Una flor sin miedo
por Amina Damerdji
Neri Pozza, 2022
Traducido del francés por Margherita Botto
Cuba, 1980. Es de noche. Una mujer, sola, en su casa de La Habana, con vista al mar, sostiene en sus manos una botella de vodka helado y ahoga en el líquido helado sus penas y decepciones. El mar fuera de las ventanas está en calma, apenas movido por las olas. La luz del faro gira en la oscuridad iluminando grandes áreas de agua oscura. De repente, la mujer de la ventana los ve: cuatro hombres subiendo a escondidas a un bote y remando tan fuerte como pueden. Huyen, les llaman balseros .Quieren poner la mayor cantidad de mar posible entre ellos y la isla atenazada por una grave crisis económica y social. Han perdido la fe en Fidel Castro, quien gobierna desde la Revolución de 1959. Sueñan con aterrizar, a unos cientos de kilómetros, en Florida, en Miami, donde una ciudad llamada La Pequeña Habana les promete una vida mejor.
La mujer de la ventana comenta con amargura:
(El barco) se estrellará. Va a romperse contra una ola, en unas pocas millas, mucho antes de que puedas ver tierra americana. Entonces, ¿de qué sirve tomar el teléfono? ¿Avisar al jefe de policía para que ordene que te atrapen tres jóvenes oficiales que ya se han emborrachado esta noche? Oh tú que deslizas los remos, te conozco. Vamos. Si algo he aprendido a mi edad es de ti. No se detiene a quien está decidido a irse (p. 25)
La mujer de la ventana no es una mujer cualquiera, es Haydèe Santamaría , un ícono vivo ( ), heroína de la primera hora de la Revolución Cubana, junto a Fidel Castro y el Che Guevara, presidente de la Casa de Las Américas por muchos años, política de larga data, ejecutiva de uniforme, mujer de las instituciones, un mito para Cuba.Sin embargo, a sus 58 años, Haydèe, que ha vivido toda su vida anteponiendo a la patria y los valores de la libertad por encima de todo , aunque ella misma, es una mujer desconsolada, conquistada por la vida, amargada por lo que se ha convertido su isla. Esta noche ella también, en un último acto de libertad, está decidida a irse, ya tiene preparado el tiro en la recámara, se rebelará porque”la Revolución prohibe el suicidio. Como toda forma de partida ” (p. 26).
Una flor sin miedo , el deslumbrante debut literario de Amina Damerdji, por el que mucho ha apostado la editorial Gallimard, cuenta la intensa vida de Haydèe Santamaría, heroína de la Revolución. Y lo hace dejando que una Haydèe adulta y desilusionada cuente, en primera persona, con una especie de narración autobiográfica, las primeras etapas apasionantes de la Revolución Cubana.
En una hábil alternancia entre pasado y presente, el libro comienza en el verano de 1951, cuando el único deseo de la niña es acallar las presiones de su madre que quiere casarse con ella. Por otro lado, tiene casi 30 años. Su hermano menor Abel, en cambio, ya está en La Habana donde se junta con un grupo de jóvenes convencidos de que grandes cosas están por suceder en la isla. Al año siguiente, de hecho, con un golpe de estado destinado a derrocar al presidente electo, Fulgencio Batista tomó el poder .. Es la chispa. Abel y sus amigos, entre ellos un jovencísimo Fidel Castro, su hermano Raùl, Melba Hernández, Boris Luis Santacoloma (que se convertirá en el novio de Haydèe, que mientras tanto se muda a La Habana) deciden que no pueden quedarse de brazos cruzados, no pueden ver a su amada país aplastado por los pies de un dictador y con el entusiasmo de veinte años planean una Revolución .
El resultado de estos meses de actividades clandestinas, entrenamiento militar, fundación de un periódico, reuniones secretas, será el asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 . Cualquiera que sepa un poco de la historia de Cuba ya sabe cómo terminará. Las emocionantes fases de la batalla quedan relegadas a las páginas finales de la novela y, al examinarlas más de cerca, ni siquiera representan la parte más importante del libro. Que en cambio se encuentra en el informe de las fases preparatorias, en la historia de la amistad que une a Abel y Haydèe con los otros jóvenes, en sus ideales, en su fe ilimitada en su propia capacidad para dirigir el futuro. Chicos que creen que pueden y deben hacer algo por su país y que no dudan en jugarse la vida por ello.
Tal es la exaltación, el frenesí, la alegría y la determinación de las palabras de Haydéè al contarse a sí misma (e idealmente a esos balseros que parten en el improvisado barco) su juventud, por mucha pasión, por mucha vida que haya puesto en construir la nueva Cuba. ), que el lector se desorienta cuando la mujer adulta vuelve a centrarse, con sus palabras amargas y desencantadas. Para luego volver a sumergirnos en la Habana de treinta años antes...
Haydèe era una mujer fuerte, muy fuerte, superó dolores indecibles , o tal vez nunca los superó realmente, solo los hundió, hasta el fondo de su corazón. En la habitación contigua, Alla Moncada se vio obligada a escuchar las terribles torturas infligidas por los soldados de Batista a su hermano Abel y a su prometido Boris (crédito al autor por no haberse demorado en describir lo que realmente sucedió, detalles fácilmente recuperables en cualquier sitio dedicado a la historia de Cuba).
Descompuesta por el dolor, cuya prefiguración ya asoma en las primeras páginas de la novela, pero dispuesta a levantarse y luchar por la causa del Socialismo, identificada con la libertad, Haydèè dedicaría luego su vida entera a construir una nueva Cuba . Hasta las últimas horas trágicas, marcadas por el desencanto, el pesar y el sufrimiento por no poder transponer a la realidad lo que para ella, y para jóvenes como ella, era un sueño.
El resultado es un retrato grandioso, ya la vez íntimo, personal, casi una confesión, páginas en las que se destaca, monumental, la figura de esta mujer en el acontecer histórico de su país. No solo como heroína, sino también y sobre todo como mujer, hija, hermana, novia, amiga . La relación que une a Haydèe con su hermano Abel es el hilo conductor que impregna las páginas de la novela y encanta por su profundidad, por el entendimiento que existe entre ambos, por la visión común de un futuro que sólo puede ser radiante. Y eso parece ahí, al alcance de tu mano.
Gracias a una excelente capacidad para recrear hechos históricos a través de diálogos y pinceladas de color, el libro representa un importante documento, una forma de devolver a la historia la figura de dos mujeres (Haydée y Melba Hernández, con quien compartió la captura y prisión) que nunca se dio por vencido, nunca retrocedió un paso ante el miedo, fiero, valiente, firme y orgulloso, ì.
" Sabía que estábamos en el lado correcto... " (p. 11). Esta es la convicción de granito que movió toda la vida de Haydée Santamaría.
sabrina mijo
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