utopías ­–desde la epónima de More hasta Brave new world- y no he conocido una sola que rebase los límites caseros de la sátira o del sermón y que describa puntualmente un falso país, con su geografía, su historia, su religión, su idioma, su literatura, su música, su gobierno, su controversia matemática y filosófica… su enciclopedia, en fin: todo articulado y orgánico” escribe Borges (“La estatua casera”, 1936). En una clase de 1984 (Enrique Pezzoni, lector de Borges, 1999), Enrique Pezzoni observa que “están en un lugar donde hay dos formas de falsificación: el espejo que reproduce imágenes inexistentes y el resultado de un robo, una enciclopedia robada de la otra, que además es una suerte de espejo. La presunción de la enciclopedia es la misma que la del espejo: aprisionar al mundo en una imagen inexistente, es decir, el robo y la empresa falaz de reproducir falazmente el mundo en un ámbito entre amigos que produce un mundo falso que acabará invadiendo este mundo”. “¿Por qué será, Borges, que se lleva tan mal con los espejos? Tal vez porque multiplican un mundo que debiera ser abreviado. Fuera de broma, ¿qué sentía enfrentándolos? Sentía la virtud del asco. Tengo curiosidad por saber si usted algún día podría llegar a reconciliarse con los espejos. No creo, no creo… mi estilo se acostumbró a despreciarlos” dice Borges en una entrevista con Bracelli (Borges-Bioy. Confesiones, confesiones, 1997).

7.- ¿Tercer Reich?

Orbis tertius en latín significa “tercer mundo” y configura la exégesis de un mundo imaginario, Tlön. Es un mundo de tercer grado. “Entonces desaparecerán el inglés, el francés y el mero español” escribe Borges, con lo cual no resulta imposible pensar que el mundo regresará al latín. Daniel Salas (“Tlön, Uqbar, Orbis Tertius: sobre lo evidente de la barbarie y la desautorización del escritor”, 2005) sostiene que “la masa enceguecida por la demagogia que lee acríticamente, pasivamente, la falaz historia inventada por los conspiradores” “prefiere creer en el mundo ordenado y encantador que sustituye a la realidad”. La idea es arriesgada, pero hay una corriente crítica importante que la sustenta. Mercedes Blanco (“Arqueologías de Tlön. Borges y el Urn Burial de Browne”, 2003) dice “la invasión de Tlön, la victoria de los monstruos engendrados por el sueño de la razón, podía ominosamente aludir a la próxima victoria de la barbarie, en alguna de sus variedades mencionadas por el mismo relato, ʽel materialismo dialéctico [el comunismo], el antisemitismo, el nazismoʼ, triunfo ineluctable porque ʽcualquier simetría con apariencia de ordenʼ basta para ʽembelesar a los hombresʼ. Orbis Tertius es meramente textual pero, a diferencia de la realidad, ya supone un orden que lo hace inteligible. “La razón desarrolla sistemas que en el cuento son presentados de entrada como ficticios. Por extensión y extrapolación, el lector comprende que no sólo ésos sino todos los sistemas de la razón humana son creaciones, invenciones que, como Tlön, han pervertido la realidad al reemplazarla” dice Marina E. Kaplan (“ʽTlön, Uqbar, Orbis Tertiusʼ y ʽUrn Burialʼ”, 1984). “La modalidad que adopta la inscripción del nazismo en su producción [la de Borges] pone de manifiesto la naturaleza del abismo que separa la realidad de la ficción, afirmando la autonomía del campo literario” escribe Annick Louis (“Borges y el nazismo”, 1997). Con “tercer mundo” difícilmente Borges pudiera referirse a los países no alineados, ya que el término es de uso posterior, y mucho menos a los países no desarrollados, término que es una desviación de aquel. Es decir que no podría tratarse de una broma, como las que Borges acostumbra, incluso en este mismo cuento, ya que por ejemplo puede leerse Uqbar como lunfardo de Baruq, por Spinoza. Más probable es que Borges haya pensado en un mundo materialista (Uqbar) deviniendo en un mundo idealista (Tlön) deviniendo a su vez en un mundo textual, es decir virtual (Orbis Tertius).

8.- Original no infiel a la traducción

De noche, mientras comen, Borges descubre algo monstruoso en los espejos y Bioy recuerda una frase de un heresiarca de Uqbar. Consultan sin suerte el tomo XLVI (46) de la enciclopedia, que concluye con un artículo sobre Upsala, y el comienzo del siguiente tomo, que lleva el número XLVII (47). A los días Bioy lleva su propio ejemplar. En ambos casos se trata de reimpresiones literales de la décima edición de la Enciclopedia Británica. “Cuando aún era un chico solía acompañar a mi padre a la Biblioteca Nacional –esa Biblioteca que sigo extrañando y que ni remotamente, por esa época, yo podía imaginar que algún día habría de dirigirla- y era tan tímido que no me atrevía a pedir libros. Me acercaba entonces a los anaqueles, buscaba una edición vieja [luego aclara que es la décima edición] de la Enciclopedia Británica, sacaba un volumen cualquiera y lo leía.” (Alifano. Conversaciones con Broges, 1983). En definitiva, Borges y Bioy comprueban que no hay otra diferencia entre ambos tomos que unas cuatro páginas adicionales. Pero Bioy lleva el tomo número XXVI (26), no el número XLVI (46). Otro día, Mastronardi descubre un ejemplar de la obra en una librería y consulta el tomo XXVI (26), también sin suerte. Esto apenas constituye un dato de color, acaso un error de imprenta, nunca una curiosidad, ¿entonces por qué mencionarlo? Hoy el cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” que podemos leer en cualquier edición de Ficciones (en general reimpresiones de la de 1956) difiere del cuento que podemos leer en cualquier edición de la Antología de la literatura fantástica (en general reimpresiones de la de 1965) en un sólo punto: Alguien (¿Borges?) “corrigió” una de ellas: donde decía XXVI (26) ahora dice en todos los casos XLVI (46). En las ediciones de la Antología de la literatura fantástica jamás se hace referencia al tomo XXVI (26).

