El gigante asiático ha empezado a reforzar su musculatura exterior en Asia ante la vacante de recursos tras la decisión de la Administración Trump de retirar las líneas de financiación de USAID.
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Una mujer camina frente a un retrato del presidente chino Xi Jinping en Shanghái, China, el 1 de abril de 2025.EFE |
13/04/2025 |
La diplomacia panda, llevada a la máxima expresión por Xi Jinping, ha encontrado una amplia e inesperada pista de aterrizaje para poner en liza su estrategia y actuar como exigen sus cánones milenarios: de forma sosegada, pero proactiva y con el lema de China como estandarte de sus acciones en el exterior. La polémica decisión de Elon Musk y su Departamento de Eficiencia gubernamental (DOGE) de ejercer de Eduardo Manostijeras y acabar de un plumazo con los millonarios recursos financieros de la ayuda al desarrollo americana, ha alentado de inmediato a las autoridades de Pekín. De momento, en Asia.
Es como si la vacante dejada por EEUU y su renuncia por supuestas razones de disciplina de gasto en las agencias federales -como aducen Musk y el propio Donald Trump- hayan dejado un terreno abonado a Xi Jinping para intensificar su ya de por sí expansiva diplomacia política y económica. Todo tras un par de largos decenios en los que la denominada mano invisible de China en el exterior ya había protagonizado desembarcos masivos de proyectos de infraestructuras, planes de desarrollo y compras de empresas o recursos relacionados con las materias primas o bienes y servicios con una elevada demanda de su modelo productivo. A través de líneas crediticias lanzadas desde los bancos estatales, con sus empresas de accionariado público como ejecutoras de los contratos y con unos exigentes plazos de pago de los préstamos concedidos a sus interlocutores -bien países o empresas-, China reforzaba los lazos bilaterales con las autoridades de esas naciones.
No es que EEUU, los países europeos o Japón no sigan esas directrices. El modus operandi habitual sigue estas pautas. Pero China ha logrado durante varios años -incluso en los posteriores a su ingreso en la OMC, en 2001, cuando consolidó su salto de prosperidad con ritmos de crecimiento de dos dígitos- acceder a fondos directos e inyecciones crediticias multilaterales como mercado de rentas medias. Al mismo tiempo, el gigante asiático exporta con departamentos económicos y diplomáticos sus propios planes de financiación como donante de ayuda exterior. África y América Latina han sido sus principales latitudes operativas.
Ahora, estos mecanismos se han engrasado de nuevo. Tai Wei Lim, catedrático de la Universidad de Soka, en Japón, corrobora a Business Insider que China ya ha activado sus armas diplomáticas. En países asiáticos como Camboya, una de las naciones más afectadas por la retirada de USAID, ha anunciado nuevos programas de financiación para diversas causas, como la atención médica infantil, la nutrición, el saneamiento y la remoción de minas terrestres. De igual manera que ha abonado el terreno para que Nepal reciba préstamos chinos, según Annapurna Express.
El pulso geoestratégico está en marcha
“China ha asumido su rivalidad geoestratégica con EEUU”, especialmente después de la escalada arancelaria tan dura que ha decretado la Administración Trump contra su sector exterior y que no tiene visos de conciliación, con la elevación inmediata de gravámenes a productos y servicios made in China del 145% y la intención de Pekín de emplear la misma moneda de cambio en caso de que las tarifas superaran el 50%. Es la interpretación de Lim, para quien Jinping “tiene claro que como superpotencia económica con un Estado centralizado puede movilizar recursos con relativa facilidad hacia áreas donde observe oportunidades de arrebatar la hegemonía global de EEUU, promover sus desafíos geoestratégicos y alinear su política exterior con la seguridad, la soberanía y los intereses nacionales”.
También Jeremy Chan, analista de la consultora de riesgos Eurasia Group, otorga una capacidad notable a China para trasladar su diplomacia panda a estos menesteres. “Pekín controla desde hace ya mucho tiempo la dinámica de financiación a cambio de infraestructuras en un extenso abanico de sectores”, y ahora “necesita aliados” del amplio espectro de países del Sur Global con los que la Casa Blanca no parece tener una predisposición especial.
