DOS SUICIDIOS LUGI TENCO Y DALILA UNA CANCION CIAO CIAO AMORE






"Pero el abandono a la voluntad de azar es costoso; ganamos el contacto con la existencia, nos perdemos a nosotros mismos. Jimmy lo dirá en algún momento, hablando de su vida romana:
Durante mucho tiempo, mi vida errante, o más bien la complacencia con la que me presté a ella, me habían separado tanto de mí que ya no sabía quién era. Al ganar el universo, había perdido mi alma. (p.186)

 Oltre mezzo secolo fa, Alexis de Curvè (autore delittuosamente dimenticato) scrisse “Tempo di Roma”, romanzo autobiografico, toccante: uno dei “canti” più sublimi levati in onore di Roma, della Roma da lui conosciuta grosso modo fra il 1946 e il 1950.
«La vida es dura para quien lo recuerda todo»

¿Seria de algún interés la descripción  de un alma y de una época ?


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Stazione Termini (Roma, 1959)
Llegue a Roma a la Stazioni Termini ese año y cerca también me despedí  en 1966 imaginando que era la ultima vez. Y lo fue. 

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William Klein, Roma,1959

Al  inicio el otoño de 1959 llegue Roma, no encontré mientras durante horas caminaba por esa hermosa urbe a Henri Cartier-Bresson cuando inmortalizaba en su futuro libro Roma 1959/Rome, 1959. No lo hubiese reconocido, hubiese pensado que era uno de esos miles de turistas que a cada momento con una cámara fotográfica  en las manos retrataban cualquier cosa de  la ciudad eterna. Roma   con el tiempo crecería dentro de mi hasta ser hoy a 59 años de esa época las añoranza que me producen una profunda tristeza que es la penitencia que paga por no haber sabido vivir en esos años donde fascinado se me presentaba todo en su primera vez. Pero vi  muchachas como las que fijo en el tiempo  ese gran fotógrafo que fue William Klein


La gestuelle de Dalida reste encore aujourd'hui dans les mémoires.
La gestuelle de Dalida reste encore aujourd'hui dans les mémoires.






Sanremo y la tragedia: el misterioso suicidio de Luigi Tenco

Tras ser eliminado del festival, el cantante Luigi Tenco se fue a su hotel, escribió una nota y se suicidó. O eso parecía. Nuevas investigaciones pueden cambiar la historia 50 años después.
Por SORAYA MELGUIZO  10 de febrero de 2017

La noche del 26 al 27 de Enero de 1967 el cuerpo del cantautor Luigi Tenco apareció ensangrentado y sin vida en la habitación 129 del Hotel Savoy de Sanremo. La versión oficial concluyó que Tenco se había quitado la vida con un tiro en la cabeza durante el Festival de Sanremo de aquel año después de ser eliminado. Pero distintas investigaciones posteriores han convertido la muerte de Tenco en uno de los misterios más oscuros del festival transalpino que se celebra hasta este sábado en la ciudad italiana.
“Esta es la última canción que canto”, dijo misterioso Luigi Tenco a Mike Bongiorno, histórico presentador de la televisión italiana y conductor del Festival de Sanremo de 1967, antes de salir al escenario junto a Dalida, la diva francesa de orígen italiano con la que interpretó Ciao amore ciao. Tras la actuación, la crítica fue unánime: aquella no fue la mejor noche de ninguno de los dos. El miedo escénico que sufría el cantante le llevó a mezclar tranquilizantes y alcohol para poder enfrentarse al implacable público de Sanremo, capaz de abuchear hasta el infinito a los artistas si la actuación no se considera a la altura. Una vez fuera del escenario, Dalida se mostró furiosa con su compañero. La canción fue eliminada.