9.- El acto razonable

Su padre había muerto, se había dejado morir, en 1938. Lugones, su padre literario, se había suicidado ese mismo año. Borges venía de sufrir un accidente que lo tuvo al borde de la vida, había escrito “Pierre Menard, autor del Quijote” y se proponía escribir sin éxito su texto más ambicioso, “El Congreso”, proyecto que retoma muchas veces a lo largo de su vida. En enero de 1940 había sido testigo del casamiento de Adolfo Bioy Casares con Silvina Ocampo, que reflejaba su propia falta de realización, y para variar era pasto de crisis amorosas sucesivas. El casamiento de Bioy fue tan inesperado que no tuvieron tiempo de enviar participaciones; lo hicieron por medio de telegramas. El telegrama a José Bianco decía: “Mucho registro civil, mucha iglesia; dont tell anybodini whateverano”. “Durante una época –dice el ex secretario de Sur- hablaban entre sí [Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo] en una jerga anglo-ítalo-española, siguiendo el ejemplo de ese inglés, Pinkerton, a quien De Quincey, que lo llamaba ʽabssurdisimo Pinkertonioʼ, se refiere en sus Ortographical Mutineers” (Hermes Villordo. Genio y Figura de Adolfo Bioy Casares, 1983). El desamor de turno, al parecer, era Haydée Lange. Borges generalmente estaba enamorado de la hermana de Haydée, Norah, quien luego fuera mujer de Oliverio Girondo, a quien Borges detestaba. Lo cierto es que el padre de ambas se llamaba Gunnar Lange y su madre Berta Erfjord. De allí surge el personaje llamado Gunnar Erfjord. “Una cuasinovia (puesto que también le propuso matrimonio aunque no parece haberlo tomado en serio) fue Haydée Lange […] Haydée era muy alta, lo que para Borges siempre fue sinónimo de belleza” escribe Paoletti (Las novias de Borges, 2011). En su biografía, Edwin Williamson (Borges, a life, 2004) cuenta que “la pérdida de Haydée provocó otra crisis suicida, al menos en su imaginación, porque en la misma libreta de notas en la que había compuesto “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, bosquejó el siguiente guión: después de desempeñar sus deberes como auxiliar segundo en la biblioteca del suburbio monótono de Boedo, compraba un revólver en un negocio de armas de la calle Entre Ríos, una novela policial de Ellery Queen que ya había leído, y un pasaje de ida a Adrogué, donde se registraba en el Hotel Las Delicias, bebía pero no pagaba dos o tres coñacs y después se pegaba un tiro en una de las habitaciones superiores”. En una nota, Williamson aclara que la única fuente sobre este incidente es un artículo de Donald Yates (“Borges and I”, 1973). El texto sin embargo existe, de puño y letra de Borges, y puede consultarse un facsímil en un libro de Nicolás Helft (Borges, postales de una Biografía, 2013). Hay una versión parecida en un libro de María Esther Vázquez (Borges, esplendor y derrota, 1996). “Es ese febrero de 1935 [Borges] compró un revólver en una armería lejos de su casa, por la calle Entre Ríos, donde nadie pudiera reconocerlo. También compró una novela policial que ya había leído, para no dejarse atrapar por una trama desconocida que pudiera distraerlo de su propósito, y para darse ánimo llevó una botella de ginebra. Avisó a su casa que esa noche dormiría afuera y a la tardecita se fue a la estación Constitución; allí, tomó un boleto de ida solamente. Llegó a Adrogué, se dirigió al hotel, pidió un cuarto y se recostó vestido sobre la colcha. Pero antes se sacó los zapatos y tomó largos tragos de ginebra. Leyó algunos párrafos salteados del libro y gatilló el revólver que descansaba sobre su vientre. Luego, utilizando el libro como apoyo, escribió unos versos. Cada vez más angustiado (recordó que había tenido mucha sed), se dio cuenta de que no tenía el suficiente coraje para matarse y lloró. En la madrugada se descargó una tormenta de verano; ruidosa y eléctrica. Con el rumor de la lluvia, se adormeció. Al despertar avanzada la mañana, le dolía la cabeza y tenía en la boca un gusto amargo provocado por la ginebra y por la derrota. Camino de vuelta a la estación, en un charco tiró el libro y el revólver inútiles”. Este episodio es contado por Borges a Vázquez, amiga a la que también le propuso casamiento, como un hecho real. Incluso el poema del que habla que escribió unos versos coincide con el manuscrito de Yates, ya que inmediatamente después de este ¿guión? aparecen los versos de “La noche cíclica”, de 1940.

10.- Amigos inolvidables

Parte del desarrollo de la secta que inventa Tlön se basa en la historia de los rosacruces, cuyo probable creador fue un teólogo alemán, Johannes Valentinus Andreä. Según Nicolás Helft (“History Of The Land Called Uqbar”, 2003) Borges lo leyó de la biblioteca de su amigo Xul Solar, amigo a su vez (nos recuerda Helft) de Aleister Crowley, apodado “la gran bestia 666”. Crowley, nacido en el condado de Warwickshire, Inglaterra, es autor naturalmente de su autobiografía (autohagiografía la llama, siendo la hagiografía el nombre que se le atribuye a la biografía de los santos) donde, refiriéndose a sí mismo, dice: “Coincidencia notable que tan pequeño condado le haya dado a Inglaterra sus dos más grandes poetas, porque sería injusto olvidar a Shakespeare (1550-1616)”.



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