
Cornelis Cort (grabador), retrato de Jheronimus Bosch; estampa en
Pictorum Aliquot Celebrium Germaniae Inferioris Effigies, Amberes, 1572, con un epigrama latino de
Dominicus Lampsonius cuya traducción podría decir: «¿Qué ven, Jheronimus Bosch, tus ojos atónitos? ¿Por qué esa palidez en el rostro? ¿Acaso has visto aparecer ante ti los fantasmas de Lemuria o los espectros voladores de Érebo? Se diría que para ti se han abierto las puertas del avaro Plutón y las moradas del Tártaro, viendo como tu diestra mano ha podido pintar tan bien todos los secretos del Averno».

Según el Bosco:
Las bodas de Caná, c. 1560 o después,
Róterdam,
Museum Boijmans Van Beuningen. El sirviente que en segundo término presenta un cisne en una bandeja podría evocar los banquetes del Cisne organizados por la cofradía de Nuestra Señora, de la que el Bosco fue miembro activo.
Jheronimus van Aken (Bolduque, c. 1450-1516), llamado familiarmente Joen y conocido como Jheronimus Bosch o Hieronymus Bosch,2 en idioma español el Bosco, fue un pintor nacido al norte del Ducado de Brabante, en los actuales Países Bajos, autor de una obra excepcional tanto por la extraordinaria inventiva de sus figuraciones y los asuntos tratados como por su técnica, al que Erwin Panofsky calificó como artista «lejano e inaccesible» dentro de la tradición de la pintura flamenca a la que pertenece.3
El Bosco no fechó ninguno de sus cuadros y son relativamente pocos los que llevan una firma que pueda considerarse no apócrifa. Lo que se conoce de su vida y de su familia procede de las escasas referencias que aparecen en los archivos municipales de Bolduque y, en especial, en los libros de cuentas de la cofradía de Nuestra Señora, de la que fue miembro jurado. De su actividad artística tan solo se documentan algunos trabajos menores no conservados y el encargo de un Juicio Final que en 1504 le hizo Felipe el Hermoso. De ninguna de las obras que actualmente se le atribuyen ha llegado documentación producida en vida del pintor y las características de su singular estilo se han podido fijar únicamente a partir de un reducido número de obras mencionadas en las fuentes literarias, todas ellas posteriores a la muerte del pintor y, en algún caso, de dudosa fiabilidad al no distinguirse desde muy pronto las obras genuinas del Bosco de las de sus imitadores.4 El Bosco adquirió fama aún en vida como inventor de figuras maravillosas y de imágenes llenas de fantasía y no tardaron en salirle seguidores y falsificadores que harían de sus temas e imaginaciones un verdadero género artístico, difundido también a través de tapices bordados en Bruselas y estampas, muchas de ellas firmadas por Hieronymus Cock.5
Felipe II, entre los primeros y más insignes coleccionistas de sus obras, pudo reunir un importante número de ellas en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y el palacio de El Pardo. En su entorno surgieron también los primeros críticos e intérpretes de la obra del Bosco. El jerónimo fray José de Sigüenza, historiador de la fundación escurialense, resumió las razones de esa preferencia en la singularidad y profundidad del pintor, características que lo hacían diferente de cualquier otro, pues, según decía:
la diferencia que [...] hay de las pinturas de este hombre a las de los otros, es que los demás procuraron pintar al hombre cual parece por defuera; este solo se atrevió a pintarle cual es dentro.6

Anónimo,
Mercado de telas de Bolduque, hacia 1530, óleo sobre tabla, 126 × 67 cm, Noordbrabants Museum, 's-Hertogenbosch; la séptima casa de la derecha, tras la casa azul, llamada
Inden salvatoer, fue la residencia del Bosco y su esposa Aleid van de Meervenne.