Las horas posteriores al aparente suicidio del cantautor fueron un despropósito. El comisario jefe de Sanremo, Arrigo Molinari, encargado de la investigación y relacionado con la logia masónica P2 y la llamada mafia marsellesa –que en aquel entonces operaba entre Francia e Italia--, informó a los medios de comunicación del suicidio del cantante desde su propia casa, antes incluo de llegar al hotel y ver el cadaver. La policía procedió a retirar el cuerpo rápidamente pero cuando llegaron a la morgue se dieron cuenta que habían olvidado hacer las fotos necesarias para la investigación. Así que regresaron al hotel con el cuerpo e intentaron reproducir la escena. El médico certificó la muerte del cantante pero en su informe escribió que no había sido posible identificar el orificio de salida de la bala, por lo que se consideraba que el proyectil se había quedado dentro de la cabeza. No se llevó a cabo ninguna autopsia.El cantautor se retiró a su hotel. Esa misma noche se desahogó por teléfono con su amante, una joven estudiante romana de nombre Valeria con la que mantenía una relación en secreto. A ella le confesó que todo había sido una farsa, que el festival estaba amañado y que al día siguiente convocaría una rueda de prensa para hacer públicas sus sospechas. Es poco más de medianoche. Un par de horas más tarde Dalida se dirigió a la habitación de su compañero –junto al que planeaba casarse como estrategia de márketing-- y encontró el cuerpo sin vida del cantante. Tenco se había pegado un tiro. Junto al cadaver había una nota de despedida: “He querido al público italiano y le he dedicado inútilmente cinco años de mi vida. Hago esto no porque esté cansado de la vida (todo lo contrario) sino como acto de protesta contra un público que manda 'Io te e le rose' en final y una comisión que selecciona 'La rivoluzione'. Espero que sirva para aclarar las ideas a alguien. Ciao Luigi”.
La última canción: Luigi Tenco canta en el Festival de Sanremo en 1967. Pocas horas después fallecería.
“Existen demasiadas contradicciones que hacen que la hipótesis del suicidio resulte inverosimil”, explica a Vanity Fair Riccardo Mandelli, autor junto a Romano Lupi del Libro negro de San Remo (Editorial Odoya), donde analizan los misterios que han rodeado al festival a lo largo de casi setenta años. “Para empezar nadie oyó el disparo, ni siquiera Lucio Dalla que estaba en la habitación de al lado. No se sabe con certeza quién encontró el cuerpo ni porqué el comisario llamó a los periodistas antes de ver el cadaver de Tenco. La policía requisó algunas cosas de la habitación pero no se llevó la pistola, según figura en un primer informe. En la mano del cantante tampoco se encontraron restos de pólvora. Y sin embargo la versión oficial continua siendo el suicidio”, dice Mandelli.
http://www.revistavanityfair.es/actualidad/articulos/muerte-suicidio-cantante-luigi-tenco-festival-de-sanremo/23495



Dalida, la diva trágica

Triunfó en los escenarios, pero su vida fue tan azarosa como triste. La ciudad que tanto la quiso acoge un rodaje sobre la vida de la italiana que conquistó París.




La cantante Dalida en una instantánea tomada en 1970.

14 ABR 2016 LUIS NEMOLATO

Dicen que no hay nada más sexi que una italiana hablando en francés. Sin embargo, las últimas palabras que pronunció Dalida las escribió en un papel. Estaba sola. Esperó toda la vida para estarlo, si es que en algún momento vivió acompañada. Pudo mentirse a si misma y creer que nadie la había querido acompañar en el transcurrir de los días, acostarse con Dalida pero despertarse con Iolanda. Los años, el amor y la muerte le habían hecho descubrir que ningún hombre la había querido más que a su propia vida.

Había vendido 125 millones de copias, el primer disco de diamante de la historia llevaba su nombre, era la mujer más famosa de Francia, pero no era suficiente. La llamaban la diva trágica. También ‘la bambina’. Aquella mañana decidió no cumplir con sus compromisos. Levantó el teléfono y dijo que tenía frío. Tenía los dedos ateridos y ninguna gana de recomponer los pedazos de su corazón que, como un cubito de hielo, se deshacía en una acera de su querido El Cairo. «La vie m’est insupportable. Pardonnez-moi», anotó en una tarjeta de visita. No hay necesidad de traducir sus últimas palabras. Era el 3 de mayo de 1987, y con 54 años, se tomó una dosis letal de barbitúricos.

