El final de Las noches de Cabiria 1958



No deseo hacer literatura- no soy capaz-, he utilizado la forma de blog para expresar algunas cosas; miles de páginas escritas las he perdido, botado; cuando siento que la memoria se me escapa con la inflamación del colon deseo reencontrarme, escarbando intentando dibujar entre los olvidos algunos recuerdos.  No pude hablar con mi madre, murió antes, deseaba hacerlo para encontrarme. Eso fue lo que más me dolió de su muerte. La había amado con mucha fuerza en mi primera juventud, con el tiempo, ese cariño se había aquietado. ¿A qué se debía eso? No la reconocía; me había quedado estático cuándo ella era joven; esa era la madre que recordaba por la cual sentía una inmensa ternura. Era un hombre de edad recordando una jovencita. Igual mi padre el recuerdo que tengo de es el de un joven de 16-17-18 años abriendo con gran temor las hermosas cartas que me enviaba; me laceraban al no poder cumplir con esos consejos que recibía; martillazos sobre mi conciencia. Tenía otra vida, en esa vida no cabía mi padre, no había espacio para él. No separaban miles de kilómetros, idioma, clima y mucho más ese reiterado sentimiento de enamorarme de vez en cuando del amor. Escudriñado la proveniencia de ese sentimiento tan fuerte; a once años comencé a leer, nunca supe hacer una sinopsis del libro que leía, pero si puedo decir que dentro de mí habían entrado las cuitas de los personajes luego siendo difícil borrar el peso de esas experiencias; estaba disfrazado, pero, nadie se daba cuenta. No era Santos García Zapata el que caminaba por las calles de Maiquetía, a veces era un español parecido a Ganivet, en otras ocasiones un ruso extraído como un conejo de del sombrero de prestidigitador Máximo Gorkiy ,otras un francés que seguía la armada napoleónica para adquirir experiencias como Stendhal. Así llegue a Italia al cine de Fellini de las ”Noche de Cabiria”. Me encontraba en el cine tropical de Maiquetía una noche del mes de noviembre de 1958 cuándo le dije a Nicolás Torbett que no se cómo , iré a Italia a ver la Roma de las Noches de Cabiria. Había quedado atrapado por ese camino del bosque y el ambiente del final de la película de Cabiria. Nueve meses después caminaba por  ese sitio en las afueras de Roma.





"Cabiria regresa caminando por el mismo bosque. Repentinamente, aparece un grupo de jóvenes que se pone a cantar y bailar a su alrededor. La prostituta está infinitamente triste, incluso tiene una lágrima debajo de un ojo. Suena una melodía de Nino Rota, una que es capaz de aunar tristeza y alegría al mismo tiempo. Cabiria tiene una suerte de epifanía y cambia su semblante, en una aceptación (una vez más humilde) de lo que parece que ha de ser siempre su destino. Incluso mira directamente a la cámara, y asiente, como si hubiera entendido la enseñanza, sabedora de que habrá de volver a la calle, de que aparecerán más hombres de los que se enamorará como una tonta y que de una manera ineluctable la maltratarán. ¿O tal vez no? Cabiria comprende que la vida es precisamente eso, y que pese a eso ha de seguir viviendo. Esa parece ser la «enseñanza moral» de Las noches de Cabiria. ¿Es entonces un final triste?..."
http://uninstantedecaos.blogspot.com.es/2012/12/las-noches-de-cabiria-federico-fellini.html

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