La lectura de varias novelas de un mismo autor desarrolla una simpatía con sus propósitos y una tolerancia con sus manías

 

Confianzas con el escritor, la voz y la alegría

La lectura de varias novelas de un mismo autor desarrolla una simpatía con sus propósitos y una tolerancia con sus manías



LAS CONFIANZAS CON EL ESCRITOR. ¡Qué importante es el orden en que leemos un libro! Eso pensé varias veces (sin las exclamaciones) durante la lectura de Fisiología del matrimonio, la antepenúltima novela de La comedia humana. Con orden no me refiero a proponer una ruta de lectura distinta a la dispuesta por el autor; empezar, qué sé yo, por el capítulo tercero y luego pasar al décimo (esta nota está libre de extravagancias), sino cuántas novelas llevamos ya de este escritor cuando abrimos el libro. La lectura desarrolla una confianza un tanto misteriosa con el autor, una simpatía con sus propósitos y una tolerancia con sus manías. Leer Fisiología del matrimonio sin un trato largo con Balzac podría ser una auténtica catástrofe; leído como colofón a los dieciséis volúmenes anteriores eleva la novela a una de las experiencias del año. Este cambio de perspectiva opera a distintos niveles. Conocer a Balzac ayuda a concederle que Fisiología es una novela y no un ensayo. En un autor novel o en uno con el que no tenemos confianza la lectura avanzaría entre suspicacias: ¿seguro que no es un ensayo? ¿Dónde está la ficción? Pero los lectores de Balzac reconocemos cada pocas páginas los borbotones de imaginación, su talento para los caracteres y su infatigable brío narrativo. La mezcla de astucia y estrategia nos remite a tantas de sus grandes novelas anteriores. Es Balzac y está inventando una nueva forma de novela de tono ensayístico que será muy seguida en el siglo XX, y cuya importancia sería más reconocida si la Fisiologíano estuviese perdida al fondo de la Comedia.

LA VOZ. No deja de sorprenderme cuando un colega habla de lo importante que ha sido encontrar su voz. La suya. Me sorprende sin la menor sospecha hacia su trabajo, porque contrasta con mi propia experiencia. A poco que una carrera tenga recorrido, un escritor deberá recurrir a docenas de voces. Y aunque desde luego que es decisivo encontrar el tono del narrador para vehicular el relato (si lo tiene), la “voz” del narrador no debería confundirse con la propia “voz”.  Pienso que más bien el progreso del oficio pasa por perder o disimular la propia voz, diluir y complicar el acceso desde donde se está hablando. Y en cualquier caso parecen más relevantes para escribir (y para situar y comprender a un escritor) dirimir cuál es su estilo o la clase de conflictos que aborda en sus libros. Al fin y al cabo los críticos una vez reconocida la Voz del escritor apenas añaden más de ella que “se hace escuchar” como si solo valiese para aparentar una autoridad con la que sermonear o justificarse. 

LAS CONFIANZAS CON EL ESCRITOR II. Otro aspecto que mejora notablemente de Fisiología del matrimonioleído después de una larga relación de confianza con Balzac es que resitúa el trato brutal que en la novela recibe el gremio de las casadas. Lo que al lector novel le exigiría unas cuantas páginas (de lectura quizás desagradable) entender como ironías o sesgos del narrador (y no la voz del autor), una suerte de sabelotodo de la estrategia conyugal, lo reconoce el lector asiduo a Balzac. Los balzaquianos sabemos que la confrontación cruda con sus personajes es un rasgo irrenunciable del autor (que se proyecta sobre el gremio que aborde en el libro: curas, aristócratas, artistas, usureros, abogados, banqueros… da lo mismo) y que pocos novelistas han dedicado páginas tan sensibles y una comprensión tan sutil (delicada por penetrante, decidida a abordar todas las aristas y pliegues de un carácter) a los personajes femeninos. 

ALEGRÍA. Simpatizo con Ovidio cuando al poco de ser desterrado (en el equivalente a lo que hoy sería el Polo Norte) anticipa que de la tristeza no puede nacer poesía inspirada, que quien escribe triste solo puede esperar a ser leído con benevolencia. Una larga tradición (que Ovidio, desde luego, se sabía al dedillo) adscribe el nacimiento de la música a una inmensa tristeza. Pero la música es música y puede desarrollarse sin un sustentáculo semántico, pero levantar un poema (y ya no digamos una novela) exige entusiasmo, vitalidad y algo de luciferismo. Por triste que sea el tema, incluso trágico, que abordase antes de su destierro, Ovidio asegura haberlo decantado desde la alegría de hacer surgir con la imaginación algo concreto y bien trabado donde antes solo flotaban intuiciones dispersas. 

AUTOR >

Gonzalo Torné

Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).

Suscríbete a CTXT


Publicar un comentario

0 Comentarios