Su vida llevada al cine


Ahora la modelo transalpina Sveva Alviti ha sido la elegida para convertirse en la protagonista de la que podría ser la película definitiva sobre Dalida. La realizadora francesa Lisa Azuelos comenzó a rodar hace unas semanas en el barrio parisino de Montmartre, donde vivía esta mujer que pedía más a la vida que lo que la vida podía darle. En el número 11 bis de la rue d’Orchampt. Cada detalle del filme es noticia en el país vecino. No en vano, solo hay tres monumentos dedicados a mujeres en París y uno es el suyo. Está cerca. Apenas a cien metros de su palacete, allí donde Miterrand le llevaba flores cada mañana antes de que los periódicos se hicieran eco de aquel amor secreto y él decidiera relegarla porque no estaba bien visto en las esferas del partido.

Cuando apareció una biografía no autorizada sobre el expresidente galo, aquello fue todo un escándalo. Dalida era la mujer más deseada por los franceses, a los que volvía locos aquel acento italiano que agravaba aun más. Sin embargo, su corazón nunca perteneció a Mitterrand. Ni a Delon ni a tantos otros… Llevaba más de 20 años roto. Luigi Tenco fue el culpable.

Solo cuatro meses antes de quitarse la vida, Dalida declaraba a Oggi en la que fue su última entrevista: «Ninguna historia de amor se puede comparar a la que viví yo con Luigi. Es el compañero del que siempre me he sentido viuda. Que Dios me perdone si no tuve tiempo para entenderlo, para protegerlo hasta el final. Él era mi instinto, mi vocación musical. Me sentía presa de aquel revolucionario que en 1964 había abandonado el partido comunista porque decía que los rojos se habían decolorado. O que había interrumpido sus estudios de ingeniería porque sostenía: «Yo no construiré jamás ni puentes ni casas solo por darles millones a los poderosos. Mejor que casas, prefiero las canciones». Como todas las personas románticas que se niegan a crecer, él era mi hombre ideal. El hombre de mi vida. ¿Cómo no me voy a quedar tocada psicológicamente? Él era un río turbulento en el que yo pretendía ahogarme a perpetuidad. Pero me di cuenta demasiado tarde de que tendría que haberlo ayudado».

Tenco se suicidó en el hotel Savoy de San Remo, después de que ambos actuaran en el festival más famoso del país y su fracaso fuera legendario. Ella fue quien lo encontró. Quien intentó taponar la herida del disparo. Quien acusó al mundo de aquella muerte. Él solo tenía 28 años y le recordaba a su padre, que murió cuando era niña. También era comunista. Músico. Salió de su Calabria natal para buscarse la vida y se convirtió en el primer violín de la Ópera de El Cairo. Ella lo amaba. Tampoco le dio tiempo a decírselo.

A su muerte, su madre, ella y sus hermanas se vieron condenadas a coser día y noche para poder salir de Egipto y volver a Italia. Paradójicamente, ella sería la Cleopatra rubia cuando por sus venas no corría sangre árabe. Era italiana pero cantaba en francés y había surcado el Nilo para llegar al Sena sin pasar por el Tíber.

La verdadera Dalida

Nació un 17 de enero de 1933 con el nombre de Iolanda Gigliotti, en un Egipto que ya no existe, cosmopolita y libre. En aquel bullicio Iolanda sobresalía por su belleza. Una belleza morena. Y diferente. Alta. De ojos ligeramente bizqueantes y un encanto arrebatador. Sus hermanas la inscribieron en un concurso de belleza, Miss Ondine. Y ganó. Comenzó entonces a trabajar como modelo de Donna, una casa de haute couture italiana con sede en la capital egipcia. Un año después, en 1954, con 19 años, se presentó a Miss Egipto y también ganó. Eran tiempos en que aquellos certámenes eran un vivero de estrellas.

Viéndola desfilar estaba un compositor de renombre y hacedor de starlettes, Lucien Morisse, quien enloqueció nada más verla. Él la llevó al Olympia de París pese a las reticencias de su madre. Era la primera vez que salía del desierto. Era la primer vez que su nombre brillaba sobre una marquesina. Ya nunca dejó de hacerlo. Se enamoraron. En 1961, Dalida se casaba con su descubridor. Cinco años de relación pasional. O de paternalismo. O de gratitud. Y sobre todo, de escándalo.