“China está en condiciones de ocupar el vacío que deja en ellos EEUU”, cuya USAID administró en el ejercicio 2024 más de 32.500 millones de dólares. Las estimaciones de la factura china son de 7.900 millones, pero no son datos oficiales, sino cálculos académicos japoneses que, en cualquier caso, no incluyen sus millonarios desembolsos crediticios.
China está en condiciones de ocupar el vacío que deja en ellos EEUU
El agujero abierto por Musk en áreas como Asia es inmenso. Phil Robertson, director de Asia Human Rights and Labor Advocates, lo describe gráficamente: “El mundo se ha derrumbado a nuestro alrededor tras el apagón de la ayuda exterior americana al Sudeste Asiático”.
El resultado de la repentina suspensión de 90 días de la financiación de USAID, que representa el 40% de la ayuda exterior mundial, ha sido el caos: empleados sin acceso a las oficinas, envíos humanitarios interrumpidos y asistencia vital abandonada a su suerte. El plan trumpista implica la supeditación de la agencia de desarrollo americana, con más de 60 años de antigüedad, al Departamento de Estado, un drástico ajuste de plantilla y una revisión de las prioridades de los gastos con la acción exterior americana. Pero, sobre todo, los analistas consideran que quiebra el consenso diplomático estadounidense, acaba con más de medio siglo de una estrategia bien definida de influencia internacional, sustentada en la Pax Americana, y entierra definitivamente el soft power que ha caracterizado la mayor parte de las tácticas del Departamento de Estado desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
“EEUU está entregando en bandeja de plata a China una oportunidad perfecta para expandir su influencia, en un momento en que la economía china no marcha muy bien", declara el profesor Huang Yanzhong, del Consejo de Relaciones Exteriores, mediante “la renovación de proyectos de poder blando y acelerando su rumbo hacia un liderazgo trans-global”.
EEUU está entregando en bandeja de plata a China una oportunidad perfecta para expandir su influencia
En 2018, Jinping creó su Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (China Aid), que tuvo de inmediato el reto de optimizar los gastos de cooperación del país, pero combinándolos con programas de inversión extranjera; la mayoría de ellos enfocados a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la también conocida como Nueva Ruta de la Seda. Un estudio del Instituto de Investigación Global de William & Mary revela que China prestó 1,34 billones de dólares a países en desarrollo entre 2000 y 2021, principalmente a través de la BRI, y asegura que China Aid ha logrado convertir la ayuda al desarrollo en “un instrumento clave de política exterior". Con una preferencia inicial en Asia, pero con ramificaciones estratégicas en África y Latinoamérica.
Una cesión trascendental
"Es un regalo diplomático", corrobora Charles Kenny, investigador del Centro para el Desarrollo Global, que alerta de que, desde la llegada de la versión Trump 2.0 y el cierre de la USAID, la mayoría de contratos de ayuda al exterior han quedado rescindidos sin reparar en los riesgos geopolíticos que ocasionará a Washington, porque Pekín no cejará en su empeño de fortalecer sus lazos con países asiáticos, africanos y latinoamericanos; principalmente, para fomentar la Nueva Ruta de la Seda, y, sobre todo, intercambiando infraestructuras por devolución de créditos e influencia exterior.
El consultor internacional y experto en desarrollo David Sogge critica abiertamente la proclama de Musk –“es hora de que la USAID muera”- porque apenas supone el 1% del presupuesto anual de EEUU y se han cancelado nueve de cada diez proyectos en solo unas semanas. El también profesor de Princeton subraya en la revista Time que la decisión surge en medio de la aparición de nuevos donantes como Turquía y Brasil, que van a capitalizar el apoyo del Sur Global.
Drew De Silver, analista en Pew Research Center, repasa en seis cuestiones la radiografía de la ayuda al desarrollo americana antes del recorte decretado por Musk.
¿Cuánto gasta el gobierno federal en ayuda exterior? En 2025 tenía asignados alrededor de 58.400 millones en programas de asistencia internacional, según proyecciones de enero de este año de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Sin embargo, en los escasos meses transcurridos del ejercicio tributario y con la medida de la Administración Trump, esa cifra se corregirá drásticamente.