Ecce Homo, óleo sobre tabla de roble, 71,1 x 60,5 cm, Fráncfort del Meno, Städel Museum
.
https://es.wikipedia.org/wiki/El_Bosco
notas
- ↑ Silva (2016), p. 174.
- ↑ En la primera referencia documental, fechada en 1474, se le llama «Jeronimus gezegd Joen» («Jeronimus, conocido por Joen») y en 1510, en un documento de la cofradía de Nuestra Señora, aparece mencionado como «Jheronimus van Aken, scilder ofte maelder, die hem selver scrift Jheronimus Bosch» («Jheronimus van Aken, el pintor que se escribe él mismo Jheronimus Bosch») —citado en Koldeweij (2005), pp. 21-22. El nombre aparece también citado en una ocasión en vida del pintor como Jeroen y, en la literatura posterior a su muerte, frecuentemente será llamado Hieronymus.
- ↑ Panofsky (2010), pp. 653-654.
- ↑ Silva (2016), p. 17.
- ↑ Koldeweij (2005), p. 11.
- ↑ Sigüenza, fray José, Fundación del Monasterio de El Escorial por Felipe II, Madrid, 1927 (1ª. ed. 1605), p. 520.
EL JARDÍN DE LAS DELICIAS - EL BOSCO
El Bosco es uno de los pintores más misteriosos de toda la historia del arte y no es fácil interpretar sus obras.
Podemos decir que la tabla izquierda significa la inocencia del hombre en el momento de la creación.
La tabla central podríamos definirla como un sueño erótico desenfrenado ya que la lujuria era considerada en la época como el origen de todos los demás pecados.
Esta entrega al erotismo la pagarán cara en la tabla de la derecha donde el infierno les espera. En esta pesadilla demonios y monstruos trabajan a destajo para infligir horrorosos tormentos a los condenados. Muchos animales tienen un significado oculto: el pájaro la libertad, el mono el placer sexual, el perro la fidelidad, etc.
Tríptico. Óleo sobre tabla
El Bosco utiliza un punto de vista muy alto (como si estuviésemos observando desde una torre) y así se ve mucho paisaje, el horizonte queda muy lejano. Los colores son muy variados y estridentes, lo que, junto con lo representado, acentúa la sensación de sueño fantástico que impregna todo.
La perspectiva se consigue empequeñeciendo lo que se encuentra lejos. Se hace hincapié en el movimiento de los personajes y en una representación realística de los mismos.
Algo muy típico de los pintores holandeses y flamencos del renacimiento es la minuciosidad en los detalles, hasta el punto de que con una lupa podríamos observar minúsculos detalles que a simple vista pasan desapercibidos.
En la tabla de la izquierda podemos ver el paraíso con Adán y Eva recién creados por Dios en medio de un jardín espectacular con animales variados, rocas fantasmales, flora original y una imaginativa fuente, la fuente de la vida.
En la tabla derecha se representa el infierno, los condenados, protagonistas de diversos pecados, sufren tormentos en medio de un paisaje desolado, en llamas, amenazante y lleno de seres horrendos que los devoran, aplastan y asesinan.
En el centro se encuentra el hombre-árbol , quien , sin culo y con sus brazos en forma de troncos secos y sus manos como botes flotantes, contempla lo que sucede en sus entrañas. Sobre su cabeza un disco con demonios y sus víctimas en torno a una gaita. En el ángulo inferior derecho aparece Lucifer como un monstruo con cabeza de pájaro y pies de vasijas que engulle cuerpos para después defecarlos en un orinal desde donde caen a un pozo. En él el glotón (gula) es obligado a vomitar y un individuo defeca monedas (el dinero no sirve en el infierno).
Al lado, la dama orgullosa (soberbia) se ve obligada a reflejar sus encantos en las nalgas de un diablo. En un lago los patinadores caen y se hunden. Encima, un caballero con armadura (ira) es atacado por una jauría. Puede tratarse también de sacrilegio pues se aferra a un cáliz de oro. Un tanque infernal. formado por dos orejas y un filo avanza sobre los condenados y los aplasta. Incluso los instrumentos musicales sirven de armas terribles para ejecutar a los malditos. Los personajes situados en primer término parecen condenados por el juego y las tabernas ya que portan dados, naipes y tableros de juego.
La tabla central nos muestra una complicada escena con cientos de personajes en actitudes “muy interesantes”. Observo: en un estanque circular un grupo de mujeres desnudas se da un baño y son contempladas por un numeroso grupo de jinetes también desnudos que cabalga alrededor. La escena es explícitamente sexual (montar un caballo es un símil de realizar el acto sexual) y los caballeros pretenden relación carnal con las damas (la más atrevida ya está saliendo del agua). El fondo está ocupado por unas imaginativas estructuras absolutamente fantasiosas y surrealistas.
En todo el paisaje vemos animales y frutos con tamaños desmesurados y hombres y mujeres, todos desnudos, entregándose febrilmente a todo tipo de placeres carnales. Fíjate bien en las posturas, actos, desviaciones sexuales, es muy divertido. La lujuria lo invade todo, no hay niños, sólo adultos muy pálidos con algún negro para contrastar.
Este es uno de los cuadros más visitados del Museo de El Prado aunque
no sé si hay estadísticas al respecto. Siempre que voy al museo me paso una rato frente a esta tabla y siempre descubro cosas nuevas.
De composición tripartita, lo terminó de pintar El Bosco en el año 1504.
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