Dos meses después del ‘sí quiero’, volvió a ser pasto de la maledicencia: Morisse la engañaba. El matrimonio no llegó al año. Y mientras su vida volvía a desmoronarse, su triunfo en los escenarios era antológico. Era amiga de Charles Aznavour, Johnny Hallyday y Brigitte Bardot. Sus fotos sonriente empapelaban el país. ¿Qué había detrás de aquella sonrisa? Soledad. Porque sí, Alain Delon pasó por sus sábanas después de Lucien. Parole parole… Todo el mundo pensó que cuando cantaban esa canción estaban juntos. Y así fue. En la cama. Pero no había llegado aun el amor que la destrozara.

Ocurrió como suelen ocurrir esas cosas. Por casualidad. En Roma. En la Casina Valadier. Bebía una copa. Ya era una estrella mundial, elegante, refinada, única. Pero sola. Era la Nochevieja de 1966. De pronto, sobre la escalinata, un joven genovés comenzó a cantar: «Io vorrei essere là sulla/ mia verde isola ad inventare/ un mondo fatto di soli amici». Dalida sintió que se lo cantaba a ella. Danilo Degipo, amigo de la adolescencia del trágico y misterioso cantautor italiano, cuenta que ella preguntó quien era aquel chico y que él, nada más enterarse, pidió que le dieran la dirección de su hotel.

Un amor para la eternidad

«Fue una historia de amor muy bonita. Yo a él lo veía convencido. No recuerdo si hablaron o no alguna vez de matrimonio. Sobre el tapete, eran dos seres totalmente distintos. Luigi pensaba en el matrimonio como un contrato que a nadie le importaba. Pero Dalida era diferente. Le importaba muchísimo», recuerda Degipo. Luigi Tenco encarnaba entonces los ideales de la juventud que estallaría en el 68. Apenas con un centenar de canciones, Tenco retrató para la posteridad la sociedad italiana de aquellos años, el desencanto del milagro económico… Sus letras, a veces poco convencionales para el puritanismo de la época, versaban sobre las pequeñas cosas como nadie hasta entonces las había dicho, retratando personajes conflictivos, en ocasiones antisociales. Eran demasiados ingredientes con los que una mujer como Dalida podía perder la cabeza…

Ella estaba en plena madurez artística. Luigi comenzaba. Ella era una diva internacional. Luigi un principiante aunque de culto. Ella refinada. Luigi, un líder obrero. Ambos, dos personas atormentadas y vulnerables. Dalida se quedó fascinada por aquel hombre joven, idealista, serio, honesto, que no quería venderse al mercado ni comprometerse con nadie. Ni con la industria. Ni con ella. Luigi tenía novia. Sí. Volvió a ser otro amor secreto. Otro amor imposible. Podían cantar juntos, eso sí. Lo harían en San Remo. 'Ciao amore, ciao'. Después, se casarían.

La noticia destrozó a la novia de Luigi, pero fue un gran punch publicitario. Y él intentó que las cosas volvieran a su ser. Al bledo con la publicidad. Y escribió una carta en la que, como San Pedro, negaba a su diosa. «Lo he intentado de todas las maneras, he pasado noches enteras bebiendo, intentando hacerle entender quién soy, qué quiero, y al final, le he hablado de ti, de cuánto te amo. Qué horror, ¿verdad? Es verdad que si bien ella se ha mostrado comprensiva, me ha dicho que todavía tendremos que mantener ese absurdo montaje delante de los ojos de los demás. Es una mujer que está viciada, neurótica, incluso ignorante… Que se niega a aceptar una derrota ya sea profesional o sentimental. Te quiero, Valeria».

El drama de Luigi

Sin embargo, sus actos decían todo lo contrario: amaba a Dalida. Pero estaba condenado a elegir. No sabía. Prefería vivir sin vivir entre dos mujeres a las que amaba y su corazón no pudo aguantarlo mucho tiempo. En realidad lo que ocurrió entre los ángulos de este trío amoroso es una incógnita. Incluso lo que pasó por la cabeza de Luigi aquel día en el que todo se desbarató es todavía hoy un asunto judicial nunca aclarado.