En 2023, el más reciente con datos completos, Washington liberó 71.900 millones de dólares en ayuda exterior, según ForeignAssistance.gov, cantidad algo inferior a los casi 74.000 millones de 2022, cuando empiezan a remontar los recursos a Ucrania. Entre 2008 y 2023, el gasto osciló entre 52.900 millones de dólares y 77.300 millones de dólares, ajustado a la inflación.
En 2023, la ayuda exterior estadounidense representó el 1,2 % de las cuentas federales
¿A qué se destina el dinero de la ayuda exterior de EEUU? Se apoya en una amplia variedad de iniciativas humanitarias, de desarrollo económico y de promoción de la democracia, aunque las categorías pueden ser algo opacas y los límites, difusos. Por ejemplo, el área de actividad más importante en 2023, con 15.900 millones de dólares -el 22,1 % del total- fue a parar al impulso del “crecimiento económico", y 14.400 millones de ellos se identificaron como apoyo monetario directo al Gobierno ucraniano en su guerra con Rusia. Aunque también se destinaron al apartado de desastres -15.600 millones, el 21,7%-, esfuerzos de lucha contra el VIH/SIDA -10.600 millones, el 14,7%-, combate con pandemias y para salud pública -1.500 millones, el 2,0%-, o promoción de la democracia, la buena gobernanza y Estado de derecho -2.300 millones, el 3,2%- y programas multisectoriales que abarcaron diversas áreas temáticas: 2.900 millones, el 4,0%.
¿Quién recibe ayuda exterior de EEUU? En 2023, la ayuda estadounidense apoyó actividades en 177 países y 29 regiones, además de financiar iniciativas globales. Los proyectos los llevaron a cabo una amplia gama de agencias oficiales extranjeras, organizaciones sin ánimo de lucro y una amplia lista de organizaciones multilaterales, empresas y universidades.
Ucrania fue el mayor receptor, con 16.600 millones de dólares para defenderse de la invasión rusa y mantener su gobierno y sociedad en funcionamiento. Israel es unos de sus destinos preferentes, con 3.300 millones de cooperación militar, una cifra que casi se mimetiza esta década. Otros receptores importantes fueron Etiopía, Jordania, Egipto y Afganistán.
¿Quién distribuye la ayuda exterior de EEUU? Desde su creación en 1961, la principal agencia de ayuda ha sido la USAID. En marzo de 2024, según FedScope, empleaba a 4.675 personas. En 2023, distribuyó casi 43.800 millones de dólares en ayuda, aproximadamente tres de cada cinco dólares de asistencia exterior. Sin embargo, a finales de enero, la Administración Trump inició su desmantelamiento despidiendo a la mayoría de sus empleados, suspendiendo muchas de sus actividades de financiación y trasladando a los que permanecían al Departamento de Estado.
¿Cuánto destina a asistencia militar? Solo 8.200 millones de dólares de los 71.900 millones en desembolsos de 2023 (11,4%) se destinaron a ayuda militar, aunque en realidad son de mayor calibre. A través del programa Foreign Military Sales, los países extranjeros pueden adquirir armas, municiones, equipos y servicios estadounidenses, con la Casa Blanca como intermediario obligatorio. En 2024, estas ventas ascendieron a 117.900 millones, frente a los 80.900 millones de 2023, admite el Departamento de Estado.
¿Qué opinan los estadounidenses sobre la ayuda exterior? Durante muchos años, han tenido, en el mejor de los casos, opiniones contradictorias sobre la eficacia y la conveniencia de la ayuda exterior. Las encuestas del Pew Research Center sobre el gasto federal han revelado desde hace tiempo opiniones divididas sobre la “asistencia económica a las personas necesitadas en todo el mundo”.
De los dos más recientes, un sondeo telefónico de 2019 reveló que el 35% de los mayores de edad deseaba aumentar su gasto, el 33% quería mantenerlo y el 28%, reducirlo. Otro similar de 2023 señaló que solo un tercio de los ellos creía que la ayuda exterior beneficia sobre todo a los países en desarrollo, mientras que un porcentaje ligeramente superior (37%) afirmó que daña tanto a estas naciones como a EEUU. El 8% afirmó que perjudica a sus destinatarios, mientras un amplio porcentaje, el 17%, reconocía no tener una opinión formada sobre esta cuestión.
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