San Remo, 26 de enero. Desayuno en el Hotel Savoy. Tenco y Dalida aparecen resplandecientes en el comedor. Se saben ganadores. El público les ama, la prensa los adora, la crítica está rendida a sus pies. Ciao amore, ciao es una de las canciones más deliciosas del siglo. Aun con los rumores de que aquel romance es una farsa, es la pareja del momento. Después del espresso, ensayaron. Luigi estuvo más tranquilo de lo habitual y cada uno volvió a su habitación para descansar antes de la gran noche.

Pero a las 7 de la tarde, un timbrazo despertó a Dalida. Luigi tenía un ataque de ansiedad. Dalida le pidió una manzanilla, pero Luigi prefería un cóctel: whisky con tranquilizantes. Él guardó silencio y Dalida se enfadó. Le dejó solo. ¿Qué le ocurría? Y llegó el momento de cantar: a Luigi lo tuvieron que llevar casi del brazo. No se sostenía solo. Tampoco podría mantener el ritmo ni se acordaría de la letra. 38 votos frente a 900 del ganador. «Una debacle». Dalida no había perdido nunca en su vida y Tenco no podía aceptar que su canción fuera olvidada.

Fin de la gala y momento de irse a cenar. Tenco prefirió quedarse en la habitación pese a la insistencia de Dalida. Dalida lo dejó de mala gana. No obstante, con gli antipasti sobre la mesa, Dalida tuvo un presagio. Corrió al hotel. Golpeó la habitación 219. Gritó desconsoladamente sobre la puerta. A las 02:14 de la madrugada del 27 de enero de 1967 Luigi Tenco se quitó la vida de un tiro en la cabeza.

«Quise mucho y bien al público italiano y le he dedicado inútilmente cinco años de mi vida. Hago esto porque no es que esté cansado de la vida, nada de eso, pero sí como un acto de protesta contra un público que manda la canción 'Io tu e le rose' a la final y a un jurado que elige 'La rivoluzione'. Espero que esto sirva para aclarar las ideas a alguno. Ciao, Luigi». Dalida encontró la nota en el suelo. Sujetó a duras penas la cabeza de Luigi sobre su vestido con la sangre cubriéndole el regazo… «Asesinos, lo habéis matado vosotros». Nunca volvió a ser la misma. Es más, un año después, volvió a aquella habitación para quitarse también la vida. No lo consiguió. Una camarera descubrió su cuerpo aun con vida y la llevaron al hospital.

Un año después reaparecía en escena más fuerte que nunca. Rubia, con el pelo encrespado, su marca de la casa desde entonces, vestida de blanco, como si aquella tragedia le hubiera devuelto las ganas de vivir, de renacer. Había viajado a la India y se había convertido al budismo. También estudiaba a Jung por aquello de su imposibilidad a la hora de aceptar la muerte del padre… Fueron años en lo que intentó ser madre. De un joven romano parecido a Luigi, Daniele se llamaba. Pero lo perdió… Y con el bebé, a Daniele.

También fueron años en los que volvió la mirada hacia el Elíseo hasta el punto de que Mitterrand era conocido en los mentideros como Gigi l’amoroso, gracias al título de una sus primeras canciones. Y también años en los que triunfó remontando a ídolos como Village People, reconvertida en una nueva diva gay, en parte, gracias a la dudosa heterosexualidad de su cuerpo de baile, en parte porque se manifestó públicamente a favor de la lucha contra el sida.

El trágico adiós de Dalida

Y como contaba Chus Lampreave en 'La flor de mi secreto', llegó un momento en el que debía volver a sus raíces, al desierto que la vio nacer, yermo, cálido y mortal, porque si no, podría perderse como vaca sin cencerro. Lo haría a través de la ficción, con el cine. Y, contra todo pronóstico, fue aclamada por la crítica en la película Le sixième jour, dirigida por el egipcio Youssef Crahine en 1986, un año antes de que sucediera todo. «Qué bien no ser Dalida», diría entonces al hablar de la película.

«Orlando, no me encuentro bien, tengo frío. No podré ir a la sesión de fotos». «Querida, no me encuentro bien. Por favor, le rogaría que se tome el día libre, a las 17:00 horas de mañana, si puede, véngame a despertar de la siesta». Fueron sus dos llamadas aquella mañana de mayo. Una a su hermano. La segunda a su ama de llaves.


Su suicidio, a fin de cuentas, es una de las muertes menos imprevistas de la historia de la música. Si se echa un vistazo a los títulos de sus últimas canciones, en los 80, no queda mucho espacio para la ambigüedad: 'Fini la comédie', 'Mourir sur scéne…' Pero aquel día, dicen sus vecinos que de su chateaux, entre los jazmines, se oía una voz masculina cantando en iTaliano. Era Luigi Tenco.

http://www.mujerhoy.com/celebrities/corazon/201604/14/dalida-diva-tragica-20160414180040.html

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La cantante francesa Dalida se suicida con barbitúricos

París 
La cantante francesa Dalida, de 54 años, fue encontrada muerta a mediodía de ayer en su domicilio de la calle D'Orchampt, de París. Según France Presse, se suicidó con barbitúricos, hecho confirmado por su familia, que dijo que la cantante murió el sábado por la tarde y había dejado este mensaje: "La vida me es insoportable, perdonadme". El pasado miércoles había actuado en Turquía.Nacida el 17 de enero de 1933 en El Cairo (Egipto), Dalida, cuyo verdadero nombre era Yolande Gigliotti, intentó suicidarse el 27 de febrero de 1967, a raíz de la muerte de Luigi Tenco. Luigi Tenco interpretó con Dalida su canción Ciao, amore, chio en el festival de San Remo y al conocer que no había sido premiada se pegó un tiro en un hotel de la ciudad italiana.
Dalida había vendido más de 20 millones de discos, grabados en ocho idiomas. Su carrera duró 30 años, desde su éxito de Bambino, en 1956. Sus canciones, como Gigi l'amoroso o Paroles, paroles, fueron muy populares en Italia y Francia. En España actuó con frecuencia en TVE.


“Ciao amore, ciao” e Tenco si è tolto la vita a Sanremo al Festival 1967
di Gian Franco Ferraris – 26 gennaio 2017

Luigi Tenco si è suicidato per ragioni inspiegabili al Festival di Sanremo del 1967, la notte tra il 26 e il 27 gennaio. Si è ucciso dopo essere stato eliminato dalle giurie prima della serata finale che si tenne ‘regolarmente’ rimuovendo di fretta il cadavere del cantautore piemontese e finì come se niente fosse con la vittoria di Iva Zanicchi e Claudio Villa. La canzone “Ciao amore, ciao” sbanca in pochi giorni il mercato e per la prima volta, beffardamente, un disco di Tenco balza ai vertici delle classifiche di vendita.

Sono passati 50 anni e Tenco non è stato dimenticato, alcune canzoni sono diventate dei classici della musica italiana, il club Tenco è vivo e attivo, ci sono numerosi fans e tutte le generazioni di cantanti che si sono susseguite in mezzo secolo hanno cantato e rivisitato i suoi testi.

Io di certo non ho dimenticato e il pensiero della sua vita mi ha accompagnato ripetutamente per lo choc di quei giorni.  All’epoca del fatto non avevo ancora 12 anni, ero un ragazzino egocentrico e stupido, non tutti avevano in casa la televisione ed era tradizione che i vicini delle cascine intorno venissero a vedere a casa dei miei genitori il Festival, che era un evento nazionale. Quando Tenco si mette a cantare, io comincio a esclamare ad alta voce ‘ma è fuori di testa’, ‘ma come chiude gli occhi’ e ancora ‘è proprio stralunato’. Il giorno dopo a scuola l’insegnante di lettere raccontò del suicidio e mi presero veri e propri tormenti e sensi di colpa. Scoprii che il paese natio di Tenco era Ricaldone un borgo in collina noto per i vigneti che dista una quindicina di chilometri del mio (Rivalta Bormida), coinvolsi un amico a andare in bicicletta al funerale (una piccola avventura